Adiós, Mikasa

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— ¿Que soy para ti, Mikasa?

Te lo pregunté esa noche porque tenía la esperanza de que al fin me lo dijeras.

Tu respuesta definiría el rumbo de las cosas que pasarían más adelante.
En ninguno de los escenarios creados por mi mente, me esperé esa respuesta.

— Eres mi familia.

Mis sentimientos no estaban del todo claros pero aún así, tu respuesta fueron como cuchillas para mi corazón.


¿Me amabas o no me amabas?

¿El amor que había escuchado sin querer, que sentías hacia mí era de hermanos o... algo más?

Me confié en que sería la segunda opción y por eso dejé pasar el tiempo.
Estando en Liberio me di cuenta que también te amaba, pero ya no como hermanos, hacía mucho que te había comenzado a ver cómo mujer.

Me pasé los siguientes meses esperando a volver a verte para decirte mi sentir, pero algo me lo impidió.
Información acerca de tu clan vinieron a mi mentes como si se trataran de mis recuerdos, pero no eran míos, no, eran de antiguos portadores; cuando el atacante le pertenecía a Mare.

Tu clan estaba genéticamente programado para seguir las órdenes de un portador, como solían llamar a los de alto mando. Y entonces, cayó en mí la duda.

¿Estabas a mi lado porque me amabas?

¿O lo estabas porque tu ADN te decía hacerlo?

Pero eso no fue lo único... No, como si al universo no le fuese suficiente, recibí otras memorias, pero... Éstas eran del futuro y en ellas descubrí las desgracias que te esperaban a mi lado.

Pero no creí en ello. Era imposible ver el futuro, ¿no?
Sin embargo, me di cuenta tarde de cuan equivocado estaba... Sasha yacía muerta frente a ustedes y yo, creyendo que lo que vi era mentira, lo provoqué al lanzarme de cabeza a la masacre.

Entonces lo decidí. Los alejaría de mi lado, sobretodo a ti. No dejaré que otros de ustedes mueran.

No había mucho tiempo, las cosas habían empeorado en un abrir y cerrar de ojos y en medio de la desesperación, recurrí a lastimarte donde más te dolía con la esperanza de que te alejarías de mí y me dejarías atrás, salvando tu vida sin que tú lo supieras.

— Desde que era niño, Mikasa. Siempre te he odiado.

Pero...

Siempre ha de existir un pero en ésta vida.

No te alejaste de mí. Permaneciste a mi lado a través de la distancia y en ese momento, me ilusioné como no tienes una idea.

Creí en que tu corazón seguía latiendo por mí.

Creí en que aún eras mía.

Pero no fue así. Me perdonaste, sí, pero todo fue diferente cuando al fin comenzamos a hacer las pases con la gente de afuera.

De párrafo en párrafo • Editando, PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora