3. El número doce de Grimmauld Place

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¿A dónde vas?

Más rápido. Tenía que salir de allí de cualquier manera.

No huyas, mocosa.

Debía correr más deprisa. La oscuridad se acercaba.

Aún no he terminado lo que empecé.

Quiso sacar las alas, pero no podía volar. Eso le angustió aún más. Sentía su aliento en la nuca.
No puedes estar siempre huyendo.

Su respiración aceleró. La negrura iba a caer sobre ella. Lloraba, lloraba mucho. Se cubrió la cabeza con los brazos y cayó al suelo.

Su voz retumbó por todo el lugar.

Es tu turno.

Lucy se incorporó bruscamente. Con sudor en la frente y respiración agitada, se llevó una mano a la cicatriz del cuello. Todo había sido un sueño.

Desde que el Señor Tenebroso se alzó de nuevo, Lucy no era capaz de dormir bien dos noches seguidas. El tema de los dementores le daba vueltas a la cabeza.

Sentía un gran peso en los pulmones. Rápidamente alcanzó la cajita de música que había sobre la mesilla. Cogió también una cadena de plata de la que colgaban un bonito guardapelo y una llave chiquitita. Lucy cogió esta última con cuidado y la introdujo en la cerradura de la cajita. Dio un par de vueltas, levantó ligeramente la tapa y la música empezó a sonar.

La melodía que narraba el cuento de El Hijo de la Luna llenó la habitación. Esa canción le tranquilizaba. Siempre lo había hecho, desde que era pequeña.

Ya más calmada, miró el reloj colgado en la pared. Las diez. Seguramente, Pepper ya estaría despierto, y sus padres en el trabajo. Se dio cuenta de que Pelos no estaba sobre su cojín, encima de la cama.

Escuchando la melodía de la cajita, se preguntó de repente cómo supo Sirius que aquella era su canción favorita de niña. Ella nunca se lo había mencionado.

Cuida bien la cajita.

Eso le dijo la última vez que se vieron. No sabía por qué lo dijo. Lo que tenía claro era que tenía muchas ganas de volver a ver a Sirius y a Remus.

Lucy dejó la caja de música sobre la mesilla, aún sonando, y caminó hacia el armario. Se vistió, guardó el pijama e hizo la cama. La música de la cajita cesó. Se colgó la cadena de plata con el guardapelo y la pequeña llave al cuello, se calzó y bajó a la cocina.

Ya era hora, ¿no? —le dijo Pelos, masticando una hoja de lechuga.

—Cállate —dijo ella—. Buenos días, Pepper.

-Buenos días, señorita -respondió el elfo, colocando sobre la mesa unas tostadas. Observó a Lucy con detenimiento mientras tomaba asiento frente a él-. ¿La señorita ha tenido mala noche otra vez?

La pelirroja asintió mientras se frotaba los ojos. Se sirvió un poco de leche.

-Roxane Moon ha dado instrucciones muy específicas para el día de hoy. Lucy Weasley y Pelos ya saben que los jueves los señores no vienen a comer -siguió Pepper mientras se untaba mermelada en la tostada-. Ha dicho que la señorita Weasley, el señor Pelos y Pepper deben recoger la casa, y luego hacer el equipaje.

-¿El equipaje? -repitió Lucy, cogiendo un bollo-. ¿Por qué?

-Nos mudamos para el resto del verano, señorita -explicó él-. También debemos llevarnos productos de limpieza. El lugar a donde vamos necesita un repasito.

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora