Capítulo 57: Amor

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—¿Te has enamorado alguna vez antes? —pregunté repentinamente con mi cabeza apoyada en su pecho mientras leíamos debajo de un árbol cercano a la casa.

Él bajó por un momento el libro que sostenía para ambos.

—Sólo de ti —lisonjeó con voz sedosa.

—No, de verdad —le exhorté.

—Creí estar enamorado alguna vez antes—contestó.

—¿Y cómo fue? —pregunté invadida por la curiosidad.

—Pasajero, fugaz y sin sentido —describió mientras encogía uno de sus hombros, porque yo aún tenía mi cabeza apoyada en él.

—¿De verdad crees eso? —me sorprendí.

—Sí, aunque en aquel tiempo yo pensaba diferente, creí que duraría aún si sabía que nunca podría convertirse en un verdadero amor —explicó pausadamente al tiempo que me observaba de reojo— ¿Por qué lo preguntas?

—Curiosidad, te imaginaba con un pasado tormentoso —le aclaré entre risas.

—¿Ah, sí? —Me sonrió con dulzura—. Tienes algo de razón, a tu edad yo era terrible —me confió él—, estaba lleno de energía y vitalidad, quería hacerlo todo y no podía esperar. Cometí mis errores y aprendí de ellos —continuó mientras acariciaba mi cabello con delicadeza—, luego en un arrebato decidí ingresar a cualquier fuerza de seguridad que me aceptara. Quería probar mi valor, así que empecé aplicando a los marines y para mi sorpresa me aceptaron. —Abrió sus ojos un poco más de lo normal—. De esa forma aprendí cómo funciona el mundo cuando tienes la cabeza fría. No fue fácil, Anne —me miró tiernamente—, nunca lo es, esto de crecer y madurar. En aquel lugar había un dicho que rezaba "lo que no entra por la cabeza, entra por los pies".

Repetí la frase tratando de comprender.

—¿Qué quiere decir? —pregunté confusa.

—Quiere decir que aquello que no entiendes a la primera, te lo van a hacer entender —contestó esquivo.

—¿Eso significa algo malo? —Mantuve mi mirada en la suya.

—Sólo si no aprendes —rió y eso me tranquilizó.

Me quedé un poco seria tratando de pensar qué cosas podía haber vivido Adam en aquellos tiempos que le habían cambiado tanto.

—No te preocupes, Anne, lo que quiero decir realmente es que crecer nunca es fácil y saber diferenciar el amor real de algo pasajero, tampoco lo es. Yo creía que estaba enamorado e hice muchas cosas estúpidas, pero aprendí.

—¿Y cómo sabes cuándo un amor es real? —le interrogué.

Él ladeó la cabeza calibrando una respuesta.

—Me preguntas algo realmente muy complejo, porque cuando es verdadero es complicado. Normalmente no te enamoras del tipo de persona que imaginaste ni que creíste que podría llegar a gustarte —esclareció antes de añadir—. No es algo que se pueda explicar con palabras del por qué, tan sólo lo sabes. Y en muchos casos, creo que aterroriza, porque pierdes un poco de control, ya no se trata solo de ti. —Sus palabras me hicieron reflexionar unos segundos antes de que continuara—. A veces quieres dejarlo, porque es muy tedioso, pero nunca puedes hacerlo aunque lo intentes con todas tus fuerzas —dijo con su voz profunda—. No puedes dejar de amar a alguien, el tiempo y la distancia pierden su significado—finalizó dándome un beso en la frente.

—Entonces ¿lo has sentido alguna vez? —cuestioné con interés.

—Sí, estoy seguro.

—¿De verdad?

—Lo sabrás cuando lo sientas —contestó volviendo a levantar el libro que se hallaba en su regazo.

—Pero ¿y si la otra persona no te corresponde? ¿O no pueden estar juntos por cualquier razón? ¿Qué pasaría? —dudé alarmada.

—El amor siempre encuentra un modo de abrirse paso ante las dificultades. —Él volvió a posar los ojos en el libro con aire serio—. ¿Deberíamos seguir con la lectura o tal vez dejarla para después?

Me sumergí en mis pensamientos al darme cuenta lo poco que conocía aún a Adam. A pesar de que ahora teníamos una relación mucho más estrecha, él aún me suscitaba muchas interrogantes, no había dejado de ser un misterio para mí.

 A pesar de que ahora teníamos una relación mucho más estrecha, él aún me suscitaba muchas interrogantes, no había dejado de ser un misterio para mí

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Azul oscuro medianoche: Preámbulo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora