Capítulo 46. Fin Del Mundo

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21 de febrero, 11 PM

Cole

El camino por el que estoy corriendo se encuentra opaco, no me es posible ver bien del todo, parece que las nubes bajaron para que no huyera y las gotas de lluvia se volvieron pesadas, cuando caen en mi nuca, produce un pequeño dolor. Aún con la vista bloqueada, continúo avanzando sin una dirección definida. Tengo la nariz congestionada y un nudo en la garganta; los pulmones me arden como el infierno, mas no me detengo hasta haber corrido una considerable distancia.

Parece ser que estoy llegando a una calle grande. Me detengo debajo de un poste de luz. 

Lo es, se trata de la que te lleva al centro de la ciudad. El ambientes es más fresco que produce que comience a temblar y hay una oscuridad densa. La única fuente de luz y de calor parpadea una que otra vez. Este no es un lugar seguro, necesito avanzar. El nudo en la garganta se intensifica, haciendo que grite y que amargas lágrimas salgan de mí. 

Acuérdate Cole, ya no vas a sufrir de amor por nadie más. —Me recuerdo en voz baja.— Ya no te tienes que preguntar el porqué tu mala suerte en el amor, ni por qué siempre te pasan estas cosas a ti, pues es cansado, estás harto y ya no puedes más. 

Me quedo bajo el faro luz por un tiempo más, hasta tranquilizarme y despejar todos esos pensamientos que atormentan mi mente. Las nubes seguían bajando más y más, a la vez que aumentaban su densidad, dejando que no viera absolutamente nada. Por lo menos conozco el camino a casa desde el centro, casi me lo sé de memoria, sólo ocupo adentrarme más y ver los puntos de referencia que he hecho desde siempre. 

Comienzo a caminar. Los truenos que hace un rato se escuchaban en casa de Isaac están más cerca. Todo ésto se ha convertido en una escena sacada de una película de terror. Saco mi celular, veo la hora: 11:34 PM. Casi media noche. Tal vez no fue buena idea haber salido así de la casa de Isaac, él quería decirme algo... ¿Y si regreso? No, me veré como un idiota. 

Sigue adelante, Cole, sigue adelante.

A medida que me voy acercando, las calles empiezan a verse más transitadas, por lo menos 10 carros en una calle. También, con forme me acerco al centro, las casas y edificios empiezan a verse diferentes, pues son más pequeños y pegados unos a otros. 

¿Habrá salido a buscarme? No, no creo. Deja de torturarte, Cole. ¡Ya basta! Olvídalo.

Ya quiero llegar a casa, todavía falta más de la mitad del camino... con la neblina así no puedo. Prendo la linterna del celular y aún así resulta difícil ver. 

Un mal presentimiento crece desde mi interior. Volteo a ver a todos lados, pero me es imposible. Siento a alguien detrás mío. Camino de forma más rápida para ver si escucho los pasos y nada. Creo que me estoy volviendo loco. 

Se escucha como alguien pisa un plástico.

Alguien sí está detrás de mí.

Giro la cabeza hacia atrás y no veo bien, sin embargo, un destello de luz casi invisible se ve a pocos metros de mí. 

Doblo por una calle y espero.

La luz de nuevo viene a donde estoy yo. Apago la linterna de mi celular, pero es tarde, lo escucho corriendo hacia acá. Viene a por mí.

Corro. Corro más que nunca. Giro por una calle a la izquierda, luego a la derecha y todavía se oían sus pasos tras mí. No estoy seguro si son varios, pero parece ser así. Aumento la velocidad y me veo en la necesidad de cruzar una avenida para poder entrar a la única tienda que se encuentra abierta las veinticuatro horas del día. Sin fijarme, corro para llegar al otro lado y por la vista periférica, veo que un destello luminoso más grande viene hacia mí. Mis pies no me obedecen cuando quiero frenar. 

La desesperación invade mi ser.

Auxilio. —Grito internamente porque la voz no sale de mí.— Que alguien me ayude. Frene, conductor. No me ve, sigue espesa la neblina.

Cuando el conductor me ve, intenta frenar, pues se escucha cómo derrapan las llantas. Pero es tarde. Isaac, te quiero.

El coche me golpea. Salgo volando. Mi mente está en blanco. Y cierro los ojos.

Isaac

La lluvia no para de caer. Doy una vuelta por la manzana en mi moto. No hay rastro de Cole en ningún lado. 

¡Cole! —Grito lo más que puedo, pero no recibo una respuesta.— ¡Cole!

Lunes 22 de febrero, 12 AM

Me dirijo a casa, fui hasta la avenida principal y no lo vi, ni un rastro. Tal vez agarró un taxi a casa, eso puede ser.

Llamo a su número, sin respuesta. Está dormido. Tal vez yo también necesite descansar.

7 AM

La idea de ir a descansar a casa no sirvió, el mal presentimiento se hacía más y más grande, por lo que toda la noche me la pasé viendo series.

Me levanto de la cama, pues ya es hora de ir a clases. A Cole le hablaré en la escuela.

Bajo a desayunar. Prendo la tele y está en el canal de las noticias.

Mi corazón se para cuando veo la cara de Cole en la pantalla, junto a un vídeo que fue grabado de noche donde se pueden ver ambulancias y policías cerca del centro. Leo el nombre de la noticia: "Accidente automovilístico ocurrido en la madrugada de hoy, lunes, deja un herido y un muerto". Subo el volumen para escuchar lo que la noticiera dice.

En el centro sucedió un accidente automovilístico que dejó a una persona herida y un fallecido. Ocurrió en la madrugada de hoy, entre las avenidas Aurora Boreal e Hidalgo. Un carro que iba a gran velocidad impactó contra un peatón menor de edad. El conductor, identificado como Joseph Henninberg se encuentra en el Hospital Central, y como fallecido, a la persona identificada como Cole Lington. En otras noticias...

Dejo caer el vaso de vidrio con jugo de naranja, haciendo que se haga trizas en el suelo.

Y el mundo cae sobre mí.

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Nota:

Este, lectores míos, es el capítulo final, pero todavía falta el epílogo.

Los quiere,
Polo.

Darling, DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora