La discusión

119 11 0
                                    

La discusión

Tras esa frase su compañero se puso aún más rojo de lo que estaba.

-Tenemos que parar.- Sergi le empujó hacia atrás evitando que la mano continuara su rumbo.

-¿¡Qué cojones te pasa?! Eras tú el que querías.- Dijo André, más que enfadado, disgustado.

-No quiero ir tan rápido vale, yo nunca...-André comprendió que pasaba.

-Vale, no pasa nada, iremos despacio entonces. Me marcho, tengo que ir al gimnasio.- Se dirigió a la puerta. Sergi hizo amago de decir algo, pero se calló. Entonces André se giró y le dio un beso en la mejilla.

-Igual eso es demasiado despacio.

-Lo siento.- dijo alejándose, le miró sonrió y le guiño un ojo.

Cuando este salió de casa de Sergi avanzó un par de calles y se puso a fumar en una esquina solitaria. Ese día llevaba una chaqueta motera y un jersey granate de cuello alto, se sentía poderoso, le daba al tabaco la oportunidad de invadirlo, pero no de poseerlo. Anochecía y el cielo estaba despejado.

Le entristeció darse cuenta de que allí, en ese momento, no echaba de menos a Roma, en ese momento tenía lo que necesitaba, tenía una familia que le quería, amigos, a Sergi, un lugar en el que sentirse acogido. Se sentía el centro del universo, sentía que todo giraba a su alrededor y no se equivocaba, por algo él es el protagonista.

Tenía miedo de que en algún momento la situación le superara (lo haría) que el bienestar que sentía ahí, en esa esquina, fumando, pensando en sus amigos, en Sergi, en el cielo despejado de Gijón, se desvaneciera (lo hizo). Pero aún así, aún con miedo, se sentía poderoso, todo lo que le rodeaba estaba bajo control, y eso le hacía sentirse el centro de la órbita elíptica de todos los planetas del universo. Le llamaban prepotente, él simplemente, por primera vez en su vida, sabían lo que quería , sabía lo que era, sabía lo que valía.

Sergi se quedó tumbado en la cama. Se sentía gilipollas, todo lo que había hecho era estúpido. También el miedo se había apoderado de él. Deseaba a André y sin embargo, cuando lo consiguió tener completo, le había dicho que no, que parara. Se sentía un grandísimo gilipollas.

Su madre estaba en la cama y seguía sin levantarse, su hermano en su habitación, encerrado. Su padre no se sabía dónde, tampoco quería. Él ahora, a cargo de todo aquello que le rodeaba. La única cosa que le podía rescatar y llevarle a la desconexión un par de horas, André, ahora quizás enfadado por ser un cobarde, además de gilipollas, un cobarde. Miraba el techo de su habitación, sin moverse, le apetecía llorar, de hecho lo se le escapó una lágrima , el mundo se le venía encima y se sentía solo. Su felicidad dependía de un desconocido que conocía desde hacía apenas semanas y del que se había enamorado a primera vista.

-Sergi tengo hambre, ¿Me ayudas a cocinar algo?.- Dijo su hermano, tímido. La pregunta le tranquilizó, había dicho "me ayudas", se dio cuenta de que en casa no estaba del todo solo, de momento su hermano ya había revivido.

Mientras tanto Lia y Julia llegaban a La Revoltosa para tomar algo, últimamente se había convertido en su sala de operaciones. Ambas pidieron lo de siempre y se sentaron en la mesa de siempre, en la misma donde el primer atisbo de amor entre Sergi y André se había producido. Hablaron sobre la gente de clase, sobre los cotilleos habituales, sobre sus primeras impresiones de André.

-Andan diciendo por ahí que Sergi se tiró a André anoche, alguna gente les vio yendo hacia su casa.- Dijo Lia, con gesto preocupado, un gesto que Julia no entendió.

-Ni idea, Sergi no da signos de vida.- Dio un trago a su bebida.- Si pasó y no me ha dicho nada vamos a tener un problema.

-Tía, pero... ¿Tu crees que será verdad?

-Yo qué sé, no me preocupa la vida sexual de Sergi, hasta ahora era nula. ¿Por qué te preocupa tanto?

-Es que...- Julia interrumpió a Lia.

-Hablando del rey de Roma.- Lia se giró para ver lo que había visto su amiga, a Sergi entrando por la puerta. Julia le hizo un gesto para que se sentara.

Para Lia, Sergi había llegado en el momento más inoportuno.

-¿Qué haces aquí, se puede saber por qué no apareces por el instituto? No paro de mentir a los profesores diciendo que estás malo.

-Vengó a echar un currículo.

-¿Cómo?- Lia se quedó en shock, en la casa de Sergi nunca había faltado dinero.

-Ayer por la noche mi hermano me llamó, por eso me marché sin despedirme, cuando llegué a casa mi padre amenazaba a mi madre con un cuchillo. No ha vuelto a aparecer. Mi madre no sale de la cama. Alguien tiene que llevar dinero a casa.

-Joder, si necesitas algo avísame, aquí estoy para lo que necesites, ¿Has ido a la policía, porque te acompañó André?

-Teniendo en cuenta que casi dejo a mi padre inconsciente...-Entonces Sergi se dio cuenta de la segunda parte de la pregunta.- ¿Como sabes tu eso?

-Algunas personas os vieron yendo hacia tu casa, dicen que pasasteis la noche juntos.- Sergi balbuceo.

-El estaba conmigo en el momento de la llamada y me acompañó para ayudarme, por eso tampoco quiero ir a la policía, no quiero que le repercuta.

-¿El también pego a tu padre?

-Estábamos borrachos...

Lia prestaba atención a la conversación, en silencio. Se sentía decepcionada, pensaba que André le contaría una cosa así, no habían parado de hablar, ya fuera en el instituto o por WhatsApp, pero no le había dicho nada. Tampoco tendría que habérselo dicho, comprendía que quizás no tenían ese nivel de confianza, pero la entristeció ese detalle.

-¿Y en el periodo de tiempo antes de la llamada que se supone que hacíais?- Sergi no respondió.- Vale, no hace falta que respondas, está claro.- Julia miró a Lia y esta hizo lo mismo.- Hoy por la tarde os habéis visto ¿No?.- Sergi asintió con la cabeza, le salió una media sonrisa.
-¿Se ha terminado ya el interrogatorio señorita Julia? Mañana nos vemos en clase.
-Afirmativo, puede usted marcharse.- Los tres sonrieron y las chicas, desde la mesa vieron a Sergi hablando con la dependienta sobre su currículum y tras un par de minutos se marchaba, bastante contento.

-¿Qué me estabas diciendo?- Preguntó Julia a Lia.

-Nada da igual.- Se miraron.

-No me encuentro bien, me marcho.

-Pero Lia, ¿se puede saber que cojones te pasa?

-Creo que me gusta André, ¿contenta? Es jodidamente imposible pero ayer cuando me dio el pico en el bar me volvió loca y por un momento pensé que lo había hecho porque sentía algo y no para utilizarme, eso es lo que me pasa. Adiós, me marcho.

El color del amor (LGBT) *Completa*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora