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En un mundo donde el 80% de las personas poseían un quirk, había cierto peliverde que no tenía uno. Su madre atraía objetos y su padre podía exhalar fuego, pero Midoriya Izuku, no podía hacer nada. A los 4 años entendió que no todos nacen con igualdad.

Ahora tiene 14 años, es el objeto de burlas de toda su escuela, pero a pesar de esas desgracias, siempre sonreía, determinado a cumplir su sueño de ser el héroe número 1.

-She was all bad-bad nevertheless, Callin' it quits now, baby, I'm a wreck...-Cantaba.

Era rutina de Izuku, cada Viernes el despertaba a las 5 A.M, dibujaba un poco mientras cantaba para después ir hasta la estación de metro, una que nunca se terminó, era una especie de base entre él y su padre, en ese lugar podía hacer grafittis. Su papá siempre le daba consejos de dibujo como al mismo tiempo lo hacía sentir feliz y querido, olvidando sus problemas.

Guardó sus lienzos en su bolso y salió por la ventana de su cuarto, siempre corría y saltaba hasta llegar al metro, y después de haber estado así unos minutos, llegó hasta la estación, donde se encontraba su padre, parado en la entrada.

Guardó sus lienzos en su bolso y salió por la ventana de su cuarto, siempre corría y saltaba hasta llegar al metro, y después de haber estado así unos minutos, llegó hasta la estación, donde se encontraba su padre, parado en la entrada

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-¡Papá!.-Gritó el joven Midoriya, con un poco de cansancio por que venía corriendo.

-¡Izuku!.-Respondió Hisashi, contento por ver a su hijo.

Ambos se abrazaron como si no se hubiesen visto en mucho tiempo, o como si fuera el último abrazo que se dieran en su vida...

-¿Que pintaras hoy, campeón?.-Preguntó Hisashi, mientras posaba su mano en el revoltoso cabello de su hijo.

-Hoy tengo ganas de improvisar.-Respondió el joven de pecas con una gran sonrisa.

Los Midoriya entraron al metro, era la primera estación, debían ir en la dirección contraria, ya que esa estación donde ambos tenían su "base" era una no terminada, en otras palabras, una fantasma, que en los inicios sería la que diera inicio al recorrido. Era peligroso ir entre los rieles, pero para ese punto ellos estaban acostumbrados.

Como era de costumbre, Hisashi tomó asiento en una de las bancas, mientras encendía un parlante para colocar algo de música, compartía gustos con su hijo en la mayoría de canciones, por lo que colocó un poco de Rock ochentero

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Como era de costumbre, Hisashi tomó asiento en una de las bancas, mientras encendía un parlante para colocar algo de música, compartía gustos con su hijo en la mayoría de canciones, por lo que colocó un poco de Rock ochentero.

Un gran poder, Una gran responsabilidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora