28.- Hacer las paces

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Kevin

—¿Podemos hablar? —preguntó Stesha, entrando cuando yo estaba recogiendo para salir de la clínica de Abram—. No soporto estar enfadados y llevas casi una semana sin hablarme.

—No tengo nada que hablar contigo, Stesha.

—¡Joder, Kevin! —me gritó un poco—. Yo no pretendía enrollarme con tu hermana. Pero la quiero.

—¿La quieres en plan romántico? —pregunté con un suspiro.

—No lo sé, pero da igual, porque me voy a ir un año entero... Así que no he querido pensarlo mucho. —Me miró con los ojos llenos de lágrimas y me sentí fatal. Stesha no era de las que solían llorar.

Salí del mostrador y le pasé un brazo alrededor. Ella apoyó la cara en mi pecho y la oí sollozar con más fuerza. Le acaricié el pelo rubio con cariño, mientras ella temblaba un poco.

—No puedo hablarlo con nadie —me dijo con un gemido lastimoso—. No quiero irme a Inglaterra y no entiendo lo que me pasa. No quiero que tú también me odies, por favor.

—Nadie te odia, Sasha... —murmuré, sin dejar de acariciarle la espalda.

—Tu hermana me odia —se quejó, separándose un poco de mí para mirarme a la cara—. Kevin no soy... Nunca he pretendido ser mala con tu hermana, ni hacerle daño. Es que cuando la tengo cerca no puedo controlarme y, aunque racionalmente sepa que tengo que alejarme de ella, no puedo hacerlo.

Le sequé las lágrimas de las mejillas, sin saber que decirle. Aun así, se me había pasado el cabreo en gran medida. Estaba claro que Stesha lo estaba pasando mal, y yo la quería muchísimo, tanto como a Vicky. Había crecido con las dos...

—Siento haberme puesto gilipollas, Sasha. A veces yo también tengo derecho a ser idiota, no siempre te iba a tocar a ti —bromeé, dándole un beso en la frente—. Déjame recoger y vamos a cenar juntos.

—¿Puedes llamar a Vicky para que venga también? —pidió con un puchero.

—No me habla —reconocí, mientras volvía tras el mostrador.

—¿Y si llamas a Lindsay para que llame a Vicky? —se le ocurrió, haciéndome reír.

—¿Y si la llamas tú?

—¿A Lindsay? —dudó.

—A Vicky.

—No me coge el teléfono —reconoció—. Me voy en septiembre, Kevin, lo único que quería era pasar estos meses con vosotros. No sé, ser feliz.

—Ahora la llamo... —resoplé—. Las mujeres hacéis conmigo lo que queréis, ¿eh?

Agachó un poco la cabeza, mientras yo acababa de colocar los papeles del mostrador y apagaba el ordenador. Abram salió de la parte de atrás de la clínica y nos miró extrañado un momento a los dos.

—¿Quién se ha muerto? —preguntó entonces.

—Nadie, de momento —me reí sin muchas ganas.

—¿Por qué lloras? —le preguntó a Stesha, que se acercó a él a abrazarle también—. ¿Qué le has hecho? —Me miró a mí.

—¿Por qué crees que he sido yo? —me quejé, apagándolo todo.

—Porque yo no he sido y no hay nadie más aquí —bromeó—. ¿Qué te pasa, Sty? —Se puso algo más serio para mirar a la chica, separándola de su pecho.

—Todo el mundo se enfada conmigo —le dijo con un puchero—. Menos mal que eres mi padrino favorito y puedes consolarme —bromeó un poco, secándose las lágrimas.

El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora