La estatua
Los ojos verdes serpiente de Álex dejaban completamente eclipsado a Sergi. Se habían ido a un bar cercano y sin mucha gente para poder hablar con tranquilidad.
-¿Y qué hacías ahí solo?- A Álex le mataba la duda desde el instante en el que había entrado en el local y le había visto en el lugar más oscuro.
-Pues esperar a que alguien al que le diera pena acercara a mí.
-Pues yo no me acerqué a tí.
-Tú eras demasiado guapo como para que te diera pena.- Sergi iba a matar, con toda la dignidad perdida solo le quedaba apostar, por mucho que perdiera.
-Yo era demasiado cobarde como para hacerlo.
-Yo también era cobarde.- Contestó Sergi.
-No lo parece.
-Supongo que la vida me ha hecho entender que no merece la pena serlo.
-Wow, que filosófico, me he sentado con Freud y no me he dado cuenta.
-Definitivamente yo no estoy obsesionado con el sexo como lo estaba él.
-Pues que pena.- Respondió Álex, Sergi trago saliva, eso iba en serio.
-Pensaba que aquí el cobarde eras tú.
-Solo me cuesta dar el primer paso. ¿Y qué te ha hecho la vida para quitarte la cobardía?
-Un padre imbécil... un novio que se fue. Yo en general, que he aprendido que no se me da nada bien, así que no merece la pena preocuparse. ¿A ti que te hace mantenerla?
-Unos padres con dinero que me controlan, unos amigos que con dos neuronas. Yo que no me rebelo.- Su jersey de Polo y sus zapatos de Lacoste confirmaban lo del dinero.
-¿Eres de esos ricos incomprendidos?- En el fondo Sergi lo dijo con cierto amargor, porque como como todos él desearía otra vida y la de ese chico parecía tranquila y perfecta.
-Supongo que sí. ¿Tu qué eres entonces?
-Un pobre que no busca comprensión.
-Joder, pues a ver cómo hacemos.- "Se acabó la palabrería pensó Sergi" Se acercó lo máximo que pudo a Álex.
-Tu sabrás.- Y Álex lo sabía.
Tras 10 minutos de besos Álex comenzó a mirar a su alrededor. Álex intento llamar a Sergi por su nombre pero ni siquiera se lo había preguntado.
-Nos están mirando mal, quizás deberíamos irnos.- Sergi miró a su alrededor y efectivamente los pocos señores a su alrededor no les miraban precisamente de buen gusto.
-Salgamos.- Sergi se levantó y Álex le siguió, pagaron al camarero las dos cervezas y salieron por la puerta. Una vez fuera continuaron.
-Como de costumbre mis padres no están en casa, quieres venir.- Esa frase le sonó demasiado a André y no pudo evitar pensar que la casa de ese misterioso chico era igual que la de su ex.
-No puedo, ya es tarde y tengo que estar pronto en casa.
-O venga ya, es aún muy pronto.
-No puedo en serio. Algún día te contare lo que pasó la última vez que llegué tarde a mi casa.
-¿Eso significa que nos volveremos a ver?
-Si me das tu número.- Sergi no se podía creer que estuviera haciendo lo que estaba haciendo.
-Dame tu teléfono y te lo escribo.- Sergi se lo dió. Cuando terminó apago el móvil y se lo dió a Sergi. Le dió un beso, uno de despedida.
-Adiós dijo Sergi en voz baja.
Cuando Sergi llegó a su casa y encendió su teléfono busco el nuevo contacto. "El chico incomprendido".
"Sergi: No me puedo dormir sin saber cómo te llamas."
"El chico incomprendido: Pues quédate hablando conmigo toda la noche"
Sergi se quedo hablando con él el resto de la noche. Quizás ese chico de ojos verdes podía hacer que olvidara a André, pensó Sergi en varias ocasiones. Pero en el fondo sabía que eso era imposible.
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En las turbulencias Luis agarró con fuerza la mano de André, vulnerable. Luis tenía miedo a los aviones, tanto que jamás había volado a ningún sitio. Sin embargo un chico de 18 años le ofrecía las ganas y seguridad suficiente como para hacerlo. André se dió cuenta del miedo de Luis.
-¿Estás bien?- Luis cerraba los ojos con fuerza.
-Cállate.- Dijo, concentraba toda su concentración en la mano de André para intentar no pensar en la altura a la que estaba del suelo.
-Luis, tranquilo todo está...-Luis lo cortó.
-Todo está bien, a tu lado todo está bien siempre.- Y mientras lo decía le agarró la mano con aún más fuerza.
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Roma era aún más bonito de lo que recordaba, tenía un filtro de luz que solo se podía encontrar en esa ciudad, en ese lugar del mundo. André era el guía de una ciudad que recordaba a cada paso que daba y llevaba a Luis a sitios por instinto, sin saber a dónde iba. André se volvió a enamorar de Roma y Luis lo hizo por primera vez.
Tiraron tres monedas a la Fontana "Tira tres y te casaras con tu amor" y en ese momento, lo que más desearon, fue casarse ahí mismo. Se querían más de lo que nunca podrían haber creído imaginar, allí en Italia y por eso, cada vez que André pensaba en volver deseaba quedarse allí para siempre.
-Es precioso.- Luis se encontraba frente al Neptuno en la fuente de la Plaza Navona.
-Y gracias a ti me se cada uno de sus músculos.-Dijo a André mientras le cogía de la mano. Era verdad, uno de los ejercicios de ese curso había sido dibujar esa monumental escultura. Como no, el dibujo de André había sido el mejor de la clase a ojos de Luis aunque muchos creían que el mejor había sido el de Sergi. Luis sonrió ante la apreciación de André.
-Eres un exagerado, no te quejes que gracias a mí estas aquí, viéndolo en persona.
-Cómo me voy a quejar estando contigo.
Ninguno de los dos querían que eso terminara, no se sentían con las fuerzas suficientes como para volver y arriesgar a los recuerdos de Gijón. Solo les separaba un pensamiento frente a esa fuente, André creía posible el quedarse, Luis sabía que tenía que volver.

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El color del amor (LGBT) *Completa*
RomansaLa historia de André y Sergi comienza el primer día de André en el instituto. El primer día en el que se ven. El primer día en el que Sergi se enamora a primera vista. Los dos son daltónicos, ven la vida del mismo color pero ¿Será esto suficiente pa...