Mi promesa de sentir furia en vez de tristeza no está resultando como yo quisiera. Me sigo fijando en las historias de Instagram y veo que Isaac ha puesto una que otra indirecta. He sido tentado a mandarle mensaje, pero aún no soy lo suficientemente fuerte. Si lo hago, rompería en un llanto frente a él y no puedo permitirme verme así.
Gotas que caen de la ducha se logran escuchar desde mi recámara al igual que uno que otro carro que pasa por la calle. Maniobras lunares de locura trascendida iluminan las cuatro esquinas, un grillo canta y una segunda luz, hace iluminación sobre mi cara. Isaac en la pantalla y un millón de sentimientos desesperados que buscan salir. No me lo puedo permitir, no aún. Puede que todo sea cuestión de poder canalizar esas sensaciones en una sola.
Vapor de té que asciende.
Un corazón roto.
A los seres humanos nos encanta estar sufriendo por cosas como el amor, siempre es el caso en el que decidimos a irnos por lo difícil, o incluso por lo imposible.
Eso es.
El corazón lo tengo roto a pedacitos microscópicos, haciendo que con su filo, cortes internos provoquen un mar desde las ventanas del alma, donde nada se puede esconder. Y ahí estoy, frente a los ojos, con mi tristeza revelada ante mí. Ojos hinchados y mocos sueltos, la cabeza ya me duele demasiado.
Pero el amor que le tengo o que le tenía era puro y bueno.
Bajo las escaleras hacia la cocina. Busco la caja donde guardamos medicamentos y lo encuentro, un bote con pastillas para el dolor... para el dolor de todo mal, hace que tus pensamientos se vayan lejos, dando paso al reconfortante sueño, sintiendo que flotas. Me tomo una y me preparo para dormir, que no es mucho: sólo tengo que ponerme mi pijama, lavarme la cara y los dientes.
Han pasado ya unas cuantas horas y el efecto del Diazepam no ha aparecido, ¿puede que tantos pensamientos, tanta inquietud o incluso un corazón roto eliminen el dulce descanso? No lo creía posible y ahí estoy, pasada la media noche, con la cara en las rodillas, llorando.
—¿Qué he hecho mal para que siempre me vaya así?
—¿Qué clase de karma es? ¿Qué hice para pagar tan cruelmente?
Y nadie pudo responderme esas respuestas. Dormí cuando no pude más, cuando me había cansado de llorar. Pude haber llenado dos albercas con mis lágrimas. Bueno, tampoco es tanto, pero eso no me había vuelto a pasar en mucho tiempo.
Pero está bien que haya sido así, por lo menos puedo decir que me quedo con los recuerdos en los que nuestros seres se juntaban en un tierno y cálido beso, a la vez que nuestras manos quedaron entrelazadas sólo para fortalecer esa unión.
A la mañana siguiente desperté con una sola idea en mente:
Dar por terminado ésto con Isaac, poder librarme de él y los fantasmas que me persiguen. Y esa idea no me dejaba de pasar por la cabeza.
Entro en el chat que tengo con él y redacto. Primero me salen enormes párrafos, pero no... Ésto no se puede hablar simplemente así como cualquier conversación normal, necesita ser en persona. Por lo que escribo:
"Hola Isaac, ¿podemos hablar mañana, en privado?"
No espero ni cinco minutos cuando la respuesta llega a mí. Y decido no decirle nada más.
Isaac
Despierto.
Esta vez me siento diferente, creo que tendré que aprender a dejarlo ir, porque fui yo quien causó todo el desorden y es el que ahora se arrepiente, sin embargo, esta mañana, las ganas de querer desaparecer por un momento se esfumó y la tranquilidad volvió a mí.
Blah, blah, blah... Mensajes de tareas... Mensajes de proyectos pendientes... Mensaje de Cole... Mensajes de Luke...
¿Mensaje de Cole?
"Hola Isaac, ¿podemos hablar mañana, en privado?"
Inmediatamente le respondo con un "Claro que sí, te espero."
Pero, ¿qué quisiera hablar Cole Lington conmigo? En todo caso, sería al revés, yo fui quien lo hirió. Pero claro, él a penas me respondió los mensajes... ¿Habrá leído todos los demás?
¿Me tengo que preocupar por si algo pasa?
Quiero sus medias noches. En verdad quiero estar con él.
—Cole, perdóname, fui yo quien ha hecho que ésto que tenemos se haya roto. Es culpa de todas esas cosas que de repente están en mi cabeza. Tengo miedo de que todos los demás vean esta parte de mí, que estuve en los vestidores con mis compañeros de americano e incluso he estado con chicas y que un día para el otro se enteren de esta noticia... creo que a más de uno lo haría enojar... Y, mi papá, Cole, él me tiene a mí y yo él, somos lo único que tenemos y ni siquiera me quiero imaginar el hecho de perderlo. Aunque, también te quiero a ti, en verdad me gustas y yo estaría encantado de formar parte de tu vida como algo más, estoy siendo completamente sincero. Nunca te vi venir en mi vida y ahora te necesito, tú me haces feliz y dicen que donde las personas son alegres, ahí es. —Preparo mi discurso de mañana, creo que es todo aquello que quisiera decirle y que de verdad lo siento, pues sale de mi corazón, de la parte pura de Isaac.— Quédate Cole, quédate por siempre conmigo. Nunca seré el mismo sin ti.
Corté permanentemente la relación con Mirana, no podía dejar que más personas estén lastimadas por mi culpa. Ya estaba decidido qué es lo que sentía y por eso, no podía engañarme más.
Caída la noche fue cuando la seguridad que tenía que me decía que todo iba a estar bien, se derrumbó. Había un mal presentimiento sobre todo ésto. Mi cielo de colores pasteles y despejado, pasó a ser nublado, pero no un gris opaco sino que era claro. Tenía que estar un poco mal para seguir bien después.
"¿Quieres que vaya por ti?" le mandé otro mensaje.
Él respondió media hora más tarde: "No, puedo ir yo mismo"
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Darling, Darling
RomanceCaigo en pedazos al estar contigo... Nervios. Mis piernas empiezan a temblar... Es inevitable; tu sonrisa, mirada y ojos... ¿Cómo lo hace? Yo te quiero a ti, sólo a ti y a nadie más... Me pregunto, ¿pensará en mí como yo pienso en él? Porque sí, est...