Felicidad Ajena

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— ¡Mikasa, ya llegué! — gritó un castaño, abriendo la puerta de un amplio departamento. — ¿Mikasa? — volvió a repetir, tras no haber recibido respuesta alguna de la mujer.

— ¿Eren? — se oyó decir, el mencionado volteó su vista hacia unos de los sillones de la sala, encontrando a la azabache. — Hey, ¿cómo te fue?

El moreno dejó sus cosas en el sillón de al lado y se retiró tanto el saco como la corbata, desabotonándose un poco la camisa.

— Muy bien, Mika. — respondió acercándose a ella y depositándole un tierno beso en la frente. — ¿Pasa algo? — le preguntó entre preocupado y confundido, pues sentía una extraña y desconocida vibra en el apartamento.

La chica le brindó una hermosa sonrisa, esa que solo pudo gozar escasamente durante su infancia; le invitó a sentarse a su lado, petición que cumplió.

— Eren... — señaló con la vista cierto objeto, sorprendiéndolo.

— ¿En serio? — preguntó entusiasmado al momento de regresar su vista a sus ojos, sintió como ella le tomó su brazo izquierdo y posicionó su mano en su vientre levemente hinchado.

— ¡Estoy embarazada, Eren! — espetó con total entusiasmo y con un brillo en sus ojos que jamás se le había vuelto a ver.

Ninguno de los dos pudiendo aguantar más, se fundieron en un cálido abrazo, riendo de manera alegre por tal noticia; al separarse, el ojiverde le volvió a brindar otro beso en la frente para luego acariciarle el vientre tras haberse calmado los dos.

— Padres... — musitó en voz baja, aún así siendo audible para la ojigris, quién estaba siendo abrazada por los hombros de parte de Eren.

— Eren... — susurró a lo que el mencionado hizo un ruido con la garganta, en señal de que la escuchó. — ¿Crees que él estaría feliz? — recargó su mano sobre la de él.

— Por supuesto. — afirmó de manera segura. — Dónde quiera que Armin esté, le agradó la idea de que va a ser papá.

Padres... — musitó lo mismo un rubio, tras haber presenciado aquella confesión.

Se maldijo así mismo y al destino por no haber presenciado el momento en el que se supone que sería el hombre más feliz de su vida.

Y sí, claro que está muy entusiasmado por tal noticia y por sobre todo, por saber que su esposa e hijo estarían en buenas manos.

Pero le habría encantado estar presente durante la etapa más hermosa de una mujer: La maternidad.

Le habría encantado poder estar ahí en su nacimiento y poder cargarlo; en sus primeras palabras y en sus primeros pasos; y, por sobre todo, le habría encantado tener el honor de entregarla en el altar si es que era niña.

Pero puede estar en paz, sabía y confiaba en que su mejor amigo de la infancia, protegería a toda costa a su familia.

Gracias, chicos. — agradeció el ojiazul a las dos personas frente a él, con quiénes tuvo una buena vida a sus lados.

Armin se acercó el hizo lo que no podría hacer: Posicionó una de sus manos en el vientre de su esposa y para su sorpresa, no la traspasó como el resto de las cosas, sino que pudo sentir aquello que jamás pensó sentir.

— Armin... — musitaron ambos amigos del mencionado, sonriendo con tranquilidad y felicidad.

Papá... — se le escuchó decir a una hermosa niña azabache. Era la hija que él y Mikasa perdieron hace tiempo atrás. — ¿Mami me va a dar una hermanita?

Él le sonrió. — No lo sé, cariño, pero de que vas a ser hermana mayor, vas a serlo. — le contestó Armin a su hija, a la cual conoció al morir.

¿Puedo tocarla? — señaló la niña al vientre de la azabache mayor.

Claro, cariño. — el rubio se hizo a un lado sin despegar su mano de con su esposa.

La niña tocó el vientre de su madre y sonrió. — Quiero que tenga el pelo como tú y los ojos de mami. — informó con una pequeña risa.

Estoy seguro de que será tan hermosa o hermoso como tú. — confesó, despegando su mano y la de su hija, entrelazándolas. — Vamos, cariño, es hora de irnos.

Adiós, mami. Adiós, tío Eren. — dijo la niña, moviendo su manita libre en señal de despedida, a pesar de que ellos no la pudieran ver y se retiraron a su lugar de eterno descanso.

Y tal como dijo la niña, a los nueve meses Mikasa y Eren recibieron a una niña rubia y ojigris con destellos azules, siendo el vivo retrato de Armin Arlert.

La niña creció viendo a Eren como su padre y con el paso de los años, la asiática y el moreno recibieron a otra niña, pero ésta con los rasgos tanto de Eren como de Mikasa; cosa que no molestó a Armin.

A él le agradaba el hecho de que su mujer haya podido continuar con su vida siendo feliz al lado de su mejor amigo, quién a su vez, encontró la felicidad junto a ella; mientras él la vive con su pequeña primogénita.

Y... Volví :3

Cómo sabrán, soy fan tanto del Eremika como del Arumika y quise matar dos pájaros de un tiro poniendo ambas parejas en este One-shorts >w<

Espero que les haya gustado y perdón por olvidarme de este libro por un pequeño tiempo ^^'

De párrafo en párrafo • Editando, PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora