BLACK MARKS [TAEKOOK]

39.

—¡Hey! ¡Detente! —Oye a Taehyung gritar, pero los otros hombres lo apartan.

—¡Taehyung, no lo hagas! —Jungkook grita con tanta fuerza como puede. Los hombres solo se ríen, imitando sus palabras.

—Tu espera allí, cariño —el hombre se ríe, mirando a Taehyung—Me encargaré de ti una vez que termine de hacer mierda a tu amigo.

Las venas de Jungkook se llenan de ira, de tanta rabia que ésta casi se desborda. Es tan fuerte, que incluso puede saborearla en su lengua, amarga y metálica como la sangre.

—Mírame a mí, estúpido bastardo —él hierve poniéndose en pie y estirándose hasta alcanzar su máxima estatura, acercándose a la cara del hombre lo más cerca posible, tan cerca, que puede oler el alcohol en su aliento. Sus manos se enroscan en puños, pero las mantiene a su lado—Tu lucha es conmigo, no con él. Métete eso a través de tu grueso cráneo. —Él golpea al hombre en el pecho con su dedo.

El hombre ladra una carcajada, —Te crees que eres un hombre rudo, ¿eh? Ni siquiera tienes una maldita marca. Sólo eres un niño malcriado y remilgado que se cree tan duro, solo porque se ha pasado el toque de queda de su papi.

—No tienes idea —Jungkook se ríe entre dientes.

El hombre da otra sonrisa fea que es toda dientes torcidos, amarillentos y con malicia.

—Voy a disfrutar joderte esa bonita cara —dice el hombre, y antes de que Jungkook pueda responderle, se encuentra con otro puño en la mandíbula.

En su vida, Jungkook ha estado en más peleas de las que puede recordar y ha ganado unas justas pocas de ellas. Pelear siempre fue algo que le venía tan natural a él, tan naturalmente de hecho, que ahora tiene que luchar contra la urgencia de contraatacar, contenerse y mantener su temperamento a raya. Por el bien de Taehyung.

Si esta hubiera sido cualquier otra noche, en cualquier otra vida, Jungkook habría golpeado al hombre en un instante y no le habría dado un segundo pensamiento. Después, habría tomado a todos sus amigos. Pero en esta vida, él no se defiende cuando el puño del hombre se estrella contra su cara. Realmente debió haberlo enfurecido, porque el hombre lo golpea una y otra vez y cuando cae al suelo, los otros hombres toman la oportunidad de unirse, haciendo llover dolorosas patadas sobre él. Su mente se esfuerza por mantenerse al día con lo que está sucediendo, en una carrera por procesar la avalancha repentina de dolor que ataca su cuerpo. Todo en lo que puede pensar, es en cubrirse la cabeza y esperar que no le hagan mucho daño o que, si logran lastimar magníficamente su cabeza, al menos recuerde la sonrisa de Taehyung.

Todo dentro de él le dice que se levante, que corra, que pelee, que haga cualquier cosa, pero hay un pensamiento obstinadamente alojado en el fondo de su mente que le impide moverse. Una imagen grabada en su cerebro que le impide luchar. Tan permanente y dolorosamente como una marca negra.

Taehyung acurrucado y medio desnudo en el frío suelo del baño, disculpándose una y otra vez por algo que ni siquiera hizo. Esa visión, de Taehyung en su estado más bajo, más vulnerable y quebrantado, en un estado en el que el mismo Jungkook lo puso, se reproduce ante sus ojos ahora y todo en lo que él puede pensar, es en que él se lo merece. Cada fuerte patada, cada golpe, se lo merece todo y más por lo que ha hecho. Una vez que se entrega a este pensamiento, el dolor se siente menos como dolor y más como penitencia. Cada patada que ahora envía más agonía a su sistema, era el pago de una de las marcas de Taehyung, y se siente bien. La confesión no tiene sentido sin penitencia, y el pecado debe ser pagado en sufrimiento. Sólo entonces, él puede esperar encontrar expiación.

Él puede escuchar los gritos de Taehyung, y abre la boca para decirle que corra y que él va a estar bien si él sobrevive, pero una bota pesada choca con su mandíbula y todo lo que puede saborear, es sangre mientras las estrellas bailan en su visión y parece que ya no puede hablar más.