XVII

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Estaba en la casa de los Ireo. La madre de Frank me había recibido en la puerta emocionada preguntándome por cómo había estado el viaje con Frank y si nos habíamos divertido. Después de responder su entrevista me invitó a pasar. Ella no parecía molesta.
Al parecer ni el padre de Frank ni Lindsey estaban ahí, algo raro considerando que eran las once de la noche de domingo. Linda me acompaño hasta el cuarto de su hijo y le tocó a la puerta para avisarle de mi llegada.  Se refirió a mi como "adorable amigo pelirrojo". Escuché a Frank reír, yo reí y ella rió. Esa mujer era tan agradable.

—¿Que haces aquí tan tarde Gee?- Frank abrió la puerta y se recargó en el marco. Ya estaba en lo que parecía ser su pijama. -¿Vienes a platicar de 'eso'?-

—No precisamente- Dije metiéndome a su cuarto.
El lugar apestaba a tabaco, así que no perdí el tiempo y fui a abrir la ventana. Escuché a Frank cerrar la puerta tras de mi para después sentarse en su cama.

—Estoy aquí por algo más serio- Dije dándome la vuelta y mirándolo. El sonreía y fumaba. ¿Su madre no le decía nada?. —Me escape de mi casa por la ventana. Urgía hablar contigo. Mis padres odian la persona en la que me eh convertido desde que llegamos aquí, creen que me drogo y asalto a la gente o algo así. Creen que eh cambiado, y, ¿sabes algo? Si eh cambiado, pero para bien. Ya no soy el estúpido y prepotente Niño rico con complejo de superioridad. Estoy feliz siendo humilde y viviendo en este lugar. Mis padres me amenazaron. Papá dice que si les sigo hablado a los chicos y en específico a ti, me mandará a vivir con mi abuela a Italia, y aún que eso me hubiera encantado antes, ahora es lo que menos quiero. Me gusta esta nueva vida.-

Había estando dando vueltas por toda la habitación mientras daba mi discurso. Frank solo me observaba pensando.

—¿Hablas italiano?- Pregunto. Genial, no había entendido el punto.

—¡Ovvio, si!- Le grite. -Mierda Frank, soy medio italiano. !Y eso no es lo importante! Mi punto es que mis padres te odian por que creen que me has mal influenciado... y yo quiero ver el mundo arder- Me sente a su lado en la cama y lo mire a los ojos. -Hazme miembro de tu pandilla.-

—¿Y causar que tus padres te manden del otro lado del mundo y te alejen de mi?  Olvídalo.- Se negó estirándose al buró donde tenía un cenicero y apagando su cigarro. -Ademas no quiero que te golpeen. No soportarías la iniciación-

—Frank... por favor- Le rogué -Quiero pertenecer oficialmente a ustedes. A mis padres les dará un infarto cuando se enteren pero... últimamente me gustan mucho los riesgos- tome sus manos.

—Me niego a arriesgarte. Eres muy débil... no quiero que te dañen.- Frank parecía preocupado. -Olvídalo, tu prácticamente eres uno de los nuestros.-

—¿Que Tan horrible puede ser la iniciación?- Me cruce de brazos molesto. -Puedo soportarlo, estoy seguro.-

—Los chicos tienen que sobrevivir a una paliza por parte de un grupo de hombres de la pandilla... las chicas deben acostarse con un varón del grupo que el jefe escoge. Gee, este no es tu mundo, no debes hacerlo y no lo harás.- Frank se levantó. Estaba alterado.

—Creí que me apoyarías... solo olvídalo- Me acerque para despedirme con un beso, pero al final no lo hice -Nos veremos en clases-

Frank solo afirmo con la cabeza y yo salí de ahí. Su madre se despidió de mi y yo tomé un taxi para ir a mi casa. Entre por mi ventana y me apresuré a meterme entre las cobijas. Realmente creí que Frank se emocionaría cuando le dijera que quería entrar a la pandilla. Supongo que solo es un error más a mi lista de equivocaciones, así que solo trate de dormir.

Al día siguiente en la escuela no quise hablarle a Frank por más que me insistía. No salí al almuerzo pues no quería que nadie preguntara en por qué de mi actitud. Estaba mi molesto.

Mis padres había seguido regañándome en la mañana ¿Cuál era su problema? Y si tan solo se enteraran que me gustaba el mini líder de una pandilla.... me mandarían a china a mi suerte.

Cuando salí de la escuela no espere a Frank para que me llevara. Y creí que había sido un error cuando sentí que alguien me ponía una bolsa en la cabeza y entre varios me subían en una camioneta. Ni siquiera me dio tiempo de espantarme pues cuando sentí ya también me habían amarrado las muñecas.

—Oigan, soy pobre. Si me van a matar solo háganlo, nadie va a pagar un rescate por mi- Trate de hablar pero no estoy seguro de que se entendiera algo de lo que decía pues no escuché respuesta y yo tampoco entendía nada. Después de un buen rato me bajaron de la camioneta. Me llevaban arrastrando y yo ya no sabía que estaba pasando.

Sentí como me volvieron a atar esta vez a una silla y por fin me quitaron la bolsa de tela de la cabeza. No se veía nada, la luz estaba apagada y no parecía haber ventanas. Mire a un lado y después al otro.

—¡Oigan! ¿Ya Me puedo ir?- Grite.

No hubo ni una sola respuesta. Estuve no se cuanto tiempo ahi tratando de contar ovejas, de desatarme y escapar o ver algo. Mis padres creerían que me estaba revelando algo así.
Por fin las luces se encendieron. Y para mi sorpresa apareció Frank.

—¿Que está pasando Iero?- Le pregunte. -¿Ya pararan este teatro y me desataran?-

—No Es ningún teatro. ¿Querías tu jodida iniciación? Pues estás a punto de tenerla.-

P O O R   B O Y //frerard// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora