Kevin
—Yo puedo entender que si tengo dos camisetas en la mano y sé que en total poseo cinco, probablemente en el armario tenga tres.
—Probablemente no, es así, sí o sí —corregí a Lindsay con suavidad.
Había intentado explicarle las ecuaciones con manzanas y luego con zapatos (mal hecho porque al parecer un zapato no era lo mismo que el calzado o que un par y eso inducía a error), pero la clave era la ropa, al parecer.
—Vale, pues tengo cinco camisetas solo, porque soy pobre. Pero las letras no son números.
—Bueno, si te compras una camiseta de la talla XL, sabes que corresponde a un número de centímetros. Las letras a veces representan... —me callé cuando me di cuenta de que me estaba mirando fatal—. ¿Qué he dicho?
—¿De verdad crees que yo me compraría una XL? ¿Crees que soy un elefante? —resopló.
—Era un ejemplo, Linda —me reí—. Pero si te sientes mejor, y por evitar fallar con tu talla, digamos que me compras a mí una XL.
—¡¿Me dejarías renovarte el armario?! —Me miró parpadeando emocionada—. Me encantaría, y podemos pasar por la pelu también. ¿Por favor? —suplicó.
—Eh... no. Sigamos con las matemáticas. —Puse los ojos en blanco, pero se me escapó una sonrisa.
Estábamos en mi casa, porque mis padres habían salido a no sé dónde y en teoría no volvían para comer. Era sábado y que mi casa estuviera sola un sábado, era un lujo. Vicky había salido con su nuevo amigo y el perro para dar un paseo. Así que yo había ido a buscar a Lindsay para estudiar en casa, en lugar de hacerlo en la biblioteca o en casa de Carlos y Andrea como solíamos hacer.
—Bueno, pero si quisieras comprarte ropa nueva... ¿Podría ir contigo?
—¿Quieres colarte en mi probador, Linda? —bromeé, apoyando la mano en su pierna.
Era muy necesario que nos sentásemos uno al lado del otro para estudiar. Imprescindible diría.
—Quiero ponerte ropa genial —aseguró, pero dio un respingo cuando subí la mano por debajo de su minifalda.
—Yo prefiero estar sin ropa —la provoqué, haciendo que se sonrojase.
—Pues pasarás frío. —Se lamió el labio, nerviosa y me miró de arriba abajo—. Pero a lo mejor me motiva para estudiar.
—Que descarada —bromeé—. Pero tú puedes quitarme todo lo que quieras. —Le guiñé un ojo—. O podemos seguir estudiando matemáticas —me reí.
—Es que las letras no pueden ser números y no puedes convencerme de lo contrario. —Hizo un pucherito, que me hizo reírme a carcajadas.
Lindsay era muy buena con los idiomas y memorizaba sin problemas, pero cuando se trataba de comprender algo como las matemáticas, se le atravesaba completamente. Y, aun así, su carita de desconcierto, arrugando la nariz, merecía la pena.
—Las letras no son números, representan números —expliqué con paciencia—. Y te cuesta entenderlo porque crees que tienes que resolver todo, pero no es así. No todo tiene solución.
—¿Entonces que estamos haciendo? —Tiró su boli rosa contra el libro con frustración—. Esto es una mierda.
Empezó a maldecir, o algo parecido, en alemán, que era su idioma favorito cuando se frustraba. Yo solo pude sonreír, mirándola.
Y entonces oí la puerta del garaje. Mis padres debían haber vuelto antes de tiempo y no quería que nos pillasen estudiando un sábado. Maldije en voz baja y aparté los libros con un brazo, ante la mirada sorprendida de Lindsay. Tiré de ella entonces, mientras me ponía de pie y la senté al borde de la mesa de madera.
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El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️
RomanceKevin es un defensor de las causas perdidas y piensa que Lindsay necesita su ayuda. Lindsay cree que su vida es perfecta, al menos hasta que sus padres la exilian a Madrid. Victoria solo se preocupa por el siguiente partido de vóley o su liga de fút...