XXVII. Pañales, besos en el cuello y guerra.

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XXVII. PAÑALES, BESOS EN EL CUELLO Y GUERRA.




EL SONIDO DE UN LLANTO LLENÓ LA habitación, y Aquila gimió, rodando sobre su espalda mientras frotaba sus ojos; era la quinta vez que Alya despertaba esa noche. Hace tanto tiempo que Leo había sido un bebé, que Aquila había olvidado lo agotadora que era la maternidad. Con su cuerpo negándose a moverse, ella movió los pies, en un intento de forzar a sus extremidades a moverse, cuando sintió que el colchón a su lado se hundía y los labios de Remus sobre su mejilla.

—Está bien, hojuela de miel.—él murmuró contra su piel.—Yo me encargo.

Arrugando la nariz, ya que aún no se acostumbraba a que la llamara "hojuela de miel" o simplemente, "miel", ella emitió un suave "mhmm" y acarició su brazo, en un silencioso gracias.

Le besó la mejilla una vez más, y con un bostezo, echó las mantas hacia atrás y se levantó. Frotándose los ojos, cruzó el pasillo hacia la habitación de Harry, que ahora servía de dormitorio para Alya hasta que encontraran un lugar más grande; levantó a su hija de la cuna, la acunó en sus brazos y le susurró algunas palabras para después dejarla sobre el cambiador.

Aquila, mientras tanto, bostezó y se acurrucó contra las mantas. Cuando el llanto de Alya no se desvaneció y solo aumentó, ella admitió su derrota y se incorporó mientras quitaba los rizos negros de su cara, justo cuando Remus entraba con Alya en sus brazos y una expresión de pánico en su rostro.

—Le cambié el pañal, pero no deja de llorar.—explicó meciéndola mientras se sentaba junto a Aquila en la cama.

—Probablemente solo está hambrienta otra vez.—Aquila murmuró, reprimiendo un bostezo. Apoyó la espalda en la almohada y tomó a Alya en sus brazos, levantó su holgado pijama para exponer su pecho y lo acercó a los labios de la pequeña bebé.

Cuando su hija abrió la boja y comenzó a succionar, Aquila se estremeció ante la sensación, que aún no se acostumbraba.

Remus las observó con asombro; no importaba cuántas veces haya visto a Aquila amamantar a Alya, nunca podía evitar perderse por completo en la belleza de un momento tan puro e íntimo entre la madre y su hija.

philophobia ━ remus lupin. (2)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora