Cumpleaños

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Los rayos de luz se infiltraban por la ventana de la habitación de Mikasa Ackerman.

La joven ya había despertado hace un rato mas no abrió los ojos, ya sabía lo que le esperaba en este día en específico.

La campana empezó a sonar, indicándole a los reclutas que era hora de levantarse, sin embargo, Mikasa permaneció en cama, en la espera de lo de todos los años.

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– ¡SORPRESA! – gritaron aquel par de chicos mientras brincaban a la cama de su amiga, como dos niños en mañana de navidad yendo a despertar a sus padres.

Mikasa decidió abrir los ojos finalmente, viendo a los hombrecitos de su vida. Les sonrió.

– Feliz cumpleaños, Mika. – dijeron al unísono el castaño y el rubio. Mikasa se incorporó para, como todos los años, ser tumbada de nuevo al ser abrazada por su familia.

– Gracias. – a pesar de no haber un cambio drástico en su semblante, ambos chicos pudieron percibir la calidez en sus palabras, como una que transmite una madre a sus hijos.

Eren y Armin se acostaron uno al lado de Mikasa, los tres viendo al techo en silencio, como se había vuelto tradición desde que perdieron su hogar.

– Chicos, ¿recuerdan la primera vez que hicimos esto en tu cumple, Mikasa? – preguntó Armin.

– ¿Y cómo olvidarlo? A penas terminamos de gritar cuando ya estábamos en el suelo. Suerte que no nos rompiste nada, Mika.

– Ya me disculpé, Eren. – viró los ojos la chica.

Y si, el primer cumpleaños de la chica después de la caída del muro María, al haberse quedado huérfanos, tomaron la decisión de hacer pasar un buen cumpleaños al celebrado.

Sin embargo, al haber cambiado drásticamente el ambiente al que acostumbraban, Mikasa se puso alerta a cualquier peligro que los pudiera acechar.

Por lo tanto, la primera vez que los chicos hicieron eso, fueron derribados al suelo por Mikasa, al creer que los querían atacar.

– ¡Ya! – se sonrojó la Ackerman. Solo mostraba esa faceta cuando estaba a solas con ese par.

Después de unos minutos, decidieron que ya se habían reído lo suficiente ante tal recuerdo, quedándose en un acogedor silencio.

– ¿No creen que deberíamos ir a desayunar? – pregunta Armin, rompiendo así el silencio.

– Tienes razón, además ya me dió hambre. – razonó el castaño.

– Vamos. – se levantó la chica yendo a su armario, dispuesta a cambiarse.

Mikasa procedió a cambiarse mientras platicaba de cosas banales con Eren y Armin, quienes se habían volteado en dirección a la pared.

Saliendo de su habitación, Jean se encontraba nervioso, pues se había decidido en que hoy sería el día en que le confesaría sus sentimientos a la portadora de aquella bufanda roja.

Ya estaba llegando el atardecer y el chico aún no podía confesarse, gracias al arduo entrenamiento y las constantes felicitaciones por parte de los demás miembros del escuadrón 104.

Además de un "pequeño" e "insignificante" detalle: A diferencia de Armin, por alguna razón, Eren no se despegaba de Mikasa y eso le molestaba, ya que interfería en su confesión.

Eren no era del agrado total para Jean, pues éste siempre intervenía en cada intento por acercarse y le irritaba que Jean hablara de su hermana.

Cuando comenzó a oscurecer, los reclutas se encontraban cenando mientras platicaban de lo que se les venía a la cabeza.

De párrafo en párrafo • Editando, PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora