Abro los ojos y me encuentro ahí, acostado, todavía con Isaac en mis brazos. Quise estar un tiempo más así, pero las ganas de ir al baño junto con el hambre no me lo permitieron.
La nieve había cubierto todo. A duras penas se podía salir de la cabaña hacia al patio.
Es 24 de diciembre. Los amigos del señor Collins ya estaban alistando toda la comida. Ayudé a hacer el ponche, toda una vaporera puesta a hervir con montones de frutas. También ayudé a sazonar el jamón, puedo decir que sé bastante de cocina, como mis padres viajan mucho, no puedo estar viviendo de pizza o alimentos congelados.
Siento la presencia de Isaac en la cocina. Se asoma por mi hombro.
—¿Qué haces?
—Ayudar con la cena de hoy —le digo—. ¿Podrías pasarme la bandeja con el jamón? Ya lo meteré al horno.
—¿Lo vas a meter al horno? —Dice poniendo una cara realmente extraña... A guarda, ¿Me está albureando?
—¡Cochino! ¡No! ¡O sea, sí, pero literalmente el jamón!
—Ah mira, qué conveniente. —Ambos reímos.
Listo. La cena navideña ya se estaba haciendo. También decoramos la cabaña con luces, un árbol repleto de esferas azules y unas coronas de adviento pegadas a las puertas de las recámaras. Todo era un pequeño paraíso aquí adentro.
—Muchachos, ya váyanse a arreglar. Nosotros terminamos la cena.
—Sí, pa. —Contesta Isaac.— Vamos, Cole.
Él es el primero que se mete a bañar y me quedo en la habitación. Viendo algunos mensajes que apenas habían llegado en mi celular.
"Ya sé dónde andas, eh." Dice Dalia en uno. Yo le respondo: "En un paraíso invernal."
Los mensajes se tardan en enviar, así que tomo un libro, La divina comedia y lo leo.
—Oye, nerd —Isaac sale del baño con el cabello mojado, en ropa interior y una toalla puesta sobre sus hombros— te toca.
—Ya voy. —Tomo mis cosas y entro al baño.
Abro la llave del agua caliente y espero por cinco minutos. Cuando el vapor comienza a llenar el cuarto entro y dejo que el agua caiga sobre mi cuerpo. No me concentro en nada más que el momento, todas mis preocupaciones quedan olvidadas por un tiempo, parece que se esfumaron cuando la espuma del shampoo y del jabón caen de mi cabello y cuerpo.
Cierro el grifo, me seco y cuelgo la toalla, me pongo ropa interior y me quedo ahí por un momento, con la vista ida y la mente en las nubes. Distraído, regreso a la habitación y me dirijo al clóset para buscar qué ponerme.
Siento una mirada.
Busco y busco y no encuentro lo adecuado, hasta toparme con una playera tinto con cuello, jeans azul oscuro y botines. Pongo la ropa en la cama y veo cuál mirada era.
Isaac estaba viendo.
—¿Cu-cuánto ti-tiempo llevas ahí?
—Desde que salí de bañarme. —Eso significa que...
—¿Me viste desde que salí? —Él asiente con la cabeza y yo me pongo rojo. ¡Qué pena!
—Nada mal —comenta— por cierto. —Si estaba rojo, entonces ahora no me imagino cómo me veré. Él ríe.— Tranquilo, bromeo.
Él estaba usando una camisa negra con jeans azules y zapatos negros.
—Que formal.
—Yo... siempre. —Y me guiña un ojo.
Vamos al comedor, en el que ya se encontraban todos.
El señor Collins pone música y antes de comer, bailamos un rato. Nos sentamos alrededor del árbol y pedimos deseos.
11 PM
Nos sentamos en la mesa, yo junto a Isaac obviamente y comenzamos a servir la comida y comenzamos a platicar.
Los McPherson iniciaron la conversación acerca de un viaje que hicieron al viejo mundo. Luego, los Huffman mencionaron problemas económicos que la compañía en la que todos trabajan tenía.
—Hablando ya de otra cosa porque los muchachos se ven aburridos y que no entienden —dice el señor McPherson— ¿ya se enteraron que el estado planea aprobar una ley de adopción a matrimonios homoparentales?
—Ah. Sí, oí algo en la radio. —Comenta el señor Collins.
—Es una abominación. —Menciona la señora Huffman.— Lo bueno es que irán al infierno.
Mis ánimos comenzaron a decaer exponencialmente hasta el suelo. Mi apetito desapareció. ¿Por qué los adultos siempre dicen cosas sin pensar en las otras personas?
Isaac me volteó a ver. Su padre me vió algo sorprendido pero apenado.
—¿Cómo crees que dos hombres o dos mujeres pueden criar bien a un hijo? —Continuó diciendo.
Me levanto de la mesa.
—¿A dónde vas, hijo? —Dice ella.— No te has acabado el postre.
—Ya no tengo hambre.
Voy a la recámara. Tomo una chamarra extra gruesa y salgo al patio. Quitó la nieve de una sillita y me siento en ella. Mejor hubiera pasado la navidad en casa. Saco mis audífonos y coloco el EP "Christmas & Chill" de Ariana Grande y cierro los ojos para dejarme llevar.
Alguien sale al patio también. Me quito un audífono.
—Está haciendo mucho frío —menciona Isaac sentándose a un lado— no deberías estar aquí. Lo que dijo esa señora no es real Cole. Yo soy una abominación y no soy gay. Y tú, que sí lo eres, eres una maravilla.
Me le quedo viendo y sé que está hablando con sinceridad.
Se escucha que ya son las 12 AM por los gritos de emoción que salen de la cabaña.
—Bueno, Cole, te deseo una feliz navidad —me da un abrazo—. Te quiero mucho. —Susurra.
Yo no puedo decir algo, no me salen las palabras. Al separarnos, me da un beso en la frente y sonríe. Isaac termina su seriedad con una risa nerviosa.
—Ven, acompáñame por algo. —Me toma de la mano y hace que entremos a la cabaña.
ESTÁS LEYENDO
Darling, Darling
RomantizmCaigo en pedazos al estar contigo... Nervios. Mis piernas empiezan a temblar... Es inevitable; tu sonrisa, mirada y ojos... ¿Cómo lo hace? Yo te quiero a ti, sólo a ti y a nadie más... Me pregunto, ¿pensará en mí como yo pienso en él? Porque sí, est...