Capítulo 11: Pensamientos

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Pasaron los días y todo fue tranquilidad. No me costó volver a la rutina, salvo porque era el tiempo en que empezábamos a recibir algunos cargamentos que teníamos que convertir en conservas lo más pronto posible. Era un poco deprimente, a veces tanto, que hacíamos pequeños concursos aburridos a ver quién podía pelar una fruta sin que la cáscara se cortara, pero también era un momento de estar todas las mujeres de la casa juntas. Podíamos hablar de casi cualquier cosa, mis hermanas todavía hablaban del caballero de sus sueños que se presentó aquel día para avisar que me quedaría con el abuelo. Creo que el rencor hacia mí por no saber quién era él había pasado y mi madre las miraba con cariño, como si no quisiera cortarles esa ilusión de jóvenes que sueñan con el primer gran amor. Yo en algún punto era mucho más realista o pesimista, no tenía ni sueños ni ambiciones de casarme. En sí yo era muy soñadora, pero del tipo fantástico que al finalizar el día tiene los pies en la tierra, no tenía sueños de un futuro en donde conseguiría un cierto trabajo o me compraría una casa o criaría hijos. De algún modo esperaba que alguna cosa sí se me diera, pero trataba de resguardarme. No les mentiré, a veces pensaba en qué hubiera sido de mí si le hubiera hecho caso a Hunter y su obsesión, pero él era para mí como el hermano mayor que nunca tuve y esa relación donde podíamos hablar de mil tonterías sin parar, no la arriesgaría por nada del mundo. No sé si soy egoísta por querer dejar las cosas así como están con él y no darle una oportunidad, pero también me preocupa que estar con alguien en una relación de pareja se convierta en simplemente llevarse bien con la otra persona. ¿Y si no hay amor? ¿Y si todo se reduce a eso? Tristemente no puedo evitar admitir que a mí sí me gustaría enamorarme alguna vez y que me correspondan, aunque a veces agradezca estar así como estoy, sola, porque dicen que el amor puede ser muy doloroso. ¿Habrá alguien para mí en algún sitio? Creo que aunque lo buscara debajo de las piedras, si existiera, trataría de esconderse de mí, yo no soy precisamente el premio mayor de la lotería. Además, creo en cosas que no existen y que salen de mi imaginación alimentada por libros, lo que algunos encuadrarían en la definición de loca de atar, no sé si yo puedo siquiera aspirar a ser un premio consuelo. Pero cuando miro a mis hermanas mayores, siempre les deseo que tengan todo aquello que quieran, ojalá encontraran a ese caballero andante y se fijara en alguna de ellas.

 Pero cuando miro a mis hermanas mayores, siempre les deseo que tengan todo aquello que quieran, ojalá encontraran a ese caballero andante y se fijara en alguna de ellas

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Azul oscuro medianoche: Preámbulo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora