36. El departamento de Misterios

986 84 85
                                    

El grupo salió del castillo y se adentró en el Bosque Prohibido con Lucy a la cabeza, que guiaba a los demás a través de los árboles en dirección al lugar donde Hagrid escondía a su enorme hermano. Cada vez el espacio entre árboles era más cerrado, pero aún así los chicos trataban de avanzar lo más rápido posible.

Mientras corrían, escucharon unos chillidos lejanos, y algo más tarde, unos alaridos acompañados de estruendos de árboles partiendo y cayendo. Distraída por aquello, Lucy tropezó y cayó de bruces sobre unas zarzas y astillas, haciéndose heridas en las palmas de las manos, pero no la importó.

Apretaron el paso, pero afortunadamente, cuando Lucy divisó a Harry y a Hermione, estaban solos, sin la profesora Umbridge. Había árboles caídos, a consecuencia de Grawp, pensó, y unas marcas de herraduras en la tierra.

—Sin nuestras varitas no podemos hacer nada —comentaba Hermione, desanimada—. De todos modos, Harry, ¿cómo pensabas llegar hasta Londres?

—Sí, eso mismo nos preguntábamos nosotros —habló entonces Lucy cuando llegaron junto a ellos.

—Bueno —dijo Ron apartando una rama baja. Llevaba las varitas de Harry y Hermione en la mano—, ¿se os ocurre algo?

—¿Cómo habéis logrado escapar? —preguntó Harry, atónito, al tiempo que cogía su varita.

—Con un par de rayos aturdidores, un encantamiento de desarme y un bonito embrujo paralizante, obra de Neville —contestó Ron sin darle importancia mientras le devolvía también a Hermione su varita—. Ginny le ha hecho a Malfoy el maleficio de los mocomurciélagos; ha sido genial, tenía toda la cara cubierta de gargajos. Y os habéis perdido a Pelos; le ha dado un mordisco tremendo en la cara a Goyle; pensé que se lo iba a comer...

—Desde la ventana hemos visto que ibais hacia el bosque —dijo Ginny—. ¿Qué le habéis hecho a la profesora Umbridge?

—Se la han llevado —respondió Harry—. Una manada de centauros.

—No la voy a llorar si algo le pasa —declaró Lucy—. ¿Y a vosotros os han dejado aquí?

—No, los ha ahuyentado Grawp.

—¿Quién es Grawp? —preguntó Luna con mucho interés.

—El hermano pequeño de Hagrid —respondió Ron—. Bueno, ahora eso no importa. Harry, ¿qué averiguaste en la chimenea? ¿Tiene Quien-tú-sabes a Sirius o...?

—Sí —afirmó Harry, y notó otra fuerte punzada en la cicatriz—, y estoy seguro de que Sirius todavía está vivo, pero no sé cómo vamos a ir hasta allí para ayudarlo.

Todos se quedaron en silencio con aspecto de estar bastante asustados; el problema al que se enfrentaban parecía insuperable.

—Tendremos que ir volando, ¿no? —soltó Luna con un tono realista que Lucy nunca le había oído emplear.

—Vale —contestó Harry con fastidio, y se volvió hacia ella—. En primer lugar, olvídate del «tendremos», porque tú no vas a ninguna parte, en segundo lugar, Lucy es la única que puede volar por ella misma, y en tercer lugar, Ron es el único que tiene una escoba que no esté custodiada por un trol de seguridad, de modo que...

—¡Yo también tengo una escoba! —saltó Ginny.

—Sí, pero tú no vienes —la atajó Ron.

—¡Perdona, pero a mí me importa tanto como a ti lo que le pase a Sirius! —protestó ella, y apretó las mandíbulas, con lo que de pronto resaltó su parecido con Fred y George.

—Eres demasiado... —empezó a decir Harry, pero Ginny lo interrumpió con fiereza.

—Tengo tres años más de los que tenías tú cuando te enfrentaste a Quien-tú-sabes por la piedra filosofal, y gracias a mí Malfoy está atrapado en el despacho de la profesora Umbridge atrapado entre gigantescos mocos voladores.

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora