Capítulo 30
Leseth.
Después de tres días difíciles me aparto de Alaska (no deseaba hacerlo), pero ella misma me pidió que fuera al trabajo y aunque no quise ceder, tuve que hacerlo porque era lo que necesitaba en ese momento.
Alaska no ha vuelto a sonreír, nunca sabes lo importante que es la sonrisa de alguien hasta que desaparece y te preguntas ¿Cuándo volverá?
Llego en el turno de tarde a la cafetería, Elena fue bastante clara en decirme que nuestra jefa estaba por encima de enojada y no sé que tan correcto es venir, pero tengo que dar la cara ¿no?
La puerta es abierta y tropiezo cruzando con una Elena molesta.
—No puedes desaparecer así—me reprende con la mano en la cadera, dejando el trapo aun lado.
Agradezco que sea poca la gente, es un día tranquilo donde solo veo a personas mayores bebiendo un café.
—No podía dejar sola a Alaska — murmuro caminando con ella hasta la barra.
—¿Pasó algo? — pregunta un poco más relajada.
Estoy por contestar cuando veo a mi jefa verme con un entrecejo fruncido.
—A mi oficina, ahora Leseth.
Elena me da breves palmadas en el hombro en señal de consuelo y sigo el camino que mi jefa me brinda.
Entramos a su oficina y ella expulsa aire por la boca algo fastidiada.
—No puedes seguir así...
—Lo sé, lo siento no volverá a pasar —la interrumpo.
No puedo perder este trabajo.
—No, no volverá a pasar — asegura ella mostrándome una carpeta blanca de su escritorio.
Con la mirada me señala la silla y decido obedecer abriendo la carpeta con cierta duda.
Lo primero que noto es la palabra renuncia.
—Pero...
—No eres mi mejor empleado, Leseth — dice y noto un atisbo de pena—, faltas injustificadas, violencia en tu aspecto, a veces los clientes se molestaban por tu poca amabilidad.
—Hacia siempre mi trabajo— susurro con un nudo en mi garganta.
Esto no puede estar pasando.
No.
—Lo sé, comprendí que tú actitud es algo más, pero no es algo bueno para mi negocio, ¿Lo entiendes?
Trago el nudo en mi garganta, le ofrezco una sonrisa de boca cerrada y acepto la pluma que me brinda para poder firmar.
No lo pienso demasiado, tampoco me dedico a leer mi carta de renuncia. En el fondo sabía que tarde o temprano pasaría, creo incluso que fue generosa por brindarme tanto tiempo.
Esto pasaría.
—Tu finiquito llegará en tu tarjeta antes de fin de mes — avisa, me ofrece una sonrisa que no soy capaz de corresponder.
¿Cómo le devuelvo la sonrisa cuando mi vida acaba de caer? Este trabajo me daba para vivir, para poder pagar la despensa, los recibos y aunque no era suficiente las propinas eran buenas. Vivir en Londres es caro y cuesta una fortuna mantener comodidades que claramente no tengo, no desde que papá murió.
—Gracias.
Empujó la silla para poder irme y comenzar a buscar algo para mantenerme.
No puedo dejar de trabajar.
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Bajo La Lluvia
Teen Fiction"Te envió lejos, pero al mismo tiempo no puedo soltar tu mano" Ella es el sol. Él es la tormenta. Juntos forman un arcoíris de canciones, creando una amistad o tal vez es más complejo que eso... Leseth no desea vivir. Alaska ama sonreír. Su zozobra...