2. Jonathan el loco

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Jonathan paseaba por las calles de la hondonada, sin rumbo alguno.

Desde que Lucy se fue, apenas hablaba con nadie. Y ahora que eran vacaciones, se pasaba casi todo el día solo.

Se decía por todo el mundo mágico que el Señor Tenebroso había regresado. Decían que Harry Potter y el mismísimo Albus Dumbledore lo habían confirmado. En la hondonada había gente que les creía, y había otros que pensaban que eran unos chiflados. Jonathan no estaba seguro, pero si las videntes y el abnuck lo decían, seguramente era cierto.

En casa había bastante misticismo. Evanna se pasaba los días nerviosa. Todas las noches llegaba una lechuza, y cada vez que traía cartas de la taita Roxie, no le dejaba leerlas. Además, su banma ni siquiera las leía delante de él, y esperaba a que se fuera a la cama para hablar con su bampra sobre lo que decían las cartas.

Lo había comentado con el tiot Miguel, pero él tampoco parecía dispuesto a contarle nada. La abba tampoco había respondido a sus preguntas, diciendo que aún era menor de edad. Ni siquiera el abnuck quería contarle al menos qué decían las cartas de Roxane, porque él también las recibía, junto con cartas del propio Dumbledore. Y Jonathan estaba harto de tanto secreto.

Llegó hasta el foro, y se sentó en uno de los bancos. Era un día tranquilo, con poca gente en la calle. Hacía una brisa agradable; el ambiente era húmedo, debido la lluvia de la noche anterior, y el cielo estaba cubierto de nubes grisáceas. Aquello hizo pensar a Jonathan en los dementores, y por consecuencia, en él. Se llevó la mano a la gran cicatriz que tenía en el antebrazo derecho, que iba desde su muñeca hasta la parte interior del codo.

«No puede escapar,» se dijo. «El tío Will dice que está bien encerrado. No escapará.»

¡Jonathan!

Una voz le llamó desde el cielo.

—Pico —saludó, mientras la lechuza se posaba junto a él—. ¿Es una carta para banma? Es de la taita Roxie, ¿verdad?

No —replicó la lechuza—. Es para ti. Lucy me ha despertado a primera hora para traértela.

Pico le entregó el sobre. El rubio lo abrió y empezó a leer la carta.

Jonathan:
Necesitaba escribirte. Ayer pasaron muchas cosas. Te lo resumiré un poco.
Ron y los demás vinieron a cenar, y Percy nos contó que le habían ascendido. Entonces empezó a discutir con el tío Arthur, y la cosa se lió. Al final, Percy se marchó, diciendo que ya no quería saber más de nosotros.
El caso es que después nos enteramos de que nuestros padres pertenecen a una Orden fundada por Dumbledore, para luchar contra Quien-tú-sabes. Tus padres también forman parte de ella. No te lo querían contar, pero lo he hecho yo porque, si yo lo sé, tú también tienes derecho.
Ya sabes que hubo un Torneo en Hogwarts, ¿no? Bueno, pues en la última prueba, un mortífago que se disfrazó de Alastor Moody engañó a Harry y le llevó con magia a un cementerio con otro chico, Cedric Diggory. Allí el Señor Tenebroso recuperó su cuerpo y mató a Cedric. Y Harry lo vio todo.
Así que sí, Quien-tú-sabes ha vuelto. Ni Harry ni Dumbledore están locos. Te lo digo porque hay gente que hasta se ríe de ellos. Yo sé que tú eres más listo, y ya sabrás que es verdad.
Espero verte pronto.
Un abrazo,
Lucy

Jonathan se levantó de un brinco. Eso era lo que tanto escondían sus padres. Ya era casi mayor de edad; ¿por qué no se lo habían contado?

—Gracias, Pico —le dijo a la lechuza—. Ya sabes dónde está la lechucería.

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora