Bufanda

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Todos los reclutas se encontraban entrenando a pesar de ser el día más caluroso que alguna vez hayan vivido, por lo tanto, no era nada raro verlos con las ropas arremangadas y alguno que otro botón suelto... Salvo por cierta azabache, que se negaba a quitarse aquella gruesa tela de su cuello.

A pesar de las múltiples insistencias del instructor Shadis, Mikasa se negaba, así que él la dejaba ser. De todos modos, ya llegaría Levi.

Desde que llegó a los oídos del capitán Ackerman que había una recluta con su mismo apellido, Mikasa se volvió intocable tras haber descubierto que la cadete que vale por cien era prima del soldado más fuerte de la humanidad. Lo cual fue una sorpresa... No tan sorpresa.

No era raro ver a Levi rondar de vez en cuando por el cuartel de los reclutas, justo como hoy.
Lo que sea con tal de vigilar a su vivo retrato, ¿no?

— Mocosa, quítate esa porquería. — ordenó mientras se encaminaba hacia la azabache.

— Porquería tu pañuelo, enano. — contestó mientras tacleaba por cuarta vez a Reiner.

Solo había dos personas en el mundo con las agallas para hablarle así a Levi: Hanji Zöe, su molesta cuatro ojos y Mikasa Ackerman, su mocosa prima.

— Hablo en serio, Mikasa. — dijo deteniendo una patada de Reiner, la cual iba directo a la cabeza de la ojigris.

— Yo también, Levi. — espetó tumbando al rubio. Reiner prefirió alejarse de ambos Ackerman antes de que se decidan por usarlo como saco de boxeo.

El entrenamiento cuerpo a cuerpo se detuvo para prestarle atención a los ojigrises. De por sí, ambos ya llamaban la atención por el parecido físico, ahora lo hacían más por sus habilidades en combate.

— Mikasa... — murmuró Eren.

Todo quedó en un sepulcral silencio, que no duró mucho gracias a Armin. — Mi... Mikasa, solo quítate la bufanda, no hay necesidad de pelear. — calló al ver la expresión facial de la chica. — O Capitán Levi, eh... Deje que Mikasa conserve la bufanda.

Levi y Mikasa voltearon a verlo con su típico semblante serio. — No.

— Uh... — Armin voltea en busca del instructor Shadis para pedirle ayuda, pero desechó la idea al verlo junto a la líder Zöe, disfrutando de la escena.

— ¡Vamos, Mikasa! — gritó la castaña. — ¡No te dejes ganar por el enano! — ambos endurecen sus expresiones faciales. — La leyenda es cierta, es igualita a él... ¡Peleense!

— Oi, cuatro ojos... Cállate. — Hanji guardo silencio. — Por última vez, Ackerman. Quítate esa porquería.

— Por última vez, Ackerman, no lo haré. ¡Reiner! — el mencionado se asustó. — Volvamos al entrenamiento.

— ¡Atención, cadetes. Vuelvan a entrenar! — se escucharon quejas. — Lo sé, yo también quería ver la pelea.

— Mocosa... Obedece. — la toma del brazo derecho.
Mikasa logra zafarse y toma el brazo con el que Levi la sujetó, poniéndolo tras su espalda; el azabache la tumba golpeándola con su pienso en la parte trasera de su rodilla derecha, posicionándose sobre ella para sacarle la bufanda.

— ¡Eso, Mikasa! — gritó Hanji, emocionada. — ¡Quiero a esa chica en mi escuadrón cuando se gradúe!

Mikasa levanta bruscamente su rodilla izquierda y golpea fuertemente la espalda de Levi, cambiando la posición: Ella arriba y Levi abajo. Entre forcejeo y forcejeo, el mayor logró mandarla a volar tras impulsarla con sus pies en su abdomen.

De un rápido movimiento, la blonda se levantó y siguió la lucha de pie; Mikasa lograba darle alguna que otra patada en diferentes partes del cuerpo al de menor estatura, y Levi le encestaba uno que otro puñetazo en el cuerpo. Todo bajo la atenta mirada de los que se encontraban en el cuartel, pero les era difícil seguir la pelea con la vista, pues todo pasaba rápido.

— ¡Yo le apuesto a Mikasa! — gritó Jean.

— ¡Yo también! — gritó Hanji, con un brazo levantado.

— Huele a Zöe muerta. — espetó Mike, llegando junto a Erwin.

— Así que por eso se tardaban. — comentó Erwin. — Mikasa tiene increíbles habilidades.

Erwin, como gran comandante y amigo, decidió gozar de tan única escena, y junto a Mike, fue el único que apostó a favor de Levi; los demás apoyaban a Mikasa. Excepto Eren y Armin, quienes habían escuchado las habilidades del Ackerman, y estaban preocupados. A pesar de que Mikasa tuviera grandes habilidades, Levi tenía más experiencia en combate.

— ¡Ya me cansé de esto, mocosa! — y tomó su brazo izquierdo para darle la vuelta, poniendo el brazo tras su espalda, aprisionandola; con su mano libre, logró sacarle al fin la bufanda del cuello.

Reiner, quién se había acercado junto con Annie por si todo se ponía más intenso, quedó petrificado ante la razón por la que Mikasa se negaba a quitarse aquel pedazo de tela. La rubia, quién también quedó sorprendida a pesar de tener sospechas desde el inicio, solo le dirigió una mirada de advertencia al ocasionante.

— ¿Qué diablos es esto, Mikasa? — preguntó un enfurecido Levi, soltando a la mencionada pero manteniendo el agarre en su muñeca.

— No sé de qué hablas, Levi. — Contestó por lo bajo, tímida.

— Uy, esto se puso bueno. — mencionó Hanji. — ¿Quién crees que haya sido Mike? Sirve de algo y huele.

— Creo que la pregunta se contesta por sí sola, Hanji.

Todo el campo de entrenamiento se quedó en silencio, los varones se estremecían del miedo al ver la mirada del Ackerman pasar por cada uno de ellos, escaneandolos. Se detuvo en Arlert, percatándose de algo.

— ¿Dónde está el mocoso? — el rostro de Mikasa palideció. Todos sabían que así se dirigía a dos personas.

— Está detrás de usted. — delató Annie. No quería que metieran a su chico en aquella situación.

— ¡Jaeger! — Eren dió un respingo. — ¿Tú le hiciste esto a la mocosa?

— Eh... Yo... — fue su rostro el que lo delató.

•°•°•°•°•

— ¡Auch! — se quejó. — ¡Duele!

— ¡Entonces no te muevas! — le regañó la chica.

Se preguntarán “¿Qué habrá pasado?”, o tal vez no, creo que todos nos imaginamos la santa madriza que le metió Levi a Eren.

— Les dije que fueran más discretos, chicos. — soltó el rubio, suspirando.

— Todos es culpa de tu novia. — señaló Eren a la rubia. — ¡Auch! ¡Mikasa!

— ¡Que no te muevas, dije! — el castaño tembló del miedo.

— A mí no me metas en problemas, Jaeger. No iba a dejar que metieran a Armin en sus asuntos. — confesó Annie.

•°•°•°•°•

— Oi, Levi. ¿No crees que te pasaste? — preguntó Hanji.

— No, es lo que se merecía ese mocoso. — contestó tajante el azabache.

— ¿Y porqué Eren no puede marcar a Mikasa y tú a mí, si?

— ...

De párrafo en párrafo • Editando, PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora