Capítulo 31: Familias

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El sendero del bosque se desplegaba ante mis pasos, atravesando las montañas que se alzaban a mi alrededor cubiertas por árboles frondosos que proyectaban sombra en ese mediodía caluroso. Había mentido a Adam cuando nos separamos en la plaza del pueblo y le dije que iría a comer algo. No estaba muy segura de cómo debía sentirme al respecto, mi estómago vacío estaba hecho un nudo. Yo era una total y completa mentirosa, pero sobretodo una cobarde. Sentía como algo dentro de mí se desquebrajaba, no me reconocía.

—¡Anne! —gritó alguien a lo lejos y paré al escuchar mi nombre.

No sabía quién estaba detrás de mí, pero le oía acercarse. Una voz dentro de mí me decía que era una completa tonta si la primera vez que intentaba fugarme de casa me encontraban en menos de una hora y media. Había fracasado y me habían atrapado. Me dí vuelta lentamente pálida con la mirada baja, los pasos se acercaban cada vez más.

—Es un día demasiado bueno ¿no te parece? —dijo el hombre frente a mí que me miraba alegremente a través de sus ojos azules cálidos— ¿vas a visitar a tu abuelo? —preguntó.

Yo estaba muy nerviosa y alcancé a murmurar un sí entretanto él se unía a mi caminata por el sendero. Su nombre era Patrick y era aquel vecino que bajaba todos los días al pueblo para trabajar. Tenía alrededor de unos cincuenta años pero aún tenía un aspecto bastante jovial, siempre llevaba su cabello negro muy bien peinado y sus facciones eran muy agradables a la vista. No sabía si estaba casado o no, pero sí que era muy popular entre las mujeres del pueblo. Sin embargo, yo siempre lo vi como un hombre muy respetuoso que llevaba una vida discreta apartado en las montañas sin molestar a nadie.

—Me imagino que tu familia debe estar muy contenta, en el pueblo no dejan de comentar que vas a casarte la semana entrante —mencionó al pasar mientras observaba mi anillo de compromiso.

—Sí, es verdad, están todos muy felices —concordé.

—Adam, ese viejo lobo —soltó— podría haberse esperado a que fueras un poco más grande al menos, ¿qué edad tienes?

—Tengo dieciocho años —respondí sorprendida— ¿Conoces a Adam?

—Claro que sí, desde que era un niño, nuestras familias eran bastante unidas en aquella época.

—Pensé que la familia de Adam vivía al otro lado del país —dije al pasar.

—Ah, sí, eso es verdad, lo que pasa es que yo me mudé aquí hace ya casi una década —aclaró.

—Adam nunca me habla de su familia —solté el anzuelo.

—Eso es porque la relación que tiene con sus padres es un poco tirante. —Hizo una pequeña pausa antes de continuar—. Adam es un hombre fantástico, de lo mejor que hay, pero Adam es... bueno, es Adam. ¿Cómo puedo explicarte? —se preguntó por un instante— Él es demasiado independiente como para seguir los consejos de sus padres, no deja de ser un buen hijo a pesar de todo, pero no es lo que se dice obediente a sus padres.

—¿Obediente? No me parece tan malo que no lo sea, después de todo es un adulto —apunté.

—Bueno, lo que quiero decir es que Adam se marchó de casa de sus padres unos meses antes de cumplir la mayoría de edad —trató de aclarar.

—Ah —alcancé a decir ante tal información.

—Sí, Adam siempre ha sido independiente y no se dejó sofocar por lo que sus padres querían para su futuro.

—¿Y qué querían sus padres?

—Cosas normales, que él continuara el legado familiar, lo mismo que quieren todos los padres.

—Pero Adam no quería... —solté al aire por una respuesta.

—Porque a él no le gusta que le den la comida masticada, él es el tipo de personas que va y se busca la vida. ¿Entiendes?

—Lo normal.

—Exacto —sonrió Patrick contento que captara toda la idea.

No sabía cómo continuar sacando más información sobre Adam, necesitaba algo que me diera más pistas sobre él, pero no sabía como encarar el tema. Por otra parte sabía que iba a tener escolta hasta la casa de mi abuelo y no podría desviarme como había quedado con Hunter, así que intenté hacer un poco de conversación.

—¿Y tú por qué te mudaste aquí?

—Cuestiones de trabajo y familiares, además, me gustan los bosques de esta zona —acotó.

—¿Eres un hombre de montaña como mi abuelo?

—Algo así, pero no tanto, como sabes yo todos los días bajo al pueblo para trabajar, hoy mismo tengo doble turno, así que subiré sólo para almorzar algo rápido y volveré —mencionó despreocupadamente antes de seguir— ¿Tú te tardarás mucho con tu abuelo? Lo digo porque estos bosques a veces pueden ser un poco peligrosos y no me molestaría acompañarte de vuelta si lo deseas —se ofreció.

—No lo sé, no creo que sea necesario, siempre he venido por aquí y salvo rara ocasión nunca me ha pasado nada —miré para otro lado al pensar en la rara ocasión.

—¿Ni siquiera cuando casi quedas sepultada debajo de la tierra? —Dio una carcajada al atraparme en mi débil intento de mentira.

—¿Cómo sabes eso? —me pregunté si podía haber sido él quién me salvó, pero el abuelo me dijo que había sido un leñador.

—Tu abuelo me contó el día que me pidió que bajara para avisar a tu familia, como yo tenía que trabajar, le pasé la información a Adam que fue quien finalmente se lo dijo a tus padres —me informó él mientras todo cobraba sentido.

—Vaya, entiendo.

Seguimos conversando durante el resto del trayecto sobre nimiedades y rumores de pueblo. Le conté sobre el rumor de la fuga que tenía planeada con Adam y ambos reímos a gusto. Empezaba a sentirme de buen humor.

 Empezaba a sentirme de buen humor

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Azul oscuro medianoche: Preámbulo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora