Capítulo 43. Sobrio

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16 de febrero

Acostumbrarse a esta nueva etapa de vida en la que el chico que más me ha gustado con intensidad ha quedado de lado es extraño y placentero.

Acababa de pasar el día de San Valentín, la verdad es que mis planes no eran tan grandes, pues pasarla con él era todo, tenía planeado un día de series... Pero tuve que confirmarme viéndolas yo solo con litros de nieve.

Sigo enojado, ni yo podría calcular este nivel de ira y he tratado de comunicarme con Isaac para dejar todo claro. Que no me busque más. Que tan sólo con el hecho de ser amigos me lastima muchísimo. Sólo no he tenido el tiempo ni las ganas de hacerlo, algún día tendré que hacerlo.

Tengo 51 llamadas perdidas y 478 mensajes de él. Me metí a ver las historias de Instagram y no ha puesto nada desde entonces, sólo una que otra foto con esa chica... ¿Cuál era su nombre? Agh, qué más da, no importa. ¿Cómo se le ocurrió eso? ¿No pensó en mí? ¿En nosotros? Me puso explicar lo que sentía... ¿Por eso, aquel día estaba tan pensativo?

A la única persona a la que le he hablado es Dalia, y ella al igual que yo, se decepcionó después de haberle contado tan dulce historia que terminaba con un final amargo. Ella también tiene mensajes de Isaac preguntándole por mí. Le agradezco todo, pues aguantó mis enojos y mis llantos, ni siquiera yo hubiera podido. Luke... Luke se quedó en una especie de limbo, está ahí conmigo apoyando, pero creo que sigue un poco molesto por como los dejé aquella noche.

Sobre mi escritorio, amontonadas se encuentran todas las cartas que le escribí, empolvadas aquellas que están hasta arriba, necesitaba hacerles algo... Se me ocurrió quemarlas, pero tampoco quería eso para tan bellas palabras. Tomo una caja y las meto en ella, con un post-it y la nota de "no abrir" y la escondo debajo de mi cama, puede que algún día se las entregue a él o incluso hacer un libro, "Diarios de un Amor Fantásticamente Decepcionante" sería el título perfecto.

Después de meses en los que estuve atado a él, en los que mi vida era una montaña rusa interminable de emociones, pude salir de eso. Estoy completamente sobrio de amor. O al menos eso quiero, porque siento que una parte de mí, muy dentro de mí, lo extraña y quiera que ésto no estuviera pasando, pero ahí estoy, tratando de verme lo mejor posible.

Creo que prefiero estar enojado a triste, así, nada puede derrumbarme y no dejaré que de nuevo caiga, no otra vez.

Isaac

La he regado. Cometí el error más grande de mi vida. Queriendo arreglar mis heridas, dañé una de las cosas más preciadas que tengo.

Intenté salir con una chica, mi error. Si ya sabía que sentía cosas por Cole, ¿por qué me la compliqué tanto? Sí, puede que yo tenga la culpa totalmente, pero sigo pensando en mi alrededor, mi papá y todo eso, no podría vivir así. Y sé que la reputación es lo que menos importa, por eso la he cagado completamente.

Ahora Cole ni siquiera ve mis mensajes. Ese día... fui un completo idiota, ¡por Dios! ¿Cómo se me ocurre?

Siempre lo quise y no quise aceptarlo. Él me dijo sus sentimientos y yo sólo callé, no pude explicarle bien que yo también estaba sintiendo algo.

He estado acostado todo el día, con el celular en la mano, pues aún tengo esperanza de que conteste por lo menos con un hola o lo que sea, pero lo necesito.

Mis intenciones nunca fueron éstas, ¿cómo es que ahora le explico eso a Cole?

Busco su número telefónico en mi celular y le llamo, para de nuevo tener como respuesta un "el número que usted marcó no está disponible".

Por favor, Cole, quiero arreglar esto. —Hablo con mi celular, esperando a que la pantalla se encendiera por una notificación, pero ahí estaba, totalmente apagada.

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Joven Collins —un profesor hace que mi atención regresara hacia la clase de... ¿química? Ni siquiera sé— por favor ponga atención.

La campana por fin suena y salgo al pasillo, trato de poner una sonrisa ante todos, no se puede notar que en las noches ya no duermo lo suficiente por el arrepentimiento que siento.

En la cafetería, me siento con los de fútbol americano, pero mi vista se centra a la mesa en la que se encuentran Dalia y Cole. Él... Parece estar bien ahí sin mí, yo siempre creí que le generaba una gran felicidad... Tal vez él era quien la producía en mí porque ahora lo veo empezar de nuevo y para nada se ve afectado.

Me encuentro con su mirada. ¿Me ha visto mirándolo? ¿O lo vi mirándome? No tengo idea, sin embargo, quiero que me vea para que note que estoy avergonzado, que quiero disculparme con él por mis acciones tan idiotas... Pero no es así. No me deja. 

Me levanto inmediatamente y camino hacia donde Cole se encuentra, él se fija y veo que le hace una señal a Dalia. Ambos se paran de la silla y se marchan, dejándome con miles de palabras en la boca que posiblemente queden guardadas por mucho tiempo.

Ya en la noche, mis pensamientos de Cole se ven interrumpidos por mi rutina de ejercicio, en los momentos en los que salgo a correr es cuando me mantengo pensando en otras cosas o simplemente escucho música, total, creo que aún no necesito a alguien como pareja. Isaac Collins puede esperar un poco más (la verdad es que tengo que).

Darling, DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora