Pastel

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— ¡Mamá, Zeke me quitó la fresa! — se quejó un castaño de 9 años.

— ¡Que niño tan llorón eres! — le contestó un rubio adolescente de 15 años. — Esta vez me tocaba a mí y lo sabes.

De la cocina, salía una señora de cabello largo y negro, con dos vasos de leche en cada mano, los cuales puso en la mesa.

— No peleen en la mesa, y Eren, deja de llorar que te daré un buen motivo para hacerlo. — amenazó, levantando una mano.

— P... Pero yo la quería para Mikasa. — murmuró bajito el mencionado.

— Eren tiene novia — cantó el mayor. —, y es más alta que él.

— ¡Cállate! — se quejó Eren, inflando sus mejillas. — Mikasa no es m... — antes de que pudiera terminar la oración, alguien dió un portazo.

— ¡Mami! ¡Ya llegué! — gritó una hermosa niña azabache, corriendo a los brazos de la mayor, quién la cargó.

— Hola, Mikasa. ¿Cómo está mi princesa? — le dijo Carla a la niña.

— Eren está bien, mamá. Pero la que llegó es Mikasa. — contestó Zeke, a lo que Eren intentó pegarle pero fue sujetado por su padre.

— Eren, Zeke, no peleen frente a Mikasa. Ahora, todos a disfrutar del pastel. — se sentó al lado de su esposa.

Todos se dispusieron a comer lo que preparó Carla, charlando de diversos temas, hasta que Eren habló.

— Papá, Zeke se comió la fresa. — el mencionado volteó a ver a su hijo mayor.

— ¿Qué? Me tocaba. — mencionó el rubio, no entendiendo la razón por la que su padre lo ve así.

— Sabías que Mikasa iba a venir y que siempre le damos la fresa. — espetó Grisha.

Zeke volteó a ver a la niña, que se encontraba sentada al lado de su hermano, tenía un pequeño puchero en sus labios y la mirada gacha. Rodó los ojos, sus padres la habían consentido tanto.

— Mikasa — levantó la vista ante su llamado. —, perdóname. Si quieres te compro unas para ti. — le estaba por tomar de la mano cuando una pequeña y morena manita se la golpeó.

— No la toques, simio. — le regañó Eren, haciendo un puchero. — Mikasa es mía. — y le dió un beso en los labios a la ojigris, sacándole la lengua a su hermano y abrazando a Mikasa fuertemente.

Ay, la infancia. ¿Quién no dió alguna vez un beso inocente?
No era la primera vez que Eren le daba un beso a Mikasa, ellos se conocían desde que estaban en el vientre de sus madres; pero lamentablemente, la madre de Mikasa falleció al dar a luz y su padre había muerto en un accidente antes de saber del embarazo. Por lo tanto, la custodia pasó a manos de sus tíos Kenny y Kuchel Ackerman, aunque más bien parece que vive con los Jaeger.

— Eren, — dijo Mikasa, cuando Eren la soltó. — tienes chocolate en tu cachete.

•°•°•°•°•

Había pasado unos años desde aquel momento y Eren se encontraba sentado en la sala recordando ese día.

Su hermano estaba estaba en su habitación haciendo la tarea y su padre en el garaje.
Sacó su celular y decidió mandar un mensaje, al momento de tener una respuesta afirmativa, sonrió con un ligero rubor en sus mejillas.

— Eren... — dijo su madre saliendo de la cocina, para acomodar los platos en la mesa.

— Ya viene en camino. — contestó volteando su rostro, evitando que su madre notara el color de sus mejillas y haciendo su teléfono a un lado.

De párrafo en párrafo • Editando, PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora