Kevin
—¡Tú, maldito cerdo! —me gritó Lindsay al entrar a clase, con la cara roja de furia.
La primera semana había ido a buscarla todos los días por casa de Andrea, pero supuse que ya sabría llegar sola. En cualquier caso estaba mosqueado porque se hubiese llevado a mi hermana a beber.
—Buenos días, Linda —cargué mi voz de sarcasmo, ignorando completamente su estado alterado.
—¡¿De qué vas, imbécil?! —siguió gritándome un rato, pasando por todos los idiomas que sabía, por suerte el profesor se había retrasado, aunque el resto de alumnos nos había rodeado para enterarse del drama.
Yo seguí sentado en mi silla, aunque la había arrastrado hacia atrás para poder mirarla de frente, cruzado de brazos.
—¿Se te ha roto una uña? —pregunté, cuando paró de gritar para coger aire.
—¡¿Has llamado a mi padre?!
Se acercó otro paso a mí, con actitud amenazadora. Yo había comprobado un par de noches antes que tenía la mano muy suelta, así que me descrucé de brazos, no tenía ganas de que me siguiera pegando. Era contrario a la violencia física, sobre todo, a recibirla.
—Me llamó él, pero puede que fuese una respuesta a un mensaje muy largo que yo le mandé. —Asentí formal.
—¿Y quién te crees que eres para hablar con mi padre? —siguió gritándome.
—¿Eso es retórica? Porque no sé qué decirte... Un ser humano funcional, en pleno uso de mis facultades mentales, no como tú.
—¡Le dijiste que tenía un carné falso, cabrón de mierda!
—Ah, sí, ahora que lo mencionas, tu padre me pidió que me lo entregases y yo lo destruyese, es bonito ver como confía en mí.
Le dirigí una sonrisa de capullo, ya que me estaba insultando, que fuese con motivo. Trató de darme una bofetada entonces, pero yo estaba preparado. Sujeté su muñeca y tiré de ella hacia mí, para hacerla caer. Quedó sentada sobre mi rodilla, con una pierna a cada lado de las mías.
Había toreado a suficientes tías cabreadas conmigo y mis genitales para saber que ella estaba en una posición de poder para con mis futuros hijos, así que cerré las piernas atrapando la suya entre las mías y deduje que estaba pensando que era aún más cerdo de lo que ya pensaba. Y no debió mejorar su opinión cuando retorcí su brazo sin fuerza a su espalda.
Si no siguiera cabreado con Sasha seguro que le hubiese relatado mi genial inmovilización a esa loca, pero seguía enfadado, así que llevaba ignorándola dos días.
Lindsay trató de abofetearme con la otra mano, y la atrapé con la primera a su espalda, usando mi mano libre. Empujé ligeramente de su espalda para que cayese sobre mi pecho, y me quedé recostado en la silla. Era muy consciente de que nos estaba mirando toda la clase, pero Lindsay, que seguía soltando improperios, parecía no notarlo. O quizá estaba acostumbrada a montar espectáculos.
—Cálmate, Linda —ordené.
—¡Suéltame, greñas! —me gritó.
—Me importa una mierda que tengas un carné falso y que vayas a drogarte todos los fines de semana, pero no metas a mi hermana en eso.
—¡Yo no la metí! Fue tu amiguita, yo le ofrecí dejarla en casa, pero Stesha quería que viniera con nosotras.
Se revolvió contra mí para tratar de levantarse. Y yo no era de piedra. Tenía su pecho apoyado en el mío y al revolverse sentí sus tetas perfectamente. Llevaba un vestidito muy pequeño y la pelea había subido su falda un palmo. Dejando sus muslos a la vista, aún con uno apretado entre los míos.
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El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️
RomanceKevin es un defensor de las causas perdidas y piensa que Lindsay necesita su ayuda. Lindsay cree que su vida es perfecta, al menos hasta que sus padres la exilian a Madrid. Victoria solo se preocupa por el siguiente partido de vóley o su liga de fút...