Mientras Eva la arreglaba para el desayuno, Violetta notó algo diferente en su semblante. Delineó sus ojos, intentando descubrir de qué se trataba, y ahí, justo en la unión de la pupila con el iris, halló un brillo resplandeciente que le erizó la piel.
Pudo verle el alma, juro que lo hizo. Admiró cada detalle en ella, y supo que había más esperanza de la que comúnmente habitaba en su ser.Además, ¿desde cuando usaba colorete rosado y labial brilloso?
Eva, a sus cincuenta años, seguía siendo hermosa. Tal parecía que las arrugas se negaban a invadir su piel. Pero aún con toda su belleza, se reusaba a maquillarse porque se tachaba de pulcra y discreta.
Así pues, ¿Qué le había hecho cambiar de opinión?
Violetta frunció el ceño mientras la doncella se dedicaba a trenzarle algunos mechones oscuros.—¿Hay algo de lo que no me he enterado?—cuestionó lentamente mientras Eva se crispaba y ponía todos sus sentidos en alerta.
Y eso extrañó más a la dama.
—No que yo sepa—respondió la mujer, mientras ponía un gesto de inocencia y volvía a su labor como si nada hubiera pasado.
Violetta frunció más el ceño.
—¿Segura?—insistió, y recibió un asentimiento sonrosado por parte de la doncella—. ¿Qué pasó exactamente anoche?
Eva volvió a abrir enormemente los ojos y la dama supo por dónde picarle para conseguir respuestas.
La doncella intentó hablar, pero las palabras le murieron en la boca y Violetta no pudo evitar sonreír con ternura ante el gesto.—El cocinero estaba guapo, ¿no?—preguntó lentamente la morena, notando cómo bajaba el rostro para ocultar su rubor.
—... Era lindo.
La respuesta no la convenció.
—¿Solo lindo?
El rostro de Eva se había vuelto tan colorado que parecía que iba a explotar.
—Bueno, era muy guapo, y caballeroso. Además, ¿probaste la comida?
Era inevitable contagiarse con la felicidad que desprendía su doncella.
—¡Por Dios, era la mejor comida que he probado!—le respondió como una de esas jovencitas casaderas que disfrutaban los chismes.
La sonrisa de Eva creció.
—Completamente fabulosa—parecía que la mujer se contenía para no gritar.
La miró a través del espejo y volvió a encontrarse con sus ojos brillosos y soñadores, esos que reflejaban la ilusión de sus plegarias.
—¿Y qué ha pasado con él?—preguntó intentó averiguar lo que la tenía con el corazón acelerado.
La doncella comenzó a jugar con el cabello trenzado de la dama, en un gesto nervioso y tierno.—Se llama Richard Patterson—su voz sonaba bajita, como si rememora lo sucedido—, y me ha invitado una cita hoy en la tarde.
Y eso fue todo.
La oración bastó para que la boca de Violetta se abriera con emoción y sorpresa, un gesto que acompañó un grito de felicidad que no pudo retener en su pecho.
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La Seducción Del Conde | La Debilidad De Un Caballero II | En físico
Fiksi SejarahUna par de caricias ocultas entre los jardines. Unas tres insinuaciones susurradas en el oído. Cuatro besos ardientes de los que hacen que tiemblen los tobillos. Y cinco razones para caer ante aquella mirada perversa que la quiere solo para él. 🏅#3...