VI

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Gerard no paraba de agradecerme que había salvado su vida y ya me tenía fastidiado. Estaba sentado en una silla en el rincón del taller mientras yo trataba de encontrar la falla de una moto.
Resulta que el niño de papi había salido a correr. No llevaba nada de valor por qué sabía que podrían asaltarlo y aún así vivió el susto. Dijo que eso jamás le había pasado y que tener un arma apuntándole era el peor sentimiento del mundo. Le creo.

Ya me había aburrido de solo escucharlo decirme gracias. Era raro, a pesar de ir en la misma clase casi no hablábamos y durante el receso se la pasaba con mi hermana y Avril.

—Cambiando de tema, dime ¿Que hace un niño rico como tú en un barrio decrépito como este? ¿De donde vienes?- Yo no sabía nada de él (lo poco que sabía era gracias a papá) y en ese momento su vida me parecía más interesante que el maldito motor de motocicleta. Gerard bajo la vista.

—Soy de Nueva York, Manhattan para ser exactos... no es tan lejos- Me sorprendí, realmente el cambio de ciudades era extremo -Mi padre era inversionista, vivíamos en un lujoso penthouse con vista al Central Park. Tenía tarjetas de crédito, un montón de amigos y estudiaba en una escuela privada- Se rió. Sabía que era un niño de papi. -Ósea una vida de en sueño... pero a papá lo estafaron. Vendió todas sus acciones y quedamos en la quiebra, nos embargaron todo lo que teníamos y estuvimos durmiendo en la central de autobuses dos días. Fue realmente horrible. Mi madre encontró una casa en este barrio. No era muy cara así que ella la compro. No estoy acostumbrado a nada de esto Frank. Ni a las personas, ni a la escuela ni al lugar. Sin embargo estoy atrapado aquí, tengo suerte de que no me han enviado a trabajar...-

—Lo siento- fue lo único que pude decir. No me imaginaba lo horrible que debió haber sido pasar de vivir en una burbuja rodeada de dinero a una casa en un barrio de mala muerte. -Pero no te preocupes, no volverán a tratar de hacerte daño, me encargaré de eso- sonreí volviendo a mi trabajo.

—Gracias- Lo escuché decir.

—Sabes, me imaginaba que eras un niño rico. Digo, realmente se te nota lo fresa...-

—Si, lo dejaste claro anoche cuando me llamaste 'niña delicada', gracias- Se rió. No parecía molesto, yo realmente me hubiera enojado si me hubieran dicho eso, pero el parecía divertido. -Antes si lo era, créeme que era un chico caprichoso y mal educado. Tú mismo lo dijiste: un niño fresa. Pero cuando esto pasó me di cuenta de la realidad. El dinero me hace feliz, claro. Pero no es todo en esta vida ¿oh si?-

—Pues el dinero compra alcohol y cigarros así que para mi es la felicidad- Bromeé -Hay cosas mejores que los billetes, como los amigos y el amor, pero ellos no pagarán tu renta, de otro modo no estaría trabajando justo ahora.- señale la moto.

Gerard afirmó  mirando a otro lado.

—Pero sabes, creo que no todo puede ir tan mal. Al menos tengo un par de amigos- Gerard comenzó a girar en la silla -Siempre había preferido la comodidad que la aventura pero tengo que admitir que a pesar de que odio este lugar es bastante interesante-

—Créeme, lo es, pero aburre rápido. Yo solo espero la universidad para irme... No le digas a nadie, que sea nuestro secreto- Le sonreí. El rió y se levantó de la silla tomando un pañuelo desechable y acercándose a mi.

Me desconcertó cuando se agachó a mi altura y limpio mi rostro con el pañuelo sonriéndome.

—Tienes grasa de la moto en el rostro.- rio botando el papel en el cesto de basura y regresando a la silla. -Me gusta que tengas metas en la vida. Es cool-

—Si... cool- murmure nervios. Parpadeé rápido antes de regresar a trabajar con la moto. -Y tú... ¿tu familia es grande?-

—Ah, no. Somos cuatro, mis padres y mi hermano menor.-  Gerard había vuelto a jugar en la silla.

—¿ Y qué tal le va a tu hermano?- Dije relajándome y estirándome por una llave.

—Bien, a conocido a un par de chicos. Son agradables. Aún se ven inocentes- Rio.

—¿inocente?-

—Si, ya sabes, ninguno pertenece a alguna pandilla o algo así. Parecen ser buenos chicos. Además está flechado con una muchacha a la que ni siquiera le habla- Gerard mirAba sus manos entretenido -Se me acaba de ocurrir... sería divertido ir con tu hermana a Nueva York-

Lo volví a mirar arqueando una ceja, el detuvo su juego en la silla y me preguntó que pasaba.

—¿Cuáles son tus intenciones con mi hermana? Te juro que si tocas con malas mañas uno solo de sus preciosos cabellos te mueres- Lo mire serio. Si, estaba celoso. Odiaba que mi hermana saliera con chicos, hacía que me sintiera desplazado en su vida y me gustaba ser su prioridad así como ella era la mía. Si, suena enfermizo. Lo sé.

—¡No tengo ninguna mala intención! ¡Ni siquiera me interesan las chicas! ¡No te preocupes!- Se excuso. Vi como su rostro enrojeció de vergüenza. —Yo... mierda ¿la cagué? No me veas así-

—¿Cómo te estoy viendo?- Seguí serio. Bien, estaba sorprendido.

—No lo se... detente- Se puso de pie pero no lo deje pasar y ma plante frente a él bloqueándole la salida.

—Aguarda... ¿Eres gay? - Pregunto divertido. El se puso aún más rojo, sentí que estaba del mismo modo de cómo lo encontré un par de horas antes. —Mierda, lo eres- Me reí quitándome de su camino. — Bueno, entonces eso me tiene tranquilo. Debiste mencionarlo antes Gee-

—Yo... lo siento, no pensé que fuera un detalle relevante o importante de mencionar... Ósea ¿Por que deberían saberlo?- Gerard rió nervioso. Estaba seguro de que quería salir corriendo. 

—Piénsalo así: podrías gustarle a alguna chica y terminarías rompiendo su corazón cuando le digas que te gustan los chicos... O podrías gustarle a un chico y este no se animaría a hablarte pensando que solo te gustan las chicas... ambas son probables.- Le sonreí. —No te vallas hombre, Linds me preparo algo de comer, podemos compartirlo y pedir una pizza... digo, si tú quieres-

—¿No te molesta?- Me Pregunto.

—¿Debería?-

El me sonrió de vuelta caminando de nuevo a la silla donde había estado toda la mañana y sentándose observándome.
Gerard parecía un sujeto agradable además había sido una gran compañía y había hecho más ameno el trabajo de ese sábado.
Se quedó ahí conmigo un buen rato más, fue a la tienda y compro una bolsa de papas fritas y refrescos y cerca de la una de la tarde ambos nos tiramos en el suelo a comer. Lo mire. El debía conocer New York como la palma de su mano y ese era Justo el lugar donde yo planeaba irme a estudiar terminando la preparatoria.

P O O R   B O Y //frerard// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora