No es real (11/15)

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Eren se encontraba sentado solo en el patio de su escuela, viendo a los demás niños jugar, niños que no querían ser sus amigos.

Y dije que se encontraba solo, porque llegó una infante con ascendencia asiática a su lado.

— Hola, Mikasa. — sonrió ampliamente mientras levantaba la vista del suelo.

— Hola, Eren. — le regresó la sonrisa. — ¿Quieres jugar? — ante un asentimiento de cabeza, ambos cumplieron con lo dicho.

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— ¿Otra vez no regresó al salón? — decía la señora Jaeger a través del teléfono. — Está bien, gracias. — colgó.

Esa era la quinta vez en la semana que su hijo no entraba a las clases. En 2° de primaria y ya es rebelde.

Marcó un ya recurrido número. — ¿Doctor?

•°•°•°•°•

El castaño se encontraba en dirección escolar esperando a su madre, que hablaba con la directora por quinta vez en la semana.

— No entiendo, Mikasa. ¿Porqué me castigan por jugar contigo? — frunció los labios.

— No lo sé y tampoco te dejan ir a mi casa. — se cruzó de brazos.

— ¿Eren? — ambos escucharon la voz de la progenitora del castaño. — ¿Con quien hablas, cielo?

— ¿Uh? Con una amiga, mami. — contestó simplemente.

La pelinegra suspiró. — Cielo, después de irnos iremos con un psiquiatra para que te trate.

— ¿Uh? — ladeó la cabeza. — ¿Porqué, mami?

— Por tu amiguita imaginaria, ya estás grande para tener una. — sentenció.

— ¡Mikasa no es imaginaria, mami! — gritó enojado, levantándose de su lugar y posandose frente a la susodicha, en forma de protección. — ¡Y no entiendo porque no me dejas ir a su casa, ella dice que el cielo es muy bonito!

Las dos adultas guardaron silencio. ¿Qué fue eso?

De párrafo en párrafo • Editando, PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora