Tatakae

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— ¡Eren, ven rápido! — gritó Armin desde una de las habitaciones de la segunda planta, se le escuchaba emocionado. — ¡Mikasa, corre!

Ante repentinos gritos, Mikasa apagó todo y salió corriendo lo más rápido que pudo de la cocina, llegando rápido a la habitación de donde provenían los gritos, siendo seguida de su esposo a los segundos con una toalla envuelta en su cadera mientras gotas de agua caían de su húmedo cabello.

— ¡Dios, Armin, me asustaste! ¿Qué sucede? — preguntó Eren confundido a la par que se acomodaba mejor la toalla.

— Miki, al fin habló. — dijo Armin emocionado mientras alzaba a su ahijada y sobrina, la pequeña Carla Jaeger en dirección a sus padres.

— Ta… ta… kae... — dijo la pequeña pelinegra, para luego ser tomada en brazos por su madre, la cual besaba efusivamente sus mejillas.

— ¿Es enserio, chicos? — Eren entrecerró sus ojos. — No es como si yo lo dijera siempre.

— ¿Crees que tenemos algo que ver? Tu hija fue quien lo dijo. — mencionó Mikasa mientras le hacía mimos a su hija. — ¿Verdad que sí, mi amor?

Eren rueda los ojos. — Iré a terminar de bañarme. — le dió un beso en la frente a las mujeres de su vida y una señal de advertencia a Armin. 

Cuando salió el castaño del cuarto, Mikasa y Armin comenzaron a reír por lo sucedido. El rubio se acerca a la niña.

— Tatakae. — le dice a la pequeña ojiverde.

— Ta… ta… kae... — repite inocentemente la menor.

— ¡Armin! — exclama un enfurecido castaño entrando de repente a la habitación. El ojiazul, del susto, cayó al suelo mientras que no dejaba de carcajearse.

•°•°•°•°•

— ¿Papi? — el mencionado volteó su mirada hacia su hija. — ¿Cuál fue mi primera palabra? — preguntó Carla con inocente curiosidad sentada en el suelo, donde se encontraba dibujando en la mesa de la sala.

Mikasa y Armin no pudieron contener la risa y la sala se llenó del ruido de diversión de la pelinegra y el rubio. Carla no pudo evitar que en su rostro se reflejara la confusión; mientras que Eren, avergonzado, mataba con la mirada a su esposa y a su mejor amigo.

— ¿Dije algo gracioso, mami? — le preguntó la niña a su madre, quien la levantó del suelo y la sentó en sus piernas.

— No, cariño. — contesta su madre, ya más calmada. — ¿Quieres saber tu primera palabra? — la niña asiente inocentemente.

— ¡Mikasa! — gritó Eren avergonzado. La madre de su hija y su mejor amigo no pudieron contener su risa de nuevo.

Esa fue una tarde de mucha confusión para Carla Jaeger Ackerman.

Editado: 11/11/21.
Editado x2: 04/02/22

De párrafo en párrafo • Editando, PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora