|Capitulo 6 |

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Milord:

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Milord:

Le escribo la presente para aceptar la invitación que me ha hecho. Será un gusto para mí dar un paseo con usted.
Abajo he firmado este papel para que dé por hecho que no miento, aunque ya sabe que mi palabra es ley.

Lo veo en el mismo lugar que esta mañana.

Lady Violetta Whitman.

Esa había sido la carta que Violetta escribió bajo la supervisión de Eva, y que después, la misma doncella se encargó de llevar en persona a la mansión del conde.

No pudo dormir. En su cabeza danzaban mil ideas, revoloteaban dando vueltas y al final, por más que intentaba alejarse de ese tema, volvía a lo mismo: Benjamín Matthew.

Temía lo que iba a suceder. Sabia, después de tantos años de castigos, que no se debía fiar de las personas, pero Eva era la prueba viviente de que, muchas veces había excepciones. Ella le daba la esperanza de algún día poder encontrar a alguien bueno que la sacara de aquel infierno.
¿Sería el conde ese salvador que llevaba tantos años buscando?

"Creo que es muy prudente esforzarse e intentar ganarse las cosas, antes de decir que la meta es difícil. No puedes cansarte sin haber comenzado a correr".

Escuchó la voz de su doncella en la cabeza.
Pero, ¿ y si su nota había sido muy atrevida o imprudente?

Violetta sabía, de antemano, cómo debía tratar a los hombres. Eran las reglas que su padre le había inculcado a base de miedo toda la vida:

"Jamás veas a alguien a los ojos, sabiendo que eres inferior".

"No dirijas la palabra si no te han hecho una pregunta directa"

"Los hombre somos los mandamás de la tierra, tú solo estás aquí para hacer más de ellos, claro, si no es que sales igual de inservible que tu madre".

Eso y más lo tenía muy incrustado en la mente, pero, algo le decía que milord podía ser distinto a lo que su padre juraba que le gustaba a los hombres. Es verdad que el conde era imponente, con una fuerza que emanaba temor, pero, a veces, cuando sonreía, sus ojos se volvían juguetones, seductores, coquetos... incluso podría jurar que muchos de sus comentarios lo eran.

¿Acaso eso significaba que él era buena persona?

Eva había asegurado que era educado y que quizás, con el tiempo, lograra tomarle cariño, pero por todos los cielos que tenía miedo de lo que resultara, de que terminara siendo un canalla malnacido como su padre.

¿Pero, desde cuando Violetta Whitman le tenía miedo a algo que no fuera el barón?

Ella era fuerte, era valiente y decidida. Nada la derrumbaba. Ni siquiera el malnacido de su padre podía tumbar ese espíritu.

La Seducción Del Conde  | La Debilidad De Un Caballero II | En físicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora