34. TIMOS

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La euforia de Ron por haber ganado el partido era tal que era básico imposible hablar de otra cosa con él. Para no fastidiar aquella alegría, Lucy se pasó casi toda la hora de Transformaciones del lunes hablando con Dean, quien la puso al día de lo que había pasado.

—¿Me estás diciendo que Cho, que lleva más tiempo que Ginny jugando quidditch, no vio la snitch dorada delante de sus propias narices?

—Como lo oyes, Lulú —murmuró Dean, sentado a su izquierda—. No sé si es que tu prima es demasiado buena, o es que Chang se está oxidando.

—Me decanto más por lo primero.

—Yo también.

—¡Weasley, Thomas, por última vez! —exclamó la profesora McGonagall—. Esto es importante para los exámenes; haced el favor de prestar atención.

Los dos chicos se miraron, aguantando la risa, mientras Minerva continuaba la clase. Tras unos minutos, Dean volvió a acercar la cabeza  hacia Lucy, asegurándose de que la profesora no les prestaba atención.

—¿Qué clase de dulces son los favoritos de Ginny?

A la pelirroja le extrañó la pregunta, y examinó a su amigo con atención. Tenía un brillo curioso en los ojos.

—Pues le gustan las ranas de chocolate —respondió en un susurro—. Pero adora las plumas de azúcar. ¿Por qué?

—Ah, pues... Por nada, por curiosidad...

Era obvio que mentía. Aquella chispa que tenía en sus ojos era muy parecida a la que solía aparecer en los de Harry cuando hablaban de Cho, semanas atrás. Se aguantó una sonrisa y se acercó más a Dean.

—¿Te gusta o algo así? —susurró con emoción.

El chico parpadeó y se rascó la nuca con nerviosismo.

—No, no, es a un amigo mío...

—¿Y por casualidad se llama Dean y se apellido Thomas?

—Claro que... Yo... ¿cómo te has enterado?

Lucy sonrió de oreja a oreja.

—¡Entonces es verdad! —Le dio unas palmaditas en el hombro—. Te deseo mucha suerte, Dean. Ah, y que sepas, que el equipo favorito de Ginny son las Harpías de Holyhead.

Aún teniendo mil cosas que estudiar, Lucy, Harry y Hermione encontraron un momento para explicarle a Ron la existencia de Grawp, y la promesa que le habían hecho a Hagrid, sentados bajo el mismo haya donde Will y los demás Merodeadores habían tenido aquella intensa discusión con Snape años atrás. A Ron no le hizo nada de gracia el hecho de tener que cuidar de un gigante, diciendo que era una completa locura. Sin embargo logró calmarse, pensando en que si Hagrid había aguantado hasta ahora, entonces podría hacerlo hasta final de curso.

Tras charlar durante un rato, por fin se levantaron y marcharon hacia el castillo, pero mientras Ron y Hermione se adelantaban, Harry agarró a Lucy del brazo y se quedaron más atrás.

—¿Pasa algo, Harry?

—Bueno, ya que estamos confesando cosas... —Miró al frente, asegurándose de que Ron no reclamaba aún su presencia—. ¿Recuerdas los muérdagos de broma?

—Ah, ya —dijo Lucy, con la nariz algo colorada—, los que Fred y George colgaron en Navidad por todas partes, ¿no?

—Sí, esos. Sólo que...

—¿Qué?

—Ellos iban a comprar uno normal para decorar la Sala de los Menesteres, pero yo les pedí que compran uno de broma, así que al final compraron uno de cada.

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora