37. El velo

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Los rodearon unas siluetas negras salidas de la nada, que les cerraron el paso a derecha e izquierda; varios pares de ojos brillaban detrás de las rendijas de unas máscaras, y una docena de varitas encendidas les apuntaban directamente al corazón; Ginny soltó un grito de horror, y Lucy recorría a todas las siluetas con la mirada, tratando de guardar la calma. Sin darse cuenta, se agarró a la mano de Neville, a su izquierda.

—Dame eso, Potter —repitió la voz de Lucius Malfoy, que había estirado un brazo con la palma de la mano hacia arriba. Lucy notó un espantoso vacío en el estómago. Estaban atrapados, y los doblaban en número—. Dame eso.

—¿Dónde está Sirius? —preguntó Harry.

Varios mortífagos rieron; una áspera voz de mujer surgió de entre las oscuras figuras, hacia la izquierda, y sentenció con tono triunfante:

—¡El Señor Tenebroso nunca se equivoca!

—No, nunca —apostilló Malfoy con voz queda—. Y ahora, entrégame la profecía, Potter.

—¡Queremos saber dónde está Sirius! —exigió Lucy con fiereza, aunque el pánico le subía por las entrañas.

—«¡Queremos saber dónde está Sirius!» —se burló la mujer que estaba a la izquierda. Ella y el resto de los mortífagos se habían acercado más al grupo de chicos, de los que ahora sólo los separaban unos palmos.

—Sé que lo han capturado —afirmó Harry—. Está aquí. Sé que está aquí.

—El bebé se ha despertado asustado y ha confundido el sueño con la realidad —dijo la mujer imitando la voz de un niño pequeño.

—No hagáis nada —murmuró Harry—. Todavía no...

La mujer que lo había imitado soltó una ruidosa carcajada.

—¿Lo habéis oído? ¿Lo habéis oído? ¡Está dando instrucciones a los otros niños, como si pensara atacarnos!

—¡Ah, tú no conoces a Potter tan bien como yo, Bellatrix! —exclamó Malfoy quedamente—. Tiene complejo de héroe; el Señor Tenebroso ya lo sabe. Y ahora dame la profecía, Potter.

—Sé que Sirius está aquí —insistió Harry—. ¡Sé que lo han cogido!

Unos cuantos mortífagos volvieron a reír, aunque la mujer fue la que rió más fuerte.

«El vínculo» pensó Lucy, y se le cayó el alma a los pies.

Lo sabía, lo sabía y lo sabía. Sentía ganas de darse de golpes en la cabeza contra el suelo. El Señor Tenebroso había usado su vínculo con Harry y los habían engañado.

¿Cómo pudo ser tan estúpida para permitir a Harry y a los demás acudir allí? Y lo peor era que ella, sabiendo lo que podía pasar, no había hecho más que bailarle el agua a Harry e ir corriendo detrás de él, en lugar de detenerlo.

—Ya va siendo hora de que aprendas a distinguir la vida de los sueños, Potter —dijo Malfoy—. Dame la profecía inmediatamente, o empezaremos a usar las varitas.

—Adelante —lo retó Harry, y levantó su varita mágica hasta la altura del pecho.

En cuanto lo hizo, las varitas de Ron, Hermione, Lucy, Neville, Ginny y Luna se alzaron a su alrededor. El nudo que Lucy tenía en el estómago pareció apretarse; había permitido a sus amigos y a su familia ir al matadero para nada.

Pero los mortífagos no atacaron.

—Entrégame la profecía y nadie sufrirá ningún daño —aseguró Malfoy fríamente.

Ahora le tocaba reír a Harry.

—¡Sí, claro! —exclamó—. Yo le doy esta... profecía, ¿no? Y ustedes nos dejan irnos a casa, ¿verdad?

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora