Alaska.
Estoy nerviosa
Demasiado.
Observo su cabello castaño, su manera de moverse en el reducido espacio de la caja. Prepara café cada que alguien se acerca por uno.
También se muerde las uñas constantemente cuando no tiene algo que hacer.
He estado unos largos minutos en la cafetería que se ha vuelto mi favorita... por su café, por supuesto. Admito que estoy un poquito cautivada por él.
Abandona su caja y va a dejar un café cerca de mi mesa.
Observo a uno de sus compañeros y lo retengo del brazo. Alza una ceja.
—¿Cómo se llama él? —pregunto señalando al pecoso.
El pelinegro mira aquella dirección y cualquier sonrisa se borra.
—¿Por qué tanto interés, rubia? —pregunta. Mis mejillas se sonrojan—, se llama Leseth, no creo que te haga caso. Muchas chicas les han coqueteado, pero parece huir.
—Gracias—murmuro, distraída.
Juego con la taza vacía de café, observo mi libreta de dibujo y viajo a la anatomía del chico. Sacudo mi cabeza para no sentirme tan tonta y saco un lápiz de mi bolso para comenzar a dibujar.
Un rostro.
Una mirada triste.
Estrellas en su piel pálida.
Termino el dibujo, orgullosa. Siempre me ha gustado dibujar con grafito.
Pocas veces utilizo el acrílico, acuarelas, óleo. Soy más... ¿Practica?
Bien, Alaska.
Me levanto de mi silla para caminar hasta donde se encuentra. Estoy nerviosa. Llego a la caja y está dibujando unas notas musicales sin notar mi presencia.
—Oye, te habla la chica de esa esquina— murmuro sobresaltando a Leseth.
Dejo el dibujo enrollado en la caja y doy media vuelta para regresar a mi lugar. Lo observo caminar de nuevo a su lugar de trabajo y se da cuenta de la hoja.
Alza la mirada como si buscara a la persona que lo dejo y vuelvo a mi taza de café vacía. Segundos después alzo la mirada y está abriendo el contenido.
Una sonrisa aparece en su rostro, una real no fingida. Una que desearías que no se fuera nunca.
Lo acompaño en su felicidad sintiéndome mejor conmigo misma por provocar sonrisas en las demás personas. Es un detalle simple, pero especial y que fue creado por mí.
A veces necesitamos cosas simples en nuestra vida.
Guarda el dibujo en su bolsillo con las mejillas sonrojadas. Desearía poder leer mentes para saber lo que piensa. Quisiera tener el valor suficiente y acercarme con un simple hola.
Tal vez podemos ser grandes amigos.
Es como cuando ves a alguien y quieres indagar en su vida, no tienes idea porque, pero la comezón de la curiosidad es atrevida. Leseth es una persona que quieres conocer, no hay un por qué.
Leseth.
—¿Qué es eso? — pregunta Elena, alzo mi mirada para verla y es el pedazo de papel enrollado.
—Un dibujo— murmuro con entusiasmo.
Y gozo esta felicidad momentánea.
—¿Puedo verlo? —pregunta con curiosidad.
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Bajo La Lluvia
Teen Fiction"Te envió lejos, pero al mismo tiempo no puedo soltar tu mano" Ella es el sol. Él es la tormenta. Juntos forman un arcoíris de canciones, creando una amistad o tal vez es más complejo que eso... Leseth no desea vivir. Alaska ama sonreír. Su zozobra...