Amargo

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[Continuación de "Inoportuno"]

Había pasado ya un tiempo desde el día que Mikasa y Eren estuvieron en cierta situación; ahora no podía ver a la chica sin recordar la sensación que pudo disfrutar por corto tiempo.

Eren no sabía porqué, pero le irritaba ver a Mikasa y Armin juntos, y es que simplemente no lo entendía, los tres se conocen desde niños.

Ya se había sentido así antes: En Shiganshina, cuando esos tres niños intentaban coquetear con Mikasa y ella los mandaba a volar; después de la caída del muro María, por el desarrollo de Mikasa, muchos intentaron acercarse a ella, pero el abuelo de Armin o Hannes se lo impedían; y por último, en el cuartel, varios reclutas y Jean querían atraer su atención, solo que él evitaba que se le acercaran a toda costa.

Ya se le iba haciendo costumbre verlos platicar en el comedor y a la hora del entrenamiento. En los días libres, parecía que estaban pegados de la cintura, pues no se alejaban del otro más de cinco centímetros.

Y no sabía cómo empezó todo eso, si hace dos semanas todo parecía normal y de un día para otro, ya sé encontraban en esa situación.

Según él, no había cometido ninguna estupidez –a parte de la de hace semana, pero a ella no pareció molestarle– o se había peleado con Mikasa, pues siempre que algo así pasaba, ella le daba el espacio que le pedía.

•°•°•°•°•

— Oi, Eren. — habla Connie. — ¿Qué tienes? Haz destrozado el pan.

— ¿Eh? — dirige su vista hacia el trozo de pan. — No me dí cuenta.

— ¿No es obvio, Connie? — comenta la castaña pecosa. — Está celoso de que ahora Mikasa se la pasé detrás de Armin.

— Ya veo, parece irritarle que ella le presté atención a alguien que no sea él. — contesta el de cabeza rapada, comiendo un trozo de pan.

— Tal parece que valora a Mikasa cuanto le ha dejado de hablar. Eres un idiota, Jaeger. — menciona Jean, viendo la mesa donde el rubio y la asiática se encuentran platicando a solas.

— No estoy celoso, — escupe Eren, frunciendo el ceño. — dejen de decir idioteces. Mikasa y Armin son amigos.

— Pues no lo parecen. — atacó Sasha, sonriendo macabramente.

— Ya dejenlo, chicos. — intervino Christa. — No sabemos si pelearon o no.

Eren suspiró. No sabía porque le tomaban importancia al asunto, de hecho, no sabía porque sentía un sabor amargo cada vez que los veía juntos.

•°•°•°•°•

— Armin, Mikasa. — saludó el castaño. — ¿Qué dicen si vamos a la ciudad a pasear?

— ¿Eh? Lo siento, Eren, pero Mikasa y yo ya tenemos planes. — se disculpó el rubio.

Siempre los tienen. Bien, que se diviertan. — contestó, intentando ocultar el fastidio que le ha estado causando esa respuesta las últimas semanas.

Armin y Mikasa no pudieron ocultar una pequeña risa traviesa al ver la reacción del castaño ante su respuesta.

— ¿Ves que te dije que era cierto, Mika? No solo es deseo. — presumió el rubio, a lo que la chica sonrió levemente. — ¡Al fin pude hacerte sonreír! — el ojiazul celebró.

— ¡Armin! — y se sonrojó la Ackerman.

— No te preocupes, será nuestro secreto. — dijo para después abrazarla por detrás de los hombros y darle un tierno beso en la frente.

•°•°•°•°•

— Mmmm... Así que por eso estás así. — espetó Annie, tras descubrir hacia donde dirigía la vista el castaño, ahora sabía porque se distraía tanto en el entrenamiento.

— ¿Eh? No sé a qué te refieres.

— Si crees que te gusta Mikasa, deberías confiar en ella. — soltó, moviendo las cartas a su favor.

— Lo hago, pero... — calló al captar lo que dijo la rubia. — ¡No me gusta Mikasa! — gritó, llamando la atención de todos. Eren no se dió cuenta, pero Annie sonrió mientras Armin y Mikasa chocaban las manos con una sonrisa triunfante adornando sus labios.

Connie, Sasha, Ymir y Christa negaron con la cabeza mientras se golpeaban la frente, Eren no sabía ser nada disimulado.

•°•°•°•°•

— Mikasa, ¿podemos hablar?

— Lo siento, Eren, pero tengo que... — fue interrumpida.

— Ir con Armin, lo sé. — suspiró. — Esto no va a tomar mucho tiempo. — suplicó.

A duras penas, la azabache ocultó una sonrisa, sabía que Armin y los demás se encontraban detrás de esa pared escuchando todo. Y no es porque a Sasha se le cayó una patata, no, solo tenía una corazonada.

— Dime.

— ¿Estás enojada conmigo por lo de aquella vez? — cuestionó. Vió en el rostro de su hermana la confusión. — Digo, has estado un mes entero evitandome.

— No. — fue todo lo que dijo. Le gustaba hacerlo sufrir.

— Mikasa... — se quejó. Los demás tuvieron que taparse la boca para no explotar a carcajadas, les parecía divertido el cambio de roles.

— Eren, tengo que irme. — dijo, empezando a dar unos pasos hacia donde se encontraban los chicos, mas no contaba con lo que iba a pasar después.

El ojiverde le tomó de la mano y la puso de espaldas contra la pared, poniendo cada mano al lado.

— ¿Eren? ¿Qué ha...?

No pudo terminar de formular la pregunta porque el moreno, harto de esa situación, la besó con brusquedad, poniendo una pierna en medio de las de la chica para evitar que corriera.

Mikasa se sorprendió al igual que el resto; sin embargo, correspondió al beso, sintiendo como Eren pasó su lengua por su labio superior, por lo que los separó para darle acceso directo a su cavidad bucal.

Los chicos sabían que debían darles privacidad, pues ya habían cumplido con su objetivo, pero Sasha y Connie se negaban a irse, por lo que tuvieron que cargarlos de las manos y los pies.

Poco a poco el beso fue subiendo de intensidad y humedad, Eren la tomó de la cintura y la pegó a él, mientras que la muchacha lo tomó del cuello para profundizar el beso.

Se separaron por la falta de aire y el moreno recargó sus labios en el cuello de la ojigris, comenzando a besarlo y darle leves mordidas. No lo sabía pero Mikasa sintió su erección rozar peligrosamente cerca su intimidad al igual que hace un mes atrás, a lo que jadeó, volviendo a encender al castaño, solo que con más intensidad.

— Vamos a mi habitación.

De párrafo en párrafo • Editando, PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora