La caída.

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La caída.

Con esa pregunta Sergi se dio cuenta de lo que había hecho pasar a André, de lo mal que se había tenido que sentir durante todos esos días en los que él estaba en el hospital, durmiendo. No se equivocaba, se quedaba corto, André lo había pasado aún más mal de lo que nunca Sergi pudo imaginar.

-Jamás tú has sido culpa de nada André, lo que pasó esa noche no tuvo que ver con nadie, solo conmigo. André, ya se lo he explicado a mi madre, que cree aún que sois asesinos, yo no me tiré, me caí.

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La noche en la que Sergi apareció en las vías del tren todo pasaba muy rápido para él, tenía un par de copas de más pero era consciente de donde y como estaba, tenía conciencia de lo que pasaba en todo momento a su alrededor. Al caminar le costaba mantener una línea recta, lo sabía y se sentía estúpido.

Sabía a dónde se dirigía, al puente, para pensar, simple y llanamente. Caminó vagamente por las calles hasta que finalmente dio con el lugar, subió por él y se sentó, más allá de la valla, como siempre hacia, donde podía pensar.

Allí sentado se dio cuenta de lo estúpido que había sido en todo, en dejar tirado a sus amigos, a su familia y sobre todo a André. Se dio cuenta de todo el mal que había hecho a las personas que le rodeaban, todo el dolor injusto que habían tenido que pasar por su culpa.

Se sintió demasiado mal y comprendió que el estar ahí sentado no tenía sentido, no hacía más que hacerle daño, recordó la promesa que había hecho a aquel niño en ese mismo puente, ese “No lo vuelvas a hacer, no vuelvas a sentarte ahí”. Por eso tomó la decisión de levantarse, pero lo hizo demasiado rápido.

En la cabeza de Sergi todo pasó a cámara lenta. Se levantaba con cuidado, uno de sus pies ya estaba apoyado en el suelo del puente. Pero cuando se incorporó para apoyar el otro, éste se localizó donde no había asfalto, donde solo había caída. Así, lentamente sin darle tiempo a sujetarse a la valla a pocos centímetros de él, se cayó, lentamente.

Era capaz hasta de recordar el impacto contra el suelo. Primero su brazo, colocado de barrera entre él y las vías. Inmediatamente después su cabeza, y entonces silencio.

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Cuando André acabo de escuchar la explicación de Sergi sobre lo que había pasado le apeteció gritarle. Lo había pasado increíblemente mal solo para que todo hubiera sido un simple desequilibrio a causa del alcohol. Un juicio solo a causa de unas botellas de más. Pero a la vez su alegría interior no podía desaparecer, Sergi estaba ahí, con él, por fin despierto, hablándole.

-¿Qué te ha dicho tu madre?

-No quiere asumirlo, supongo que en el fondo ahora me odia. Tiene que pedir disculpas a demasiada gente y aún no está preparada para hacerlo. Para ella vosotros seguís siendo los que me empujasteis.

El teléfono de André comenzó a sonar “Luis”, André se vio impulsado a colgar.

-Cógelo, estará preocupado.- Dijo Sergi tranquilo.

André se asustó, ¿Sabía Sergi que el que le llamaba era Luis, se acordaba de lo que le había pasado cuando estaba inconsciente?¿De todo lo que le había contado?

-Da igual no es importante.

-Claro que lo es, cógele, te prometo que yo no me vuelvo a dormir.

Sergi insistió, aunque le dolía, pero sabía que André no podía estar con otra persona mejor que con Luis. No recordaba nada de lo que había pasado mientras estaba dormido, ni siquiera que André había pasado todas las mañanas con él, pero algo en su interior le decía que ese que llamaba no podía ser otro que Luis.

André finalmente cogió el teléfono.

-Estoy con Sergi, ¿Que querías?

-¿Has podido hablar con él?- Se dio cuenta que era una pregunta absurda.- ¡Has podido hablar con él! ¿Qué tal está?¿Sabes algo de lo que pasó?¿Se encuentra bien?- André mostró una pequeña sonrisa ante la ilusión de Luis.

-Si esta todo perfecto, pero ya te contaré vale.

-Sí sí claro, disfruta del momento, un beso.

-Adiós.- Le habría dicho algo cariñoso, pero delante de Sergi… No se veía capaz de hacerlo.

-Mi hermano me ha dicho que te pregunte por este cuadro.- André se puso rojo.

-Bueno… No hay mucho que contar… Lo pinté yo.

-Es el cuadro que vimos en la galería de tus padres.- André sonrió.- Es precioso. ¿Pero quién me lo dejo aquí? Mi madre no te dejaba entrar en mi habitación.

-Tu hermano y yo… Digamos que hicimos trampas.

-¿A si? Llámale, que quiero que me expliques eso.- André fue a buscar al hermano de Sergi y le llevó a la habitación ante la tensa mirada de su madre.

-¿Cómo es eso de que André y tú hicisteis trampas para que él me viera?

-Bueno… le avisé de que por la mañana mamá no estaba… y así podía venir a verte.- Sergi sonrió, orgulloso de su hermano.

-Y pues así pude pasarme algunas veces a verte.- Dijo André con modestia… modestia, quién creería a principio de la novela que André diría algo con modestia.

-¡Un par de veces! Vino todas las mañanas desde que se lo dije. Desde las 8:00 hasta la 1:00. A veces hasta me ayudaba con los deberes.- André se puso aún más rojo. Sergi le miró incrédulo.

-¡Faltasteis los dos a clase por mi culpa!- Dijo riéndose.- Es coña, gracias a los dos, en serio, por cuidarme.- Sergi se quedó mirando a André.

-Mis profesores me dejaron ir a clase solo a los exámenes, André me ayudaba a prepararlos mientras estábamos contigo.- Sergi cambio su mirada de “Gracias” a “Eres tonto, como lo dejas todo por mí”. André comprendió su mirada.

-A mí los profesores me dejaron hacer lo mismo, no te preocupes, sigo sacando mejores notas que tú.- André se rio.

-Eso ya se verá en septiembre, que me haya perdido los exámenes finales no significa nada. No te librarás de mí tan fácilmente.

Los dos se sorprendieron riendo, como en los viejos tiempos, dándose cuenta de lo bien que se sentían al estar juntos, de lo felices que eran así.

El color del amor (LGBT) *Completa*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora