II

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Parecía una prisión. No había otra palabra que describiera mejor esa escuela, pero no podía quejarme, ya era un milagro que me hubieran aceptado a esas alturas del semestre. Camine sujetando mi mochila por el corredor. Los casilleros estaban grafiteados y parecían marcas parecidas a las que habían hecho en mi casa el día anterior. Confirme mis sospechas cuando encontré un grafiti en la pared que rezaba "terrario Red killers"

Todos los chicos de esa escuela tenían apariencia de punks desaliñados. Me sentía fuera de lugar, definitivamente yo no encajaba en ese lugar tan sombrío. Bien, me gustaba vestir de negro pero los chicos de ahí eran otro nivel. Y creo que no podía pasar desapercibido pues todo aquel que me veía cuchicheaba. Ahí la vi, la chica del supermercado. Estaba recargada en los casilleros vistiendo unos jeans negros rasgados, botas y una camiseta de red. En su cuello colgaban cadenas y su maquillaje era llamativo. Pensé un poco antes de acercarme a ella, pero cuando ella me vio sonrió y me llamo.
Camine nervioso hacia su dirección, estaba rodeada de algunos otros chicos y chicas.

—Hola chico nuevo- Me saludo con su mano, respondí el saludo feliz. Era bueno ver una cara no tan desconocida ahí. -No te he preguntado tu nombre-

—Soy Gerard- Le respondí -Hola a todos.

—¿conoces a este tipo?- Una muchacha rubia vestida similar a ella cuestionó. La chica del supermercado rió.

—Lo vi ayer en el trabajo. Compró un par de cosas- respondió. —Mi nombre es Lindsey, esta de aquí es Avril- Señaló a la rubia. -El es Ray, Andy y el es Bob- Presentó a todos señalándolos.

—Un gusto-

—¿de que año eres?- Pregunto Ray.

—De segundo- dije jugando con mis manos, ellos se miraron entre sí.

—Bueno, nosotros somos de último año pero probablemente compartas clase con algún otro Red Killer, te aconsejo acercarte a él- Lindsey sonrió.

Me puse nervioso. ¿Esos chicos eran pandilleros? ¿Los mismos pandilleros que vandalizaron la casa el viernes que llegamos? No se veían tan malos pero yo no estaba seguro de querer rodearme de esa gente.

—No me digas que estás en otra pandilla...- Linsey dijo. Los cinco chicos me miraban de una forma difícil de explicar que solo logró ponerme los nervios de punta.

—¡No! Solo que no sabía que eran chicos de pandilla, ya saben... y el nombre "Red Killers"... Lo grafiteron el día que llegue en la puerta de mi casa, solo estoy sorprendido por la coincidencia- Hable rápido pero estuve seguro de que me entendieron.

—Oh... así que eres de la familia que llego en mi calle - Avril se rió. - Perdón, es como la bienvenida a los nuevos inquilinos-

—Oh... bueno. ¿Y como reconozco a uno de ustedes?- Pregunté. Ya tenía un grupo de amigos de mi lado y estaba seguro de que yo les agradaba. Ellos me agradaban a mi, no parecían ser criminales. Después de todo un grafiti no era algo tan grave.

—Nos distingue el color rojo, obviamente.- Sonrió Andy señalando un paliacate rojo atado en su pantorrilla -Aún que también la chaqueta- Está vez el rubio se volteo dejando ver la parte de atrás de su chaqueta de cuero. Tenía un bordado de una calavera con moicano rojo. Reí, mi cabello era rojo, tal vez por eso había llamado la atención de Lindsey en el supermercado y de la gente del vecindario.

—Bueno, entonces me acercaré a ustedes- Sonreí.

—Es peligroso ser un adolescente sin pandilla en esta escuela. Hay chicos realmente malos, Gee. No por que nosotros seamos amables quiere decir que todos seamos así. Ten cuidado, muchos de aquí son personas peligrosas- Linds hablo con seriedad que me heló la sangre. -Si nosotros te brindamos nuestra amistad y tú la aceptas estarás comprometiéndote a convertirte en un Red Killer y aún que nuestras bienvenidas no son nada comparadas con la de los adultos no será fácil.-

—Ósea que me están invitando a su pandilla...- Sonó más como una afirmación que pregunta. Los chicos se miraron entre sí y sonrieron.

—Seh- Hablo por primera vez Bob - Créeme, es un honor que una pandilla te invite, no importa cuál sea, esas cosas son raras. Deberías de aprovechar.-

—Bien...- reí nervioso. -Creo que los veré en el almuerzo ¿bien? Iré a buscar mi aula- Me alejé un poco.

—Claro Gee-Gee- Lindsey me dio una palmadita en la espalda -Y ten cuidado con los Dark sea, son los peores-

Lindsey tomó a su grupo de amigos y los alejo de mi. Yo me quede parado un segundo tratando de procesar lo que había pasado. Sentía que estaba en un laberinto atrapado. Algo me decia que no era buena idea rechazar a esa pandilla, pero tampoco quería unirme. ¡Acababa de llegar! ¡yo no encajaba ahí y probablemente nunca lo haría!
Eche mi cabello hacia atrás y traté de encontrar mi salón.

Llegue tarde a mi primera clase, por supuesto, pero el profesor no hizo preguntas, ni siquiera me pidió presentarme o algo así. No pude evitar preguntarme si todas las escuelas públicas eran tan extrañas.

Encontré un lugar desocupado en el centro del salón. Era extraño estar en un aula con tantos alumnos, no estaba acostumbrada eso. También me pregunté si los alumnos de todas las escuelas públicas solían llevar cadenas o navajas atadas a su pantalón. Juro que incluso vi a un tipo con un bate bajo su butaca. Mordí mi labio tratando de buscar algo rojo entre los alumnos. Me convenía tener a los dichosos Red Killers de mi lado. No veía nada delante de mi así que me giré sobre mi butaca. De todos modos nadie prestaba atención a la clase y el profesor parecía no preocuparse por eso. Y como buen chico malo, en la esquina del salón había un muchacho, vestía Jeans negros ridículamente ajustados, la misma chaqueta que usaba Andy, llena de estoperoles en la solapa, cadenas en su cuello y por supuesto una camiseta roja que parecía quedarle pequeña de lo justa que le quedaba. Sonreí por haber encontrado a alguien de esa dichosa pandilla en mi salón.

Y tal vez no fui muy discreto con la mirada por que en cuanto me volteé al frente una bola de papel golpeó mi cabeza. Fruncí el seño mirando al chico que la había lanzado, el mismo que yo había visto por supuesto. El muchacho señaló el papel con mala cara. Lo recogí y lo desarrugue.

"¿Que tanto miras?"

Rodé los ojos, no pensaba en contestar así que solo metí la bola de papel en mi mochila y lo ignoré el resto de la clase y cuando el timbre para el almuerzo sonó todos salieron corriendo. El salón estaba vacío, ni siquiera estaba el muchacho que estaba sentado al fondo del salón.

P O O R   B O Y //frerard// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora