Capítulo 32: La respuesta

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Patrick se encargó de acompañarme hasta el frente de la casa de mi abuelo, pero no fue necesario golpear la puerta, el anciano me sorprendió abriéndola para mí como si me hubiera estado esperando. Me hizo seña para que pasara rápido y lanzó un último vistazo antes de cerrar tras de mí. Nos sentamos a la mesa, dejando el bolso a un lado.

—Abuelo, ¿cómo has estado? —le saludé feliz a pesar de las circunstancias.

—Cada vez estoy más viejo y cansado, cielo —me respondió el anciano— pero lo que más me preocupa es saber qué ha sido de ti, mi pequeña.

—Yo estoy bien, sabes que no tienes que preocuparte por mí —sonreí.

—Sabes que este viejo anciano siempre se preocupa por ti, además, temo que los cuentos del pueblo sean cierto y hayas accedido a casarte con Adam —habló sin rodeos.

—Eso es verdad y es una de las razones por las cuales sabía que tenía que venir a visitarte pronto, quería invitarte a la celebración a pesar de que sé que muy probablemente no puedas ir —respondí sabiendo que a su edad no estaba para bajar las montañas como si nada.

—Entonces es verdad, una parte de mí guardaba esperanzas de que no fuera más que otro rumor que trae el viento —murmuró con cansancio y agudizó la vista para ver el anillo en mi mano.

—Lo es —afirmé.

—El viejo Adam ha vuelto a hacer de las suyas ¿verdad? ¿y cómo te ha convencido a ti? —inquirió.

—Abuelo —titubeé— ¿tú conoces a Adam?

—Tengo esa desgracia, sí —confirmó.

—¿Por qué no me lo dijiste antes, aquel día que vino aquí? —Fruncí el ceño por haberme ocultado algo así.

—Quería protegerte, cielo, Adam no es bueno para ti, pero pensé que si te lo decía directamente te despertaría un interés en él y no querrías dejarle ir —respondió agotado.

—¿Qué es lo que sabes de él, Abuelo? ¿Adam es una mala persona?

—Anne, lo único que tienes que saber es que él es diferente de nosotros, completa y totalmente diferente. Una relación de pareja entre vosotros es cuanto menos impensable, por eso, cielo, creo que deberías repensar lo del matrimonio. La vida es un balanza que hay que mantener en constante equilibrio porque es la única forma para que haya armonía, juntar dos personas tan dispares traería consecuencias. No sé qué ha hecho él para que aceptaras, pero te prometo que si quieres dar marcha atrás con todo eso, yo te apoyaré.

—Bueno, sé que él y yo somos diferentes en muchos sentidos, pero nunca diría que es una relación impensable. ¿Tan malo es que estemos juntos?

—Lo es o lo será si no te cuidas —aseguró el anciano seriamente.

—Abuelo, por favor, dime la verdad —le pedí.

—Cielo, tú sabes que algunos miembros de nuestra familia han sido un poco diferentes —formuló intentado explicarme y mi mente voló inmediatamente al recuerdo de mi tío que era apodado el loco del pueblo— Adam es diferente en un sentido distinto y esas diferencias entre ambos hace que no deban estar en una relación.

—Me siento confundida —murmuré.

—Creo que Adam te busca por esa diferencia que podría haber en ti.

—Adam me está utilizando como un peón —resumí y mi abuelo asintió— Sí, eso lo sé, pero no sé para qué.

—Eso es algo que no podemos saber a ciencia cierta, pero claramente quiere tener un as bajo la manga y para eso, él debe pensar que te necesita a ti.

—Pero no hay nada que yo pueda hacer por él, ¿acaso no lo sabe? ¿Es él tan crédulo?

—Anne, yo ya soy demasiado viejo —mencionó con su voz cansada— y él lo sabe, sino, yo mismo le habría hecho frente para obtener las respuestas a todo esto. Lamento no haber podido protegerte mejor antes, pero si quieres quedarte aquí, te prometo que estarás a salvo de él.

El anciano se veía muy fatigado, entendía el esfuerzo enorme que hacía al preocuparse tanto por mí y no quería causarle problemas a su edad.

—Abuelo, como siempre te digo, yo estaré bien, confía en mí, encontraré una solución a todo esto.

—Hay alguien esperando fuera —sentenció—. Es tu decisión, Anne.

Me acerqué para abrir la puerta a unos metros pude ver a Patrick quien me saludó.

—Es sólo el vecino, me dijo que bajaría de nuevo al pueblo porque tenía que trabajar doble turno hoy y que podíamos bajar juntos, creo que se quedó preocupado por el accidente que tuve la otra vez —le expliqué con tranquilidad.

—Lo sé, cielo, lo único bueno de todo esto, es que sabes que tienes un montón de gente que se preocupa por ti. Tal vez después de todo, sea mejor que dejes que él te acompañe, ya que entiendo que quieres solucionar las cosas por ti misma —suspiró exhausto.

—Gracias, abuelo, al menos tú, sí me diste la respuesta que buscaba desde hace tanto tiempo.

—Cuídate, Anne, y confía en tu intuición, no te fallará —se despidió mi abuelo.

Le dí un último abrazo y tomé mi bolso antes de marchar para tomar el sendero junto a un risueño Patrick.

Le dí un último abrazo y tomé mi bolso antes de marchar para tomar el sendero junto a un risueño Patrick

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Azul oscuro medianoche: Preámbulo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora