11. La absolución

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—¡Lo sabía! —gritó Ron—. ¡Siempre te libras de todo!

—Estaba clarísimo que tendrían que absolverte —dijo Hermione.

—No podían acusarte de nada —agregó Lucy abrazando a Harry por los hombros.

—Pues estáis todos muy aliviados teniendo en cuenta que creíais que me absolverían —comentó su amigo, sonriente.

La tía Molly se secaba las lágrimas con el delantal, y Fred, George y Ginny se habían puesto a bailar una edanza guerrera al son de una canción que decía:

—¡Se ha librado! ¡Se ha librado! ¡Se ha librado!

—¡Basta! ¡Calmaos! —gritó Arthur, aunque él también sonreía—. Oye, Sirius, hemos visto a Lucius Malfoy en el Ministerio...

—¿Qué? —saltó Sirius.

—¡Se ha librado! ¡Se ha librado! ¡Se ha librado!

—¡Callaos, vosotros tres! —pidió Will—. Sí. Lo hemos visto hablando con Fudge en la novena planta; luego han subido juntos al despacho de Fudge. Dumbledore debería saberlo.

—Desde luego —coincidió Sirius—. Se lo diremos.

—Bueno, tengo que irme —informó el tío Arthur—, hay un inodoro que vomita esperándome en Bethnal reenviar. Molly, llegaré tarde, debo cubrir a Tonks, pero quizá Kingsley venga a cenar...

—Se ha librado, se ha librado...

—¡Basta! ¡Fred, George, Ginny! —chilló la señora Weasley cuando su marido salió de la cocina—. Harry, querido, ven y siéntate, come algo, que apenas has desayunado. Y tú, Will, vuelve al trabajo.

—Pero yo también tengo hambre.

—Sí, el señor Weasley parecía tener el estómago vacío cuando nos perdimos —le apoyó Harry.

Sirius miró a su amigo con diversión, pero Molly lo hizo con desaprobación.

—¿Os habéis perdido? —repitió—. ¿Por eso habéis llegado tarde?

—Pero también porque habían cambiado la hora —aclaró el azabache.

—¿Cómo has podido perderte? —cuestionó Sirius muerto de risa, mientras su cómplice estallaba en carcajadas—. ¡Vas allí todos los días!

—¿Qué quieres que haga? —dijo Will con la nariz rosa—. Me puse muy nervioso, que lo sepas.

—Pero tío Will, el que tenía la vista era Harry —replicó Ron con una sonrisa divertida.

—Eres un desastre —dijo Sirius.

—Lo sé —suspiró el pelirrojo—. A veces cuando me levanto por las mañanas, me miro al espejo y me digo: Will, estás más perdido que un bastardo el día del padre.

—¡William! —le reprendió Molly—. ¡No digas esas cosas con los niños aquí!

—¿Ves? Lo que yo decía.

—Al trabajo. Venga.

Will se despidió de todos mientras se sentaban a la mesa. Harry les explicó cómo había sido la vista.

—Claro, cuando Dumbledore se puso de tu lado, no había forma de que te condenaran —observó Ron alegremente mientras servía enormes cucharadas de puré de patatas.

—Sí, Dumbledore me echó una mano —afirmó Harry. De pronto frunció el ceño, y se llevó la mano a la cicatriz de la frente.

—¿Qué pasa? —le preguntó Lucy.

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora