26. El doce de julio de 1985

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Lucy se levantó temprano. No sabía a qué hora llegaría Jonathan exactamente, pero seguramente fuera antes del desayuno. De modo que se vistió, preparó sus cosas y salió de la torre de Gryffindor.

Cuando llegó al vestíbulo, se sentó en las escaleras de mármol, sacó su cuaderno de cuero y empezó a leer.

El lugar estaba desierto cuando llegó, pero un rato más tarde los alumnos empezaron a bajar a desayunar. Lucy notó el ambiente algo agitado, como si hubiese sucedido algo que a todos había pillado desprevenidos. Decidió no preocuparse demasiado.

- ¡Ey, Lu! ¿Qué haces ahí?

Dean Thomas acababa de bajar las escaleras, y se había sentado a su lado. Lucy lo saludó con una sonrisa.

- Buenos días, Dean. Estoy esperando a mi primo.

- ¿A cuál de todos?

- A Jonathan. Es primo por parte de madre. Está como mensajero de prácticas y va a venir a entregar un mensaje de prueba a Dumbledore...

- ¿No será él?

Efectivamente, su primo acababa de cruzar la puerta del vestíbulo. Miraba a su alrededor con sus ojos dispares, mientras los alumnos que pasaban por allí lo observaban. Vestía unos pantalones vaqueros que parecían nuevos, una camiseta morada con el símbolo de la Mensajería de Feirra en el pecho, y una gruesa chaqueta marrón.

- ¡Jonathan! - gritó Lucy.

Guardó sus cosas a la velocidad del rayo, se levantó de un brinco y echó a correr. De un salto se subió sobre él y le dio un fuerte abrazo. El hada estuvo a punto de perder el equilibrio, pero consiguió mantenerse en pie.

- Vaya, quién iba a decir que me viste hace tres días - comentó Jonathan riendo. La pelirroja se separó de él y lo saludó con la nariz -. ¿Cómo estás?

- Bien, te estaba esperando - dijo ella, mientras su amigo caminaba hacia ellos -. Él es Dean Thomas. Va conmigo a clase.

- Encantado, Jonathan - le dijo Dean con una sonrisa.

- ¿Qué tal tu viaje?

- Bien - respondió el hada -. Se me ha hecho bastante corto. Bueno, tengo que ir al despacho de Dumbledore.

- Nosotros vamos a desayunar. Te esperamos en el Gran Comedor.

Su primo asintió con una sonrisa, y caminó subiendo las escaleras de mármol del vestíbulo. Dean y Lucy, por su parte, marcharon al gran comedor y se sentaron en la mesa de Gryffindor, cerca de Harry, Ron y Hermione. Neville llegó a la vez que ellos, y se sentó frente a los chicos.

- ¡Buenos días! - saludó Lucy.

- Buenos días, chicos - dijo Neville.

Los dos compartieron una mirada algo incómoda, y la pelirroja sintió su nariz arder. Se la tapó de inmediato mientras se servía una tostada.
Entonces se dio cuenta que Harry, Ron y Hermione no le habían devuelto el saludo. Volvió la vista, y vio que la miraban con atención.

- No me habéis dicho ni hola. ¿Estáis bien?

Harry habló la boca para decir algo, pero Hermione la interrumpió con un gesto de cabeza. Lucy los observó atentamente, y se fijó que su amiga tenía el ejemplar de El Profeta de ese día en las manos.

- ¿Qué ha pasado?

Harry pasaba su mirada verde de Neville a Lucy, luego otra vez a Neville y de nuevo a ella, mientras Hermione apretaba el periódico y Ron se rascaba la nuca, como si quisiera pronunciar palabra, pero era incapaz.

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora