Por un lado, tenemos a Anne, una chica común de pueblo, por el otro, tenemos un bosque y una serie de sucesos extraños sin explicación aparente. ¿Es ese bosque tan peligroso como su amigo dice? ¿por qué su abuelo parece preocuparse tanto por ella? C...
—Piensa que si me dejas enseñarte, podrás cumplir tu sueño de matarme sin necesidad de llamar a Hunter, una vez que me sueltes en el bosque —soltó Adam como si nada, aquella noche cuando finalmente yo había conseguido volver a mi negativa de tener un arma en las manos.
Le daba vueltas en mi cabeza. ¿Cómo sabía Adam de esa conversación con Hunter? ¿Me habría estado espiando? ¿Conocía el resto de conversaciones? Con esas preguntas en mi mente, no fue tan difícil soportar los siguientes días en silencio mientras él me enseñaba las reglas básicas para el manejo del arma 9 milímetros semiautomática. Quizás él ya conocía todos mis planes para escapar, quizás él los había sabido siempre y, sin embargo, no me había reprochado nada. Me molestaba que Adam estuviera al tanto de una conversación tan íntima que había compartido con Hunter, como si él escarbara en mis sentimientos sin yo poder evitarlo. Pero a su vez, el dos metros se había mantenido callado todo este tiempo, aunque ya había intentado huir una vez y él había estado en mi casa el día que le dije a Hunter que me casaría con él para luego dejarle.
Contra todo pronóstico, Adam estaba a mi lado intentando que aprendiera a una de estas molestas cosas. Después de obligarme a aprender de memoria una hoja con el decálogo de seguridad para un correcto uso, me estaba tratando de enseñar lo básico en lo que él llamaba "prácticas en seco".
—Concéntrate, Anne, ahora intenta de nuevo y quiero escuchar todo el proceso —exigió el pelinegro.
—Saco el cargador —dije apretando el botón en el base de la cacha para que le cargador se desprendiera y guardarlo en un bolsillo.
—Sí, continúa.
—Tiro de la corredera —continué mientras con una mano sostenía el arma y la otra tomaba la parte superior del arma para deslizarla hacia mí, abriendo la recámara.
—Anne, respeta siempre la norma de seguridad —exigió obligándome a bajar aún más aquella cosa con su mano, haciendo todo más difícil para mí al ser inexperta— Recuerda, nunca apuntes a un objetivo que no quieras disparar y mantén el arma en el círculo de seguridad mientras la estés manipulando —me recordó él ambas reglas como todo un profesor.
—Es que es difícil mover la corredera —me excusé.
—Por eso es que hemos estado practicando primero tanto tiempo, así empezarás a tener más fuerza en las manos y después te será hasta natural. Te aseguro, Anne, que manejar un arma es como aprender a andar en bicicleta, una vez que lo sabes, nunca lo olvidas —aseguró él—. Continúa.
—Hago verificación visual y táctil —proseguí fingiendo que acercaba un dedo a la recámara del arma para revisar que no hubieran municiones imaginarias— Esto de poner los dedos aquí, ¿no es un poco peligroso? Si se soltara el retén de corredera, no quiero pensar lo que sería de mi dedo —me lamenté.
—Eso es porque de noche o a oscuras, no vas a poder ver bien para saber si hay munición o no —explicó él con gentileza.
—Pero ¿no bastaría con ladear el arma para que cayera por la simple gravedad? —pregunté.
—No, Anne, a veces en las armas, especialmente las viejas, se pueden dar casos de encasquillamiento y de por sí la munición no salta como cuando disparas, a veces puede que tengas que girarla un poco para que caiga, pero eso lo verás luego —esclareció con toda la paciencia del mundo—. Sigue.
—Entonces, verifico que el arma esté lista para entregar —dije tomando el arma por el cañón y ofreciéndola con el cargador que había sacado de mi bolsillo en la otra mano.
—Muy bien —asintió él—. Ahora vuelve a cargarla.
—Quito el retén de corredera —Se escuchó un ruido sordo cuando la corredera volvió a su sitio—, coloco cargador, cargo —dije moviendo unos centímetros la corredera— pongo seguro de transporte —comenté bajando con cuidado el martillo del arma— Adam, cuando hago esto siempre tengo miedo de disparar por accidente si suelto el martillo mientras lo bajo.
—Si lo haces con cuidado, no percutará —aseguró él con calma pero vio que yo no estaba muy convencida así que añadió— Si bien hay que ser muy cuidadoso con las municiones incluso fuera del arma, son medidas de seguridad extremas para evitar accidentes. Tranquila, piensa que dentro del arma hay un resorte y una serie de mecanismos que permiten que el martillo golpeé con fuerza la base la munición cuando accionas el gatillo. Y si respetas todas las normas de seguridad, no tendrás nada que lamentar —aseguró él.
Después de practicar repitiendo una y otra vez lo mismo, Adam se dio por satisfecho y tomó el arma.
—Ahora te voy a enseñar algo que te servirá si el arma se traba justo en el momento en que más la necesitas y que resuelve la mayoría de las cuestiones por la que el arma puede dejar de disparar —explicó— Se le llama Tap-Rack-Bang por el sonido que se escucha cuando se realiza, es muy simple, presta atención —pidió mientras levantaba el arma como si fuera a disparar—. De acuerdo, intenté disparar y el arma no respondió, tengo segundos para resolver esto porque mi vida corre peligro, golpeó la base del cargador, ese sería el Tap. Tiro de la corredera para que salga la vaina que esta alojada y cargar a su vez otra, ese sería el Rack. Finalmente disparo al objetivo, ese sería el Bang —enumeró mientras realizaba el proceso lentamente—. Lo haré nuevamente para que lo veas —dijo repitiendo el proceso mientras observaba—. Algún día esto tan simple puede salvarte la vida —afirmó.
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