Me froté una mano contra la otra. El frío estaba comenzando a enfriarme un poco las ideas, y lo cierto es que lo agradecía. Podría jurar que me hacía falta, lo necesitaba.
Clavé la vista en el ir y venir de las olas, con la mente totalmente en blanco. Aspiré con ansias antes de dejarme caer en uno de los múltiples bancos que rodeaban el paseo antes de darle una nueva calada a mi primer cigarrillo de la mañana.
Por desgracia había tardado mucho en darme cuenta de lo que realmente necesitaba. Me había pasado horas comportándome como un gilipollas sin darme cuenta.
Sentí una pequeña vibración en el bolsillo. Por las horas sabía que solo podía ser Víctor, con quien había estado hablando cuando al fin parecía haber despertado de mi letargo. No habían sido muchos mensajes, pero los suficientes para que se diera cuenta de lo que necesitaba. Lo peor era que ni yo mismo me había percatado: lo necesitaba a él.
Entré en la conversación sin fijarme en nada más, pero me sorprendí al darme cuenta de que eran de Gema. Pasé la vista por encima para advertir lo mal amigo que era. Tenía por lo menos unos diez mensajes sin leer. Negué con la cabeza, con los nervios en la boca del estómago. Le debía una explicación por estar desaparecido.
No me fijé en ninguno, ya que no tenía ganas de hablar de nada y solo me limité a disculparme tontamente por mi comportamiento. Me conocía lo suficiente para entenderme, de eso no tenía duda.
«Miki estuvo aquí hoy»
Le dije sin más. Bloqueé el móvil tras decir eso, como si no hubiera despertado a la bestia, pero no tardó ni medio segundo en responder. Parecía estar esperando mi mensaje a pesar de ser las siete de la mañana.
«Cómoooo?»
Torcí los labios al leer su respuesta. Sentía como los párpados me pesaban y me dolía el pecho al respirar.
«Que quería ese gilipollas?»
Intenté reírme, aunque poco logré. Todo se quedó en un gesto estúpido que terminó provocándome un ataque de tos.
«Joder»
Me limité a responder.
Salí de su conversación y paseé la vista por las demás. Tenía varios mensajes del grupo de la editorial. Entré para quitar la notificación y le di a silenciar grupo por un año. Me percaté de que tenía una mención, pero ni la leí.
«En qué sentido?»
Me reí, solo ella podía sacarlo todo de contexto.
«En todos»
Salí sin más y me metí el móvil en el bolsillo. Sabía que Gema no se iba a rendir, que iba a maldecir e insultar a Miki, y yo en el fondo lo necesitaba. Necesitaba poder insultarlo libremente con alguien que me entendiera. Yo no era así, pero esos momentos la echaba profundamente de menos. Era la locura que terminaba salvando la poca cordura que me quedaba a mí.
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El mejor error
RomanceHéctor es un escritor bloqueado que decide cambiar de aires y de ciudad, huyendo de sus problemas. Víctor es un matemático algo frustrado que pasa el tiempo entre el trabajo y sus amigos sin ganas de complicarse la vida. La casualidad hace que sus...