5.- ¡Malditas mariposas maquiavélicas!

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Victoria

—¿Qué te pasa, morena? —Stesha acompañó su pregunta con un brazo sobre mis hombros.

Yo la miré sonrojándome. Se había acercado tanto que olía el jabón de su piel de aloe vera y sentía el calor que emitía su cuerpo. Solo llevaba unas mallas ajustadas y una sudadera que dejaba su ombligo a la vista. Pese a que fuera helaba, en el centro comercial dónde estábamos no hacía frío, así que se había atado la chaqueta a la cintura.

—¿Echas de menos a Kevin? —siguió hablando porque yo no la respondí—. Yo también. ¿Quieres que le llamemos?

—No —repliqué más borde de lo que pretendía. Lo único que yo había querido era pasar un rato a solas con Sty para averiguar lo que sentía por ella, pero Lindsay había monopolizado la conversación—. No echo de menos a mi hermano.

—¿Entonces qué te pasa? ¿Estás enfadada? —Me pasó la mano libre por mejilla haciendo que se me contrajese el estómago.

—No, tengo hambre —mentí.

—¡Yo también! ¡Qué casualidad! —bromeó—. Vamos a zamparnos una rica hamburguesa, morena, pero sonríe.

—Claro, rubia —imité su tono exageradamente animado, pero se me escapó una sonrisa.

Stesha era la única persona en el mundo que me hacía sonreír así. Sin necesidad de nada más. Y era tan guapa que podía pasarme horas mirándola, de hecho, en mi portátil tenía de fondo de pantalla una foto de las dos, y solía quedarme empanada durante horas, con la vista fija.

El problema es que nunca tenía tiempo para estar a solas con ella y aclararme. Siempre salíamos con Kevin y ellos dos se llevaban tan bien, que a veces me sentía en un segundo plano.

Tampoco tenía muy claro que lo que sintiera por ella fuese algo más que una amistad, por muy guapa que fuese. Eso no me convertía en nada, ¿no? Podía parecerme guapa una persona sin más.

Aunque era la primera vez que me pasaba algo parecido. Hacía meses que me sentía así, pero antes de eso, nunca jamás me había fijado en nadie, de ninguna manera. Ni en chicos ni en chicas. ¿Acaso algo andaba mal conmigo?

—¡Eh! —Stesha chasqueó los dedos delante de mí—. ¿Quieres irte a casa? A lo mejor te estás poniendo enferma. —Me apoyó la muñeca en la frente.

—¿Qué haces? —me reí, parándome en seco, sorprendida por su contacto. Además, seguía rodeándome los hombros con su brazo—. Estoy bien.

—Pues respóndeme.

—Pues pregúntame.

—Lindsay dice que no quiere ir al Burger. Y yo quiero ir al Burger. Tú decides, mejor amiga del mundo. —Me abrazó con más fuerza.

—Pelota —me reí de ella—. ¿Dónde quieres cenar tú, Lindsay?

—En cualquier sitio que no nos colapsen las arterías.

—Pero ¿para que las quieres, si no es para colapsarlas? —bromeé.

—Además, venden ensaladas.

—Las ensaladas de esos sitios son peores casi que las hamburguesas. Mirad, yo acepto esa mierda si vamos luego a la peluquería.

—¿Crees que va a haber alguna abierta a las diez y pico? —se burló Stesha.

—¿Qué hora es? —me horroricé y saqué el móvil para comprobar que eran las diez en punto—. Vamos dónde sea pero rápido, que tengo que estar en casa a las once.

—¿Y eso? —preguntó Lindsay, pero dejó que las empujase hacia el Burger, que estaba muy cerca ya—. Bueno, pues el próximo día me dejáis que os arregle el asco de pelo.

El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora