Capítulo 53: Enamoramiento

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Cuando finalmente terminé de despedirme de él aquella noche, me lancé a la cama con el estómago alborotado. No podía acallar ese nuevo sentimiento. Me había enamorado de Adam y ya no había marcha atrás. Mucho menos cuando él había correspondido mis sentimientos, mostrándose extremadamente cariñoso conmigo. Habíamos tenido un primer beso real, uno increíble, sensual y apasionado donde nos dijimos todo. Sonreí para mis adentros, me acaricié los labios, recordándole. Después de aquel le habían seguido otros a lo largo del día, algunos más discretos, otros tan arrolladores como el primero.

—Adam —dije en voz alta suspirando.

Él era tan asombroso, tan diferente a todo cuánto había conocido, que me parecía todo inverosímil. Sin embargo esta vez, sus ojos azabache no habían dejado espacio para ninguna duda, no se trataba de una actuación suya, tampoco mía. Recordé mi primer beso en casa de mis padres, aquella puesta en escena había sido superada por la realidad, una en la cual Adam se mostraba afectuoso conmigo todo el tiempo, donde no dejaba de mirarme con esa dulzura que siempre me había llamado la atención en él.

Podía sentir la felicidad recorriendo mis venas y, por primera vez en mi vida, experimenté un sentimiento de posesión. Tenía a Adam y, por un momento, me quise engañar imaginando un "para siempre", aunque yo era de tener los pies arraigados a la tierra. No sabía cuánto iba a durar este enamoramiento, mas sí sabía que Adam se había casado conmigo por una tonta razón. Me reí al pensar que las cosas seguramente no salieron como él deseaba, evidentemente ese príncipe encantador nunca creyó que acabaría teniendo sentimientos por mí. Estimo que fue inesperado para ambos. Ahora ya no tenía deseos de irme, pero ¿y si se da cuenta que yo no soy lo él buscaba? Tal vez me rechazaría, porque las personas que creen en cosas raras son muy testarudos en ese sentido.

Atrás dejé los planes y las preguntas que alguna vez me juré sonsacarle, puede que en algún momento supiera todo aquello, pero creo que cualquiera entendería mi situación. Era la primera vez que sentía algo verdaderamente especial por alguien, tenía miedo de perderle. Quería ser egoísta y ocultarle la verdad, al menos por un tiempo, el mínimo y necesario para disfrutar de un poco de paraíso antes de perderlo todo. Sin embargo, sabía que no podría, me derrumbaría en cualquier oportunidad, tenía que decírselo. La honestidad era importante también, aunque yo tuviera unos deseos irrefrenables de disfrutar de su compañía.

Me fui a acostar con ese pensamiento, sin saber si iba a poder dormir y esta vez no podría culpar a los lobos que se paseaban por los alrededores aullando. En mis manos estaba el dilema de saber algo y querer ser honesta con Adam, pero sabiendo que tal vez las cosas cambiarían, que yo le decepcionaría. No resistiría verle a los ojos cuando cayera en cuenta de la situación; observar el desengaño asomando por las líneas de su rostro, me dolería. Y a pesar de todo, yo comprendía muy bien pese a mi escasa experiencia que cuando quieres a alguien le das todas las herramientas y opciones para que elija si quiere estar contigo o no, aún sabiendo que esa persona podría no escogerte.

 Y a pesar de todo, yo comprendía muy bien pese a mi escasa experiencia que cuando quieres a alguien le das todas las herramientas y opciones para que elija si quiere estar contigo o no, aún sabiendo que esa persona podría no escogerte

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Azul oscuro medianoche: Preámbulo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora