De párrafo en párrafo • Editando, Pausada

Muérdago

La nieve comenzaba a caer en el cuartel, los entrenamientos se vuelven difíciles en esa época por el descenso de temperatura, pues muchos se entumecían o se engarrotaban en consecuencia. Mikasa miraba algunos copos caer del cielo, posándose con una elegancia en el suelo con lentitud. Aquella nevada época del año solía ser de sus favoritas antes de la caída del muro Maria, donde sufría junto a Eren y Armin al no tener el cobijo suficiente para protegerse.

— Mikasa, céntrate en el entrenamiento. — le pidió Jean, quien había detenido sus ataques al ver que ella se encontraba en su mundo. A pesar de haber sido una oportunidad para tomarla con la guardia baja y derribarla, él no quería aprovecharse y hacerle daño.

La de rasgos ligeramente orientales parpadeó, saliendo de los recuerdos de su pasado. — De acuerdo. — se puso en su inexpresiva pose de batalla, derribando al más alto en cuestión de segundos.

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Era ya de noche, la mayoría se encontraban cubiertos con telas pesadas por el frío, debido a que las actividades físicas habían terminado ya, por lo que tenían que entrar en calor de otra forma. Todos estaban bebiendo de la bebida caliente que se habían preparado por aquella noche, pues se había vuelto una de las noches más heladas que habían experimentado alguna vez dentro de las murallas.

Les habían dado los días siguientes libres en lo que la temperatura aumentara, obviamente sin poder salir del cuartel, ya que se habían suspendidos los entrenamientos con el fin de no arriesgar a los reclutas.

Mientras los demás se encontraban charlando sobre lo que más les gustaba hacer en esas épocas con sus familias, alejada de todas las mesas, se encontraba Mikasa Ackerman acompañada de la soledad, pues incluso Eren y Armin se habían unido a la pequeña fiestecilla que habían improvisado. La blonda no quería arruinarles aquel momento de felicidad a sus mejores amigos, por lo que se había alejado de ellos para que no se preocuparan por ella.

Sintió a alguien situarse a su lado mientras seguía manteniendo la vista en la superficie de la mesa. — Hola, Christa. — murmuró el nombre de la pequeña rubia, pues con sus habilidades más desarrolladas que todos, la había percibido acercarse.

— ¿Por qué no te nos unes, Mikasa? — preguntó en cambio con suavidad.

— A Mikasa nunca le han gustado esas cosas, ¿cierto, Mikasa? — la mencionada se sobresaltó ante la repentina respuesta de Eren, no lo había sentido llegar.  —  O bueno, no al menos desde que la conozco. — se llevó una mano a la nuca al recordar que no conoció a la niña que fue antes de ese fatídico día.

— ¿De verdad? — la de ojos azules regresó su mirada a la chica a su lado, recibiendo un pequeño asentimiento de su parte. — En ese caso, los dejo para que estén juntos, puedes tomar mi bebida para que entres en calor. No le he tomado, por si lo preguntas. — Christa le dio su vaso, el cual seguía lleno.

— Oh, no pu...— la cortó.

— No me molesta, de todos modos ya me iba a dormir. — y tras darle una pequeña sonrisa, se marchó, dejándola a solas con Eren, el cual seguía a sus espaldas.

El castaño se posicionó a su lado y tras cruzar sus brazos sobre la mesa, recargó su cabeza sobre ellos, mirando a los demás divertirse.

Ambos permanecieron en silencio, pues a pesar de ser cercanos, aquellos momentos en silencio entre ellos eran demasiado comunes, pues parecían entenderse el uno al otro y les agradaban estar así, pues sus compañías eran lo que les bastaba cuando no había tema de conversación.

Mikasa escuchaba atentamente el sonido del pie del chico a su lado resonar con insistencia debajo de la mesa mientras éste miraba a sus compañeros, creyendo que Eren quería estar con ellos, pero por el motivo de no dejarla sola se lo impedía.