17. Extenuación

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Capítulo 17

Advertencia: el capítulo contiene escenas fuertes, sí eres sensible ante ello por favor no lo leas o hazlo con responsabilidad.
Y sí pasas por algo como ello por favor busca ayuda profesional o mandarme un mensaje y prometo escucharte, tal vez no soy psicóloga, pero si puedo ser amiga.
✨✨

Leseth.

Grito.

No sé donde saco las fuerzas para gritar, me arrebato las manos ásperas de mi cuerpo, suplico que pare, que no me inyecten nada, ¿Qué es? No quiero, no lo necesito.

Prometí nunca drogarme, lo prometí, se lo prometí a papá.

Se escucha una alarma, no sé de dónde, pero pronto siento como el lugar comienza a reducirse, abro mis parpados y entre las lágrimas los veo. Son cinco, no puedo moverme, quiero moverme, ¿Por qué no me muevo?

La jeringa cae al suelo, mi cabeza se recarga en una superficie mientras de pronto no siento nada, caigo al suelo y los golpes se sienten como caricias de plumas en mi cuerpo.

—Rápido se está haciendo daño—escucho una voz, casi como un susurro.

Me levanto de la superficie, aparto a todos los que quieran tocarme mientras grito que paren, ¿Qué está pasando?

Caigo al suelo de nuevo y el dolor comienza a presentarse, observo mi brazo con un pinchazo, sollozo.

¿Por qué no eres capaz de cumplir una promesa, Leseth?

—Leseth—alzo la mirada, parpadeo varias veces—, respira, despacio tú puedes.

No puedo, ¿Por qué no puedo hacer nada bien?

Niego, me aparto antes que pueda tocarme.

—Oliver sus heridas van a abrirse—escucho y aparto la mirada para ver a lo que supongo debe ser una enfermera.

—Mírate niño—escupe mirándome desde su alta. Sintiéndose superior—, ¿no quieres también más? Puedo ayudarte a dejar de sentir, ¿lo deseas?

Abro mis parpados como puedo y veo otra jeringa en su poder, retrocedo, pero me siento tan débil.

¿No es eso lo que has buscado Leseth?

—¿No sentir... nada? —mi lengua se enreda, creo que ríe, no lo sé. Yo también quiero reír y dejar de llorar.

—Así es, solo felicidad.

Asiento casi con urgencia, no quiero más dolor. No quiero.

Se acerca y el pinchazo provoca que cierre mis ojos, siento mi corazón latir con rapidez, demasiado fuerte.

Siento un fuerte dolor en mi pecho que me hace doblar mis rodillas.

—Leseth debes tratar de calmarte—habla Oliver—, respira, por favor.

—Me duele...—susurro sosteniendo mi pecho como si fuera a morir en cualquier momento.

El latido frenético de mi corazón no cesa.

—... Su corazón late a más de cien latidos por minuto... debemos calmarlo...—escucho más instrucciones, pero cuando se acerca brinco en mi lugar y me aparto.

No quiero más droga, lo prometí. Lo prometí.

—¡No quiero! ¡No me toquen! —grito, mis manos tiemblan cuando aparto a las personas de mi camino.

Bajo La LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora