━━ ⦗ philophobia! ⦘
❝ y el amor
tampoco fue
temido. ❞
███████████ 𝙚𝙣 𝙙𝙤𝙣𝙙𝙚
remus lupin nunca se respetó así
mismo como ella lo hizo y aquila black
nunca se amó así misma com...
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XV. EL MAPA MERODEADOR.
OLIVIA PARKINSON YA HABÍA TENIDO SUFICIENTE. Su hermana mayor, por dos años, estaba absolutamente loca. La Pansy Parkinson de Hogwarts era muy diferente a la que Olivia conocía en casa, esta era malvada, grosera y estaba patéticamente enamorada de Draco Malfoy. Eso la hacia querer vomitar y sinceramente, si tenía que escuchar a Crabbe y Goyle crujir sus nudillos una vez más, lo haría. Así que a finales de febrero, en vez de sentarse en su asiento habitual en la mesa de Slytherin con su hermana y sus amigos, se sentó frente a un niño que siempre estaba solo, con la cara enterrada en un libro.
―Hola.―saludó con una cálida sonrisa.
Leo Black alzó la mirada y palideció.―H-hola.―dijo, con las cejas ligeramente fruncidas por la confusión de por qué Olivia Parkinson le estaba hablando. Hasta el momento, no había tenido amigos y realmente no le importaba, porque no le agradaba ninguno de sus compañeros de clases y prefería los libros que a las personas.
―¿Qué estás leyendo?―preguntó ella mientras untaba mantequilla a una tostada.
―Guía del autoestopista galáctico.―contestó con una pequeña sonrisa.―Mi mamá me lo regaló para navidad. Es una novela de ciencia ficción. Es bastante divertida y...―pero la voz de Leo se apagó al ver la expresión en la cara de Olivia. Con las mejillas encendidas, explicó.―Es una novela muggle.
La chica abrió la boca con sorpresa.
Leo se preparó mentalmente para recibir un comentario grosero sobre cómo era un traidor de la sangre, pero en cambio, Olivia dijo.―Me gustaría leerla algún día... si te parece bien, por supuesto... nunca he leído una novela muggle.
―¿Tú... lo harías?―Leo preguntó mirándole.
Ella asintió con entusiasmo y Leo no pudo evitar sonreír.
Mientras tanto, en la mesa de los profesores, las manos de Aquila temblaban tan violentamente que apenas podía tomar su taza de café. Prácticamente podía escuchar los latidos de su corazón y su mente era un remolino de emociones.
