Leseth
El sentimiento de miedo, impotencia y ansiedad son peligrosos.
Todo en un mismo vaso de cristal termina por romperse en pedazos por la fuerte tormenta, no mucho tiempo puedo aguantarlo. Solo es cuestión de explotar en llanto.
Siempre cambio el vaso, el miedo me hace imposible pensar con claridad, son nudos alrededor de mi garganta apretándose a medida que me arrastro por la miseria en la que me toco vivir.
Los episodios de ansiedad no merecen ser vividos por nadie, la zozobra me atrapa y me hace temblar, mi corazón se acelera de una manera que asusta mientras mi cuerpo suelta gotas de sudor.
Abrazo mis rodillas con lágrimas pesadas resbalando por mis mejillas, el sentimiento de asco me hace tallar mis brazos con fuerza.
No puedo.
No puedo volver a hacerlo, cada vez que se repite me rompo en el proceso, dejo entrada a la oscuridad que la luz ya está muy lejana, ¿Cuánto puedo soportarlo? ¿Cuándo dejara de doler?
Las preguntas deberían venir con su respuesta, pero solo es un espacio vacío.
Me levanto torpemente tropezándome en el proceso, me aferro a la pared y camino a la ducha abro el grifo temblando y entro sin quitarme la ropa que en un abrir y cerrar de ojos se pega a mi piel, mi cabello cubre mi frente y las lágrimas se pierden por la lluvia artificial.
Y grito.
Mi voz esta ronca y no importa que alguien pueda escucharme. Nadie esta para escucharme, así que me hago cenizas en la pequeña habitación en un fuerte grito uno que rompe mi alma y la reconstruye al mismo tiempo, golpeo con fuerza el azulejo deseando que sea suficiente para dejar de sentir, para que el dolor físico opaque al emocional.
Mi muñeca palpita, pero alivia mi dolor emocional.
Ya no siento nada.
Abandono el local agotado, incluso arrastrando mis pies porque fue un día pesado, la semana no fue la mejor y mi muñeca está mejor. Camino con mi mano sana dentro de mi bolsillo para cubrirla del horrible frío de Londres y tarareo una canción, distraído.
—Hola —escucho una voz femenina en mis espaldas y me tenso. Observo de reojo, pero la penumbra no me deja ver con claridad. Me giro por completo y veo a una chica con un sombrero y abrigo largo.
— ¿Eh?
—Soy Alaska Stevens— la alegría que emana me confunde—. Soy aquella chica que se perdió en tu colonia.
Trato de recordar y asiento al dar clic en mi cabeza.
— Adivinadora — suelto sin pensar.
—La misma— sonríe. Se acerca hasta estar lo suficientemente cerca para poder detallar su cabello rubio. Si soy sincero no veo venir ese abrazo con total confianza. Me quedo estático en mi lugar—. Todos merecemos un abrazo — susurra en mi oído—, a mí me gusta regalarlos.
Se separa de mí y tiene una radiante sonrisa con las mejillas sonrojadas, observo la curvatura de su nariz y ese lunar en su mejilla.
Sacudo mi cabeza como si así volviese a mi mundo real, sonrió sin saber que hacer realmente ante aquella locura que tiene nombre.
Alaska.
—Puedo ser un ladrón, o simplemente te secuestro y venda tus órganos —suelto bastante serio.
¿Qué me pasa?
¿Por qué hablo con una desconocida?
Bueno, dijo su nombre...
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Bajo La Lluvia
Teen Fiction"Te envió lejos, pero al mismo tiempo no puedo soltar tu mano" Ella es el sol. Él es la tormenta. Juntos forman un arcoíris de canciones, creando una amistad o tal vez es más complejo que eso... Leseth no desea vivir. Alaska ama sonreír. Su zozobra...