Capítulo 23. Calma + Represión

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Los días en los que hay clases, todo transcurre como cualquier día.

A veces, siento que manda señales, pues se me queda viendo con su profunda mirada por algo de tiempo, y, cuando se da cuenta que yo también lo estoy viendo, cambia la dirección de su mirada.

Otras veces, me sostiene la mano, la acaricia y con el  dedo, sigue y traza las rayas que se encuentran en ella, todo con una calma increíble.

Así es como estoy con él: en calma.
Una calma total. Nada en el mundo podría hacer que esa barrera se destruyera.

Todo lo demás se encuentra como extra al estar con él.

Aún no sé cómo es que no sabe todo esto que siento.

Me he acostado en sus piernas, me pierdo en su mirada y ni así se da por enterado...

¿Qué puedo hacer, Darling?

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¡Hola Isaac! —le grito desde lejos.

¡Hey! ¿Qué hay?

Nada de nada —mientras decía ésto, mi mente estaba "Por favor dile de una vez. Hazlo antes de que sea demasiado tarde, así sabrás que es lo que pasará y, si sucede algo, no estarás tan encariñado con él. Vamos dilo.—. y qué hay de ti?

Igual, ja,ja,ja,ja. Todo aburrido por aquí. Ya sabes, uno que otro partido y escuela.

Sí, lo sé.

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"¿Cómo es posible que no le hayas dicho? ¡Ni siquiera una señal! ¡No seas estúpido! Ya te dije porqué tienes que hacerlo."

No estoy listo. Aún no.

"Te vas a arrepentir. ¿Podrías confiar en mí por lo menos una vez en tu miserable vida?"

Cada vez que lo hago, algo sale mal. Siempre.

"¡No es cierto! Házme caso."

No. Déjame en paz. Por favor. Vete. Sal de mi cabeza.

"Te lo advertí. Luego no digas que no te lo dije."

Darling, DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora