10. La limpieza

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Sabían desde hacía mucho que debían limpiar el salón, pero se pusieron manos a la obra cuando Pelos entró a la sala a explorar y por poco acabó con una costilla rota a causa de las doxys que vivían en las cortinas.

Así que allí estaban todos: Fred, George, Ron, Lucy, Ginny, Hermione, Harry, Jonathan y la tía Molly, en el salón, dispuestos a acabar con la plaga.

—Tapaos la cara y coged un pulverizador —ordenó la tía Molly, señalando unas botellas de líquido negro que había sobre una mesa de patas muy finas—. Es doxycida. Nunca había visto una plaga como ésta.

—El señor Pelos ya está curado —informó Pepper entrando en la sala y cogiendo un bote de doxycida—. Ahora Pepper y los señores deben empezar a limpiar —todos se taparon la boca y la nariz con un pañuelo—. Pepper no sabe qué ha podido estar haciendo Kreacher durante los diez últimos años...

Hermione llevaba la cara tapada, pero se veía que le lanzaba una mirada llena de reproche al pequeño elfo.

—Kreacher es muy viejo, seguramente no podía...

—Te sorprendería ver de lo que es capaz Kreacher cuando le interesa, Hermione —afirmó Sirius, que acababa de entrar en el salón con una bolsa manchada de sangre llena de algo que parecían ratas muertas—. Vengo de dar de comer a Buckbeak - añadió al distinguir la mirada inquisitiva de Harry—. Lo tengo arriba, en la habitación de mi madre. Bueno, a ver... este escritorio...

Dejó la bolsa de las ratas encima de una butaca y se agachó para examinar el mueble. Lucy notó que se le había pasado el enfado de la noche anterior, pero aún seguía algo molesto, tanto por la discusión con Molly como por el tema de Irma Moon.

—Mira, Molly, estoy convencido de que es un boggart —comentó mirando por la cerradura—, pero quizá convendría que Ojoloco le echara un vistazo antes de soltarlo. Conociendo a mi madre, podría ser algo mucho peor.

—Tienes razón, Sirius —coincidió ella.

En el piso de abajo sonó un fuerte campanazo, seguido de inmediato por el estruendo de gritos y lamentos de Tonks.

—¡Estoy harto de decirles que no toquen el timbre! —exclamó Sirius, exasperado, y salió a toda prisa del salón.

Lo oyeron bajar precipitadamente la escalera, mientras los chillidos de Walburga Black volvían a resonar por toda la casa.

—¡Manchas de deshonra, bestias, sucios mestizos, traidores a la sangre, hijos de la inmundicia...!

—Harry, cierra la puerta, por favor —le pidió la tía Molly.

Harry cerró la puerta del salón y se unió a la brigada de limpieza de doxys.

Molly estaba encorvada sobre la página correspondiente a las doxys de Gilderoy Lockhart: guía de las plagas en el hogar, que estaba abierto encima del sofá.

—Bueno, muchachos, tenéis que ir con cuidado porque las doxys muerden y sus dientes son venenosos. Aquí tengo una botella de antídoto, pero preferiría no tener que utilizarlo. —Se enderezó, se plantó delante de las cortinas e hizo señas a los demás para que se acercaran—. Cuando dé la orden, empezad a rociar las cortinas. Ellas saldrán volando hacia nosotros, o eso espero, pero en los pulverizadores dice que con una sola rociada quedan paralizadas. Cuando estén inmovilizadas, ponedlas en este cubo. —Se apartó con cuidado de la línea de fuego de los demás y levantó su pulverizador—. ¿Preparados? ¡Disparad!

Una doxy de tamaño considerable salió volando de un pliegue de la tela disparada hacia Lucy, agitando sus relucientes alas de escarabajo y enseñando los diminutos y afilados dientes. Tenía el cuerpo de hada de polvo cubierto de un tupido pelo negro y los cuatro pequeños puños apretados con furia.

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora