Capítulo 36. Limerencia

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23 de diciembre.

Darling:

En un momento en el que fuiste a revisar algunas cosas con tus padres, y yo, que me quedé aquí, encontré un momento para volver a escribirte.

Si sólo supieras que sentir tus fuertes brazos antes de dormir fue la mejor sensación del mundo. No lograba descansar, pero estando ahí, tan tranquilos y abrazados ayudó.

Con eso ya me enamoré de ti todavía más. Tal vez sólo haya sido limerencia el que haya podido cerrar los ojos. Me sentí seguro, me sentí en mi hogar.

A veces puede sonar muy dramático o directo, o incluso muy pronto para ser verdad, pero te aseguro que es así, Isaac.

Por si no lo sabías, Darling, limerencia es un estado mental involuntario propio de la atracción romántica por parte de una persona a otra.

Al mediodía, ya habías llegado con tu papá con cosas para la navidad. Tienen planeado hacer una crema de brócoli como platillo de entrada, jamón relleno y ahumado como plato fuerte, de postre un pastel y de tomar ponche.

Habías llegado muy cansado y simplemente fuiste a acostarte.

"Wow, eso de ir de compras no es para ti.", te dije.

"No es sólo eso, cargamos todo y anduvimos de aquí para allá en el pueblo que está cerca de aquí."

Habíamos estado todo el día metidos en la recámara. Me mostraste fotos que tenías guardadas en tu celular, primero  vimos las que nos tomamos en el festival, en seguida aparecieron fotos de la fiesta en la piscina que ni siquiera sabías que tenías; en una estabas tomando directamente de la botella, en otras había personas que ni siquiera conocías. Seguiste dando hasta que me mostraste las de tu equipo de fútbol y, ya cuando estábamos por las últimas fotos... Estaba un Isaac de 10 años en medio de su padre y su madre.

Unas lágrimas querían salir de tus ojos. No quise decirte algo porque vi que te las estabas aguantando con mucha fuerza. Sólo puse mi mano sobre tu hombro.

"Perdón, es sólo que...", respiraste hondo. "Murió dos meses después de tomarnos esa foto y la extraño."

Yo sólo pude decirte: "Lo sé." Y nos quedamos ahí, acostados, hasta que el sol se puso.

Yo nunca te dejaré caer, darling, ni por un sólo minuto.

Todo tuyo,
Cole.

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Esa noche, fui yo quien abrazó a alguien.

Darling, DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora